Publicador de contenidos

Luis Miralles: "Lo peor que puede pasar en una sociedad es la indiferencia"
LA MIRADA DE
LUIS MIRALLES
“Lo peor que puede pasar en una sociedad es la indiferencia”
LUIS MIRALLES
13/06/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente
13/06/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente
Presidente de Casa Caridad

Luis Miralles (València, 1955) lleva más de 20 años vinculado a Casa Caridad, institución a la que llegó en 1995. Licenciado en Derecho y graduado en Administración de Empresas por ICADE E-1 (Madrid), inició su carrera como letrado asesor del Banco Popular, entidad a la que sigue vinculado como patrono vitalicio de la Fundación Eduardo Calabuig. Posteriormente se ha dedicado a la gestión empresarial de distintas compañías. Este 2022, Casa Caridad ha recibido una de las Medallas de Oro de Cruz Roja. Hablamos con Luis Miralles sobre la atemporal e inagotable vocación de ayudar a los demás, sean cuales sean sus circunstancias. 

Presidente de Casa Caridad

Casa Caridad trabaja con un objetivo: ofrecer soluciones duraderas para integrar a las personas en la sociedad. ¿Cuáles son las claves para ello? 

Desde su fundación y orígenes, Casa Caridad se ha preocupado por las personas necesitadas. Y la solución a estos problemas ha ido evolucionando a través del tiempo. En un primer momento, con una cama y un plato de comida se podía remediar (en parte) las necesidades imperiosas del momento. Al haber evolucionado, al haber alcanzado el estado de bienestar social, al haber ido adquiriendo una serie de derechos y obligaciones por parte de todos los ciudadanos, la prestación de servicios que realiza Casa Caridad también ha evolucionado. 

Desde este punto de vista, Casa Caridad hace un enfoque personal e inclusivo de las personas que solicitan ayuda. Queremos saber quiénes son, dónde están, qué necesitan, y en qué les podemos ayudar.  

¿Cómo se atiende a las personas de una forma tan personalizada? 

La Asociación Valenciana de Caridad presta muchos servicios. No solo tenemos el centro de acogida, o las escuelas infantiles, sino también el módulo de convalecientes, el módulo de familias o el proyecto escuela de familias (donde no solo tenemos a los niños necesitados de 1 a 3 años, sino también a sus familias).  

A nuestras escuelas infantiles vienen personas jóvenes, ya sean familias monoparentales o biparentales, con niños pequeños; gente que viene en circunstancias económicas muy lamentables. Desde aquí lo primero que hacemos es informar sobre sus derechos: el derecho a votar, el derecho a la tarjeta sanitaria, el derecho a la renta valenciana de inclusión, el derecho al ingreso mínimo vital, etc. Les informamos sobre sus derechos y cómo solicitarlos según el caso de cada uno y sus circunstancias. 

Porque muchas veces hablamos de personas jóvenes, pero ¿y las personas mayores? Podemos ver el impacto de la barrera digital todos los días en radio, prensa y televisión, pero ¿quién rompe esa barrera? Desde instituciones como Casa Caridad queremos llevar a cabo la ruptura de esa barrera. Les ayudamos y proporcionamos (si no los tienen) los medios necesarios, poniendo a su disposición un teléfono, un ordenador, etc.  

Es un proceso que no acaba cuando una persona abandona el albergue. ¿Cómo es ese acompañamiento en el tiempo hasta que una persona que habéis atendido adquiere una plena autonomía? 

El paso siguiente que damos en nuestro centro de acogida, en cualquier servicio que presta Casa Caridad, es lo que hemos llamado con mucha ilusión el Proyecto Fénix. El ave que resurge de sus cenizas. Y no sólo resurge de sus cenizas, sino que también remonta el vuelo con mucha altura, que es lo bonito. Eso es lo que queremos. 

Personas con dificultades, ya sea porque vienen de países en circunstancias graves; Líbano, Afganistán, lo que ha pasado tras la pandemia en Ucrania… personas tan necesitadas y que salen de sus países defendiendo la vida. Porque eso es lo que juegan: su vida, y la de sus hijos.  

Personas que incluso no hace falta que vengan de tan lejos. Aquí enfrente, en el cauce del Turia, tenemos gente viviendo en tiendas de campaña. Gente que una vez pasa por los servicios de Casa Caridad, y una vez le informamos de sus derechos y adquiere esas prestaciones, puede acceder a viviendas. Viviendas que ha adquirido la institución con el objetivo de que, cuando estabilicen su situación y conozcan sus derechos y deberes (también ponemos a su disposición cursos laborales para que puedan acceder a un trabajo), tengan una vivienda por un tiempo determinado para que vayan rehaciendo su vida con la aspiración de que, cuando tengan su puesto de trabajo, su medio de vida, puedan adquirir una vivienda, una habitación o una solución habitacional a sus problemas. Ya sea una familia o una persona individual. 

No pretendemos, por tanto, que con el Proyecto Fénix una persona llegue a un piso de Casa Caridad y se quede para siempre. Es un estímulo para que mejore sus condiciones de vida y sus condiciones laborales. Una expectativa de una vida digna.  

¿Cuántas personas trabajan en Casa Caridad? 

La plantilla fija actualmente de Casa Caridad son 66 personas, aunque en algunos momentos, como ahora, alcanzamos las 80. Las instalaciones de Casa Caridad se distribuyen en la sede social (ubicada en el Paseo de la Pechina), los centros de acogida de Benicalap (que tiene el centro de acogida de convalecientes y de familias), la escuela infantil para 45 niños de 1 a 3 años de Torrent, la escuela infantil para 90 niños en Benicalap, la que tenemos aquí (en Pechina) para 30 niños… todo lo que supone el trabajo social y la atención a todas esas familias.  

Cabe recordar que se necesita una plantilla amplia porque son 3 turnos. Lo decimos muchas veces: Casa Caridad son 365 al año 24 horas al día. 

¿Y cuántas personas usuarias hay? 

En 2021, cerca de 3.387 personas distintas han pasado a través de los servicios de Casa Caridad. Eso incluye cualquier tipo de prestación; ya sea que vengan a comer, al servicio de ducha; que hayan estado en el centro de acogida, en la escuela infantil; en el reparto de alimentos, etc. 

¿Hay algún perfil mayoritario? 

Desde sus orígenes, Casa Caridad se dedica, sobre todo, a las personas sin hogar. Esta es una pregunta que nos hacen muchas veces, y nos damos cuenta de que el perfil que tenemos es muy amplio. Desgraciadamente, según transcurre el tiempo, vemos perfiles nuevos, como pueden ser las personas ucranianas que están viniendo huyendo de la guerra. 

¿Ha aumentado el número de personas atendidas tras la pandemia o con la crisis de Ucrania? 

Como bien dijo el presidente de Cruz Roja, Javier Senent, “son tiempos difíciles y complicados los que nos han tocado vivir. Y entre ellos son necesarias respuestas colectivas y solidarias”, como las que presta Cruz Roja y la Media Luna Roja. Y, por supuesto, también Casa Caridad. 

¿A cuánto está la gasolina hoy en día? ¿La botella de gas? ¿El precio del pan? La pandemia, y la crisis de Ucrania están suponiendo una elevación muy grande en el precio de los suministros y las materias primas esenciales para todos. Estamos viendo como todos los días en los informativos de televisión y radio crece el IPC, la inflación… ¿Quién sufre las consecuencias más que nadie de esta subida de precio? La gente más necesitada.  

Hablando de perfiles nuevos, vemos cómo personas mayores que tenían su pensión, que vivían en su piso tranquilamente, muchas veces tienen que venir a Casa Caridad a pedir ayuda. Tienen que compartir esa pensión con sus hijos porque, o no tienen trabajo, o tienen sueldos que no les permiten llegar a final de mes… Cada vez es más difícil vivir y llevar una vida digna.  

"CADA VEZ ES MÁS DIFÍCIL VIVIR Y LLEVAR UNA VIDA DIGNA"
FotoCita

¿Qué factores pueden llevar a una persona a encontrarse sin hogar o en una situación de exclusión social? 

Es una pregunta muy dura. Nosotros, a través de las crisis que hemos vivido en Casa Caridad: la del 2000, la del 2008, la crisis de la pandemia, la crisis de la guerra de Ucrania… hemos visto a muchos ciudadanos normales, con su vivienda, su puesto de trabajo, su familia, sus distracciones de los fines de semana, etc. que por la coyuntura económica y las circunstancias de la vida, en cuestión de muy poco tiempo, acaban solicitando ayuda en una institución como esta… Nos puede pasar a cualquiera.  

Existe un prejuicio hacia las personas sin hogar o en riesgo de exclusión social: nunca pensamos que nos vayamos a ver en una situación parecida. ¿Cómo deberíamos cultivar una mayor empatía hacia ellas? 

La gente lo que les tiene es cierto respeto, miedo… Cuando ven a una persona en la calle, en el suelo, ni la miran. Y lo peor que puede pasar en una sociedad es la indiferencia. Una de las obligaciones que tienen instituciones como Casa Caridad es levantar la voz en defensa de estas personas para romper precisamente esa indiferencia. 

Por otro lado, nosotros fomentamos el diálogo con estas personas. Son personas que normalmente están en la calle en los mismos sitios, frecuentan las mismas esquinas; quizá vienen de otra ciudad, y están solo unos días aquí; o no, los vecinos al cabo del tiempo los conocen, saben quién son.  

Preguntarles cómo se llaman, qué necesitan, aconsejarles a dónde pueden acudir: a los centros municipales de asistencia a las personas sin hogar, al centro de atención a la inmigración (CAI)... El Ayuntamiento de València pone a disposición de las personas necesitadas muchos centros y sitios de información. Estos sitios les pondrán en contacto con entidades como la Asociación Valenciana de Caridad que rompan esa barrera de miedo: de silencio. Ojalá la gente se atreva a saludar, a preguntar, a decir “qué buen día, qué frío hace”; preguntarles cómo se llaman. No es tan difícil.  

¿Por qué cuesta tanto dar ese paso? 

La catedrática Adela Cortina ha acuñado el término “aporofobia”, que es precisamente eso: el miedo a las personas sin techo, el miedo a las personas que están en la calle en circunstancias extremas. Cuesta por el desconocimiento, por el miedo que tenemos cada uno de nosotros a pensar que quizá algún día podríamos estar en esa situación. 

¿Es la sociedad actual más solidaria o menos solidaria que antes? 

Las campañas en las empresas sobre el tema de la Responsabilidad Social están a la orden del día; los actos heroicos de muchas personas también los vemos, cómo se preocupan. La gente joven ayuda. La solidaridad en los barrios de personas particulares que pretenden ayudar a los demás con una olla, o con un puchero. Eso lo vemos. Pero, por otro lado, también nos damos cuenta del egoísmo de la sociedad, de que cada uno va a resolver sus problemas (todos tenemos los nuestros) y los demás vienen muy detrás.  

¿Tenéis historias de éxito de personas que hayan logrado salir de la situación de sinhogarismo y se hayan integrado con vuestra ayuda?  

Muchas, afortunadamente. Una familia del Proyecto Fénix, que estuvo 4 meses en una de las viviendas, acaba de encontrar un puesto de trabajo y han alquilado una casa. Les hemos ayudado con el alquiler de los 3 primeros meses, y están empezando a vivir una vida totalmente normalizada, con un puesto de trabajo y una vivienda. 

Un chico que venía periódicamente al reparto de alimentos. Y le dijo al trabajador social: “Necesito bolsas de plástico”. Y el trabajador le preguntó: “¿Para qué?”. Y le contestó, con cara sorprendente: “Imagínate cómo hace sus necesidades una persona que vive en la calle”. Ese chico estuvo aquí, se le facilitó el suministro de alimentos y de bolsas de plástico, estuvo en el centro de acogida… ha ido evolucionando con el trabajador social y un día habló con él para ver si podía pedir una ayuda para compra de libros. Se había matriculado en una universidad y estaba empezando a estudiar. Eso es un éxito de Casa Caridad. Solo por esa persona vale la pena todo el esfuerzo. 

Banner Home

LEE LO QUE TE INTERESA
Suscríbete a nuestra newsletter y descubre un millón de pequeñas historias