Un salto más seguro hacia la vida adulta - Ahora
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- Al cumplir la mayoría de edad, muchas personas jóvenes se pueden ver en un limbo complejo de abordar. Dudas sobre su futuro laboral, falta de independencia económica, ausencia de referentes familiares y, en definitiva, dificultades para enfrentarse a la vida adulta. Para reducir esa incertidumbre y encaminar a la juventud en situación de vulnerabilidad hacia una vida autónoma, la Junta de Castilla y León y la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, en colaboración con Cruz Roja en Castilla y León, cuenta con un Recurso de Atención Residencial para la Transición a la Vida Adulta.
Garantizar a los y las jóvenes un futuro en el que sean capaces de vivir de forma independiente es el objetivo principal de este recurso situado en Salamanca. “Llevamos desde 2001 en funcionamiento y por aquí han pasado más de 400 jóvenes de entre 18 a 21 años. Contamos con 6 plazas mixtas y los y las jóvenes siempre han de venir del sistema de atención a la infancia de Castilla y León”, explica Yoana Martín, responsable del Recurso de Atención Residencial para la Transición a la Vida Adulta en Cruz Roja en Salamanca.
Este recurso cuenta con un modelo de atención integral en el que cada joven tiene un plan de intervención personalizado en base a sus necesidades, expectativas y competencias. “Pretendemos que sean capaces de gestionar todo para que estén preparados para la vida adulta, siempre teniendo en cuenta la situación de cada una de las personas que llegan. Quizá lo que funciona a uno no le funciona a otra persona”, añade la responsable y educadora.
Los mecanismos de intervención se centran principalmente en cubrir las necesidades básicas de alojamiento y manutención, así como realizar un acompañamiento personalizado y de carácter integral que posibilite el desarrollo de las capacidades necesarias para la preparación a la vida independiente. “La atención va desde lo laboral y formativo hasta lo más personal como puede ser encargarse de la limpieza de los espacios comunes, ir a comprar, aprender a coger una cita, realizar una gestión administrativa, integración social, restablecer lazos familiares si es posible, etc. Al final buscamos que sean personas autónomas e independientes capaces de resolver las cuestiones del día a día por sí solos, además de capacitarlos de cara al acceso al mercado laboral o formativo”, apunta Yoana Martín.
Los y las jóvenes que se encuentran en este recurso de la Junta de Castilla y León y de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades suelen estar en torno a un año o 14 meses y la evolución suele ser más que creciente. “Trabajamos con personas y al final, el vínculo es la base de la intervención. Ves cómo vienen y cómo se van y el cambio es abismal. Es una experiencia gratificante y al ser un proceso sostenido en el tiempo se crea una relación muy especial. Somos sus referentes en un momento muy importante de su vida y cuando se marchan la relación no se pierde. El agradecimiento es mutuo”, concluye.

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