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La familia que se elige
VOLUNTARIADO
La familia que se elige
15/11/2021
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
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Cruz Roja
  • Entre José Manuel y Celia hay un vínculo muy especial. Ella tiene 104 años; él, ya jubilado, es voluntario de Cruz Roja, y la visita cada lunes. Esta es su historia.

Celia acaba de cumplir 104 años y tiene una vista y oído que cualquiera envidiaría. Quien lo afirma es José Manuel, voluntario de Cruz Roja, y prácticamente “familia” de Celia Paz, una persona usuaria de la Organización en Galicia. Hace más de tres años que ambos mantienen una relación muy especial bajo el programa de acompañamiento de personas mayores que tiene la Organización. “Y que dure mucho”, cuenta, con emoción, José Manuel.

Todo empezó cuando José Manuel y su mujer, ya en situación de jubilación, decidieron emplear su tiempo libre en ayudar. Fueron a Cruz Roja, les comentaron todos los programas donde podían participar, y decidieron que lo que más les encajaba era visitar a alguna persona en su casa para poder conversar con ella y distraerla. Así fue cómo conocieron a Celia. 

 

“Cuando nos dijeron que tenía 100 años, pensábamos que nos íbamos a encontrar a una persona ya mayorcita…”

 

“Cuando nos dijeron que tenía 100 años, pensábamos que nos íbamos a encontrar a una persona ya mayorcita… Pero fue impresionante: me acuerdo de que, cuando la conocimos, la encontramos tan joven, con una mente tan despejada… Nos tocó la lotería”, afirma Jose Manuel. Comenzaron a ir todos los lunes a visitarla, “la primera vez que un matrimonio, los dos juntos, hacían esta labor”, expresa el voluntario.

Antes de que llegara la pandemia, José Manuel recuerda que salían a la calle. Sentada en su silla de ruedas, Celia iba recitando los rótulos de las tiendas. A la vuelta, siempre hacían parada obligatoria en un café debajo de su casa, donde ella se tomaba un helado. “Y daba igual que fuera verano o invierno”, puntualiza él, al que Celia llama cariñosamente “el cura”. “El primer día que me vio, me dijo que me parecía al cura de su parroquia. Yo le digo a ella ‘feligresa’. Llevamos una juerga con eso…”, sonríe José Manuel.

Llegó y pasó la pandemia. “Pensaba que la encontraría muy cambiada físicamente, pero nada: estaba como el lunes anterior. Cada día está más ágil”, se asombra José Manuel, que afirma que, cuando está con ella, le “carga las pilas”. Y es que hace siete meses, su mujer, con quien comenzó a visitar a Celia, falleció. A José Manuel le flaquea la voz cuando reconoce que pensó que se le haría cuesta arriba la actividad. Pero nada más lejos de la realidad. “Voy todavía con más fuerzas. Estoy feliz, por ella, y por mí mismo. Tenemos una amistad muy grande, ¡somos prácticamente familia!”.

Así lo corrobora Carmen, hija de Celia, y con 76 años de edad. Ella cuida de su madre con la ayuda de una persona que les ayuda, y disfruta también mucho de las visitas de José Manuel. “Desde que se despierta, pregunta por él”, cuenta.  

Todos los lunes por la tarde, de 17h a 20 horas, es el momento en que Celia y José Manuel comparten tiempo juntos. Se cuentan todo tipo de historias y, cuando estas faltan, ven vídeos del móvil o se distraen con cualquier otro tema. “Es un hombre que vale muchísimo: encantador”, afirma Carmen que también expresa que la lotería les tocó a ellas cuando conocieron a la pareja. “Un lunes que se levantó mi madre un poco mal, pensé en decirle a José Manuel que no viniera, pero después decidí no decir nada. Pues cuando llegó se le pasó todo, no le dolía nada, y estaba contentísima”, añade. 

La de José Manuel y Celia es una historia que demuestra que la edad no es tan importante. Y que, ya sea fruto o no del azar, la familia que se elige, permanece unida. 

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