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Manuel Hernández: "El mayor atenuante de un trauma es la conexión humana"
LA MIRADA DE
Manuel Hernández
“El mayor atenuante de un trauma es la conexión humana”
Manuel Hernández
05/03/2024
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente

Humanidad

05/03/2024
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente

Humanidad

Biólogo, psicólogo y Presidente de la Asociación Española del Trauma Psicológico

Manuel Hernández se dedica a estudiar el trauma psicológico desde hace 40 años. Presidente de la Asociación Española del Trauma Psicológico, también es biólogo y psicólogo, formaciones que aplica día a día en su trabajo. El trauma, nos anticipa, es una herida que necesitamos sanar. No existen fórmulas mágicas, pero sí ciertos aspectos que tenemos que tener en cuenta para superarlo con éxito. Hoy dirigimos la vista hacia esas personas que se ven obligadas a dejar su hogar atrás y analizamos, de la mano de Hernández, cómo el trauma psicológico puede ser un lastre o un revulsivo. 

¿Cómo podemos definir lo que es un “trauma psicológico”? 

Un trauma es una herida. Una herida puede ser visible (te caes y sangras); o puede ser psicológica, que no es visible, pero sí causa un enorme dolor físico y una enorme sensación de angustia y malestar. La base es la misma: ha ocurrido algo que hace que yo no sea el mismo y, como consecuencia, tengo una percepción de dolor, de no tener control o de incertidumbre sobre lo que puede ocurrirme. 

¿Qué factores o situaciones pueden causar este tipo de trauma? 

Cualquier situación que sobrepase la capacidad de respuesta de la persona. Eso sí: hay que entender que el trauma está muy determinado por la edad. Para un niño de un año es que su madre se vaya a trabajar a España, o que se vaya de refugiada a otro país para luego llevarse a la familia y que se quede mientras tanto con su abuela. Para un adolescente puede ser darse cuenta de que no tiene ninguna posibilidad de salir adelante, que está limitado a nivel profesional, o que no podrá crear una familia. Para un adulto, por último, un trauma puede referirse a una situación de mucha soledad.  

Cada persona tendrá una capacidad de respuesta distinta también. 

Hay un autor, Viktor Frankl, que estuvo en el campo de concentración de Auswitch y, a raíz de esa experiencia tan terrible, creó la “logoterapia”. Muchas personas se venían abajo y se dejaban morir, literalmente; otras, seguían luchando por sobrevivir, salir adelante e incluso sacar algo positivo de una experiencia tan terrible. Aquí es donde está la subjetividad del ser humano. Pasa lo mismo con una herida física, un diagnóstico de cáncer o un accidente de trabajo: hay personas con una capacidad de resiliencia mayor, de ser más fuertes incluso a pesar o gracias a las adversidades. Por eso lo más importante cuando llega un trauma es la respuesta que me doy: quién soy después de esa experiencia.  

Hay una película, América, América, de los años 50, que cuenta la historia de un griego que vive en Turquía y que emigra a América. Le pasan muchas vicisitudes: mata a una persona, se mete en temas políticos, engaña a una mujer para fingir que se va a casar con ella para que le den la dote… Es una película muy interesante sobre el tema migratorio y todo lo que supone una situación de trauma que también puede ser de desesperanza, de miedo a no conseguir el resultado que quieres e, incluso una vez conseguido, de tener que sobrevivir en un ambiente hostil que no es el tuyo.  

¿Qué consecuencias directas tienen estos traumas para la salud? 

Hay que diferenciar entre el trauma repentino, como es un duelo o un accidente, y el trauma insidioso, que es el que se da día a día; estar siempre solo o estar siempre celoso, el hecho de tener unos padres que siempre son extremadamente rígidos… Lo que sí sabemos a día de hoy es que, cuando hay un trauma o situación no resuelta se producen muchas hormonas del estrés. Hay una que simboliza un poco todo, que es el cortisol, que afecta a muchos sistemas biológicos: al insulínico, al nervioso, al digestivo, al inmunitario… Lo que decía Descartes, que la mente y el cuerpo eran entidades separadas, y que sabemos hoy que es falso. Un estrés agudo o crónico puede provocar muchos daños a nivel fisiológico.  

Las heridas psicológicas derivadas del conflicto en Ucrania parecen evidentes, ¿cómo se relaciona lo que está pasando allí con el trauma psicológico que puede sufrir la gente que se ha visto obligada a abandonar su país?  

Lo de Ucrania es una cosa; lo de Gaza, otra. En Gaza existe una desesperanza porque no hay posibilidad de escape: esto se llama “indefensión aprendida”, no tienes donde ir, vives en un ratonera. En Ucrania existe esta situación en algunos casos, pero hay de alguna manera otro apoyo social.  

Hablando en concreto de Ucrania, la mayoría de personas que abandonaron el país fueron mujeres con niños; los varones se fueron a la guerra. Esto puede sonar muy extremo pero el hecho de que una persona tenga una percepción de que está haciendo algo con un objetivo, que tiene algo que resolver; y que hay un apoyo social, una esperanza… “Si mi amigo va, yo voy”, incluso aunque haya pérdidas, y el efecto traumático sea alto… es distinto; está atenuado frente a esa “indefensión aprendida” de “esto siempre va a ser igual, vamos a vivir lo mismo otra vez, esto ya me lo contaba mi padre…”. 

No quiero quitarle ninguna importancia a la situación de Ucrania, pero lo quiero matizar. El hecho de que haya una guerra ya es extremadamente traumático de por sí, pero si la guerra es con un propósito, es decir, estamos luchando para lograr algo, el efecto atenuante del trauma es mucho más alto.  

En países musulmanes se puede defender la posibilidad de que seas un mártir, “vas a ir al más allá, a estar con Dios en el paraíso”. Eso atenúa la percepción de trauma para las personas que lo viven y sus familiares. En la guerra de Ucrania el objetivo sería la nación. Son conceptos abstractos, pero atenúan la percepción del trauma. Dicho esto, a nivel psicológico es devastador, y van a pasar varias generaciones hasta que puedan recuperarse de lo que está pasando, igual que en España con la Guerra Civil; o Alemania o Francia con la Guerra Mundial.    

"UN TRAUMA ES UNA HERIDA"
FotoCita

Y eso entronca también con otros factores. 

Una vez más, hay factores amortiguadores. No es lo mismo que haya una población en el lugar al que vas que te apoye, que hablen tu idioma, que te puedan guiar… La percepción social de que eres un refugiado porque los rusos te han atacado no es lo mismo que si eres un refugiado que viene de Senegal porque no tienes trabajo. Todo esto afecta a cómo cada persona va a vivir el trauma y a cómo va a ser la percepción y el apoyo a nivel social. El mayor atenuante de un trauma de cualquier tipo es la conexión humana.  

Si ya entendemos que debe ser complejo el trauma psicológico en adultos, ¿cómo se trata en la infancia? 

Pues también depende. Influye muchísimo cómo están los padres. No es lo mismo que vengas con tus padres, que solo vengas con tu madre, que te manden solo… y luego, que esos padres lleguen y tengan un apoyo social. Los niños tienen una capacidad de plasticidad increíble; aprenden una nueva lengua, van a poder adaptarse a la cultura nueva… Ahora bien, si el padre está en la guerra y ya no llama, y no sabes si lo han matado; o si la madre está en una situación de vulnerabilidad económica y social… eso es lo que más afecta a cómo va a responder un niño ante esto. El mayor factor de protección de la infancia es que los cuidadores tengan cierta estabilidad económica, social y psicológica.  

 

¿Cómo se puede superar o afrontar un trauma psicológico? ¿Qué herramientas se pueden utilizar para ello? 

Lo primero es lo que hace, por ejemplo, Cruz Roja: la protección social, que la persona tenga lo básico para poder sobrevivir. Que tenga una vivienda, la capacidad de tener alimentos… y que puedan encontrar de alguna manera algo que les dé un propósito: sentir que hay algo por lo que merece la pena luchar. Que si lucho y me esfuerzo voy a estar mejor dentro de 6 meses, un año o dos; pero sé que voy a salir adelante.  

Lo primero es eso: apoyo social, un piso de acogida, ayuda con la alimentación, encontrar una rutina, un trabajo… En el caso de los niños, que se escolaricen y aprendan el idioma lo antes posible (muchas veces nos encontramos incluso que hacen de traductores de los papás).  

Y una vez hecho esto (que tengan cierta estabilidad y organización), sí se puede intervenir a un nivel más individual y trabajar el estrés postraumático: si ha habido muertes; qué planes tienen, si quieren volverse a su país o quedarse aquí; con qué redes sociales cuentan (es algo fundamental saber que si hay personas que quieren o pueden ayudarles)... pero eso forma parte de una segunda fase más personal o individualizada de la terapia. 

En esa terapia ya más individualizada, ¿qué tipo de cuestiones se tratan? 

Desde el modelo que he creado, el Parcuve, y desde la Asociación Española del Trauma Psicológico, de la que soy presidente, lo que nos planteamos es que hay que entrar en la demanda de cada persona. La terapia se hace muy individualizada e intentamos entender qué es lo que está afectando más a esa persona: cuál es el punto clave que está afectando a su integridad psicológica. En función de eso entramos en detalle.  

Como decía Tolstói, todas las familias son iguales en su alegría, pero cada una es diferente en su desgracia; así empezaba Ana Karenina. Primero hay que solventar esos aspectos más globales (escolarizar a los niños, tener un sitio donde poder dormir, contar con alguien que hable su idioma para que les ayude a introducirse en una cultura distinta, resolver el tema alimenticio…); y a partir de ahí encontrar qué es lo que es más acuciante para esa persona: si es la incertidumbre de conseguir un futuro nuevo, o su intención es estar de forma provisional y luego volver a su país; si eso es factible; si ha habido pérdidas, muertes, personas que están allí y se teme por ellas… 

Lo que sí sabemos es que el hecho de tener una infancia sana y adecuada con buenos cuidadores es un grandísimo amortiguador del trauma y un buen pronóstico sobre la mejoría de las personas posteriormente en la terapia.  

En general, ¿una persona puede superar un trauma psicológico? 

Yo he sido una persona con muchos traumas y una infancia terrible. He intentado superarlo y que eso me haya hecho mejor persona, psicólogo o padre. No es lo mismo que te abusen sexualmente a que se muera tu abuela. Y dependería de cómo fue tu abuela. Ahí hay que entrar en la subjetividad de cada uno.  

Siempre lo cuento: una herida sangra, duele, está ahí. Una cicatriz siempre está ahí, pero ya no duele. Hay que conseguir que la herida se convierta en cicatriz. Siempre la voy a tener, pero es algo que ocurrió en el pasado, que no me molesta ahora. Incluso, desgraciadamente, me puede hacer mejor persona. Un abuso sexual le destroza la vida a cualquiera, pero a lo mejor eso hace que esa persona se comprometa y ayude a otras supervivientes; le da un sentido a su vida para que no vuelva a ocurrirle eso a otra persona.  

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