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Josefa Ros: "La mejor forma que las personas mayores tienen de llenar su tiempo y evitar el aburrimiento es la compañía"
LA MIRADA DE
JOSEFA ROS
“La mejor forma que las personas mayores tienen de llenar su tiempo y evitar el aburrimiento es la compañía”
JOSEFA ROS
04/08/2023
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente
04/08/2023
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Silvia Llorente
Doctora en Filosofía e Investigadora

Josefa Ros es investigadora especialista en Estudios de Aburrimiento desde un punto de vista multidisciplinar. Además, a través de su proyecto PRE-BORED pretende conocer más a fondo la experiencia del aburrimiento que sufren las personas mayores que viven institucionalizadas en nuestro país. Su trabajo refleja la importancia de promover planes reales que favorezcan y mejoren la calidad de vida de los mayores para combatir la soledad no deseada. 
 

¿Por qué te interesa estudiar sobre el aburrimiento?

Empezó con la tesis doctoral. Yo tenía la intención de especializarme en la filosofía de un autor alemán, que se llama Hans Lumemberg. Había leído su obra, y en uno de los libros póstumos que se habían publicado, había 7 u 8 páginas dedicadas al aburrimiento, y me llamó la atención cómo este autor describía el aburrimiento, ya que lo hacía de una forma que jamás se me hubiese ocurrido a mí. Al final, el aburrimiento es algo que todos los vivimos, todos experimentamos, pero no lo analizamos en estos términos. 
 
Para este filósofo el aburrimiento es una emoción adaptativa. Es decir, el ser humano en algún momento de su carrera evolutiva antes de incluso de ser homo sapiens, adquirió la capacidad de aburrirse porque el aburrimiento es como un aviso de que el entorno está fallando, está obsoleto, no te estimula como debería, no te presenta un reto. Y como te produce dolor y tienes que hacer algo para salir de ese malestar, te obliga a dar un paso al frente y explorar lo inexplorado. Empecé la tesis doctoral sobre este asunto, pasé un año en Alemania donde está un archivo con todos los textos que dejó sin publicar el autor, manuscritos. En definitiva, buscando más información para darle cuerpo a esa propuesta lumbermigana.  
 
Cuando a mí me empezó a llamar la atención esto, en el segundo año de la tesis, me pongo a buscar qué más se ha dicho sobre el aburrimiento, y me encontré que el aburrimiento se estudiaba primordialmente desde las ciencias de salud mental. Es decir, que existía otra experiencia distinta que se podía tornar disfuncional, y psicólogos le estaban prestando atención porque podía entrañar riesgos y peligros. Claro, este contraste de perspectivas fue lo que me cautivó y me deslicé hacia esa parte, hacia la que estudia el aburrimiento en su faceta disfuncional para conocer sus causas, sus consecuencias y sobre todo darle solución en esos espacios en los que emerge este aburrimiento disfuncional, y en esto llevo trabajando esta última década.  
 
 

¿Qué aporta estudiar el aburrimiento desde prismas tan diversos como la filosofía, la psicología, la sociología o la antropología? ¿Hay puntos de encuentro entre todas estas disciplinas al hablar de aburrimiento?

El aburrimiento empieza a estudiarse desde la filosofía, en la época del imperio romano.  Autores como Séneca, Lucrecio u Horacio ya hacen referencia al aburrimiento.  Después, durante toda edad media pasa a manos de la teología, son los teólogos a los que les preocupa que surja ese aburrimiento frente a algo que te debería estimular, es decir, están preocupados porque las personas se aburran de dedicarse a la contemplación de la divinidad o que no tengan ganas de hacer esos ejercicios de rezo. 

Más adelante a partir de la modernidad, el aburrimiento se encuentra en obras literarias, del romanticismo o simbolismo. Son los literatos los que cogen ese aburrimiento y lo convierten en un hilo conductor de sus argumentos literarios. Y al mismo tiempo por otra parte, un conjunto de fisiólogos, de médicos franceses, están preocupados por pacientes que están aburridos constantemente, y no encuentran remedio. Entonces están hablando también desde la medicina incipiente, que no estaba tan dividida como ahora. En este momento es muy bonito ver que había una transferencia de conocimiento entre médicos y literatos, puesto que los médicos acudían a  las obras literarias para tratar de buscar un poco de luz sobre la que diagnosticar a sus paciente, y al revés.  

Y ya a principios del siglo XX tenemos una rama más de filósofos escorados hacia la sociología que están más preocupados en analizar la estructura social como responsable de distintas conductas o planteamientos que suceden. Todos estos teóricos críticos que están acuñando al hecho de que hemos desarrollado una industria del entrenamiento que hace estemos ocupados en cosas que no tienen significado para nosotros y nos devuelven un aburrimiento peor; la corriente marxista, de ese malestar que puede sufrir el obrero en la fábrica, pero donde empieza a caer el peso es en el psicoanálisis que trata de averiguar si hay algún problema a nivel de  trastorno de conciencia, trastorno de la personalidad o trauma que sea el que provoque el aburrimiento disfuncional, es decir, aquel del que no somos capaces de salir ,que es lo que contrario de lo que decía  Lumemberg. 

Y ya a lo largo del siglo XX, va a ser psicología y psiquiatría la que se encargue de la cuestión del aburrimiento. No ha sido hasta hace una década que los que venimos de un background más filosóficos hemos dado un golpe en la mesa dando voz a que la cuestión del aburrimiento viene de hace mucho y que es un fenómeno multifactorial y si no se aborda de la mano de diferentes disciplinas al final tus conclusiones tendrán un enfoque más solista. 

Tenemos una percepción negativa del término “aburrimiento”, ¿es correcto concebirlo así? 

Es lógico concebirlo como algo negativo, porque duele, produce malestar, es igual que cuando a uno le duelen las muelas, es decir, es algo que nadie querría, que tocamos madera, pero en el fondo hay que entender que ese dolor te está transmitiendo algo. Es un síntoma,  entonces de alguna forma lo concebimos como algo negativo porque nos va  a hacer pasar un mal rato. 
 
Sin embargo, si pensamos en ese componente funcional del aburrimiento no patológico, pues de vez en cuando merece la pena estar dispuesto a soportar algo de aburrimiento porque nos puede permitir avanzar. 

Yo siempre pongo el mismo ejemplo: si no fuese porque en un momento de mi vida me senrí aburrida en mi cuarto, a oscuras, escuchando música, cabreada con el mundo… Tras esto me vi obligada a decir: ¿y ahora qué? Tiene esa parte positiva, pero no hay que confundirlo con muchos de los mantras de la actualidad de promover el aburrimiento. No se trata de eso, porque el aburrimiento te va a obligar a romper con la situación presente, pero nada más. Lo que hagas para introducir un cambio, no tiene que ser original, ni innovador. Es decir, que tu puedes empezar a sentir aburrimiento, responder, y que eso se traduzca en encender la televisión, has cambiado un entorno por otro, pero eso no te hace ser más creativo. 
 

Has mencionado que estar sin hacer nada no es lo mismo que aburrirse, ¿dónde radican las diferencias? 

Es absurdo.  En la mayoría de casos cuando uno se aburre, no tienes facilidad para buscar u observar ese catálogo de opciones que has construido en tu vida. Si te quedas durante un tiempo en ese estado de aburrimiento lo que vas a sentir es estrés, frustración, no es nada deseable, salvo que va a suceder siempre, pero no tiene sentido buscarlo. 
 
Y no tiene nada que ver con estar sin hacer nada, es decir si vas a estar en el sofá sin hacer absolutamente nada. Si te lo autoprescribes, mientras no te cause malestar no es aburrimiento, cabe la posibilidad de que tu decisión te lleve al aburrimiento, que cuando lleves un rato acabes sintiéndote mal, y ya hayas tenido bastante, pero en absoluto, no tiene nada que ver con estar sin hacer nada. De hecho la mayoría de veces experimentamos aburrimiento cuando hacemos algo por obligación: trabajo no elegido, tareas domésticas, pero las tienes que hacer. El aburrimiento siempre tiene ese componente de obligatoriedad, cuando estás obligado a estar sin hacer nada mientras tú querrías hacer algo y cuando estás obligado a hacer cosas que no has elegido tú y que no te motivan y no te estimulan. 

Ese lugar para no hacer nada se lo tiene que buscar cada uno en la medida que lo necesite. Cada uno tiene una necesidad de estimulación distinta, cada uno es distinto, entonces poner como norma lo que nuestra sociedad necesita es bajar el ritmo, oye, pues hay personas que disfrutan en ese ritmo acelerado. 

En relación al aburrimiento, puedes estar todo el día ocupado en responsabilidades que te resulten aburridas, por tanto el aburrimiento no requiere de tiempo, no es una cuestión de tiempo, se supone que en ese tiempo para ti deberías ser más capaz de evitar ese aburrimiento.  
 

¿Qué significa el aburrimiento para las personas mayores? ¿Cómo les afecta?

El aburrimiento es lo mismo para todas las personas, es una experiencia que depende de dos factores, del entorno y de tus expectativas o necesidades de estimulación en función del entorno. En el momento en que esas expectativas no se ven satisfechas por el entorno, vas a sufrir aburrimiento. En el caso de las personas mayores, cuando hablamos de aburrimiento en caso funcional, se encuentran en entornos que favorece que surja ese aburrimiento disfuncional,  es decir por una situación sobrevenida: viven en una residencia, están solas en casa, sus hijos están lejos, no pueden salir de casa por movilidad reducida. 

Esto lo que provoca es que ese catálogo de opciones que has ido desarrollando durante tu vida para combatir el aburrimiento no se pueda poner en práctica. Te sientes aburrido por el entorno, sabes qué te gustaría poder hacer, pero en ese contexto te impide que lo pongas en práctica. 
 
Yo trabajo en residencias y me da pena cuando te dicen: “a mí me gustaría ir a hacer la compra, pero estoy en sillas de rueda”. Ahí hay que hacer un reajuste de ese catálogo de opciones, pero el problema de las personas mayores es que tienen un catálogo muy reducido.

En el caso de los niños, ellos y ellas tienen un catálogo en blanco y cuando van experimentando van metiendo opciones y a medida que se aburren van llenando ese catálogo para combatirlo. Pero a medida que crecemos ese catálogo se reduce, somos más exigentes, sabemos lo que nos gusta y lo que no. Y por ello,  una persona de 80 años tiene catálogo muy pequeñito, y ahí está la labor de agentes sociales y políticos para facilitar que esas pocas opciones que tengan para combatir el aburrimiento se puedan llevar a cabo. Es decir, está claro que no puedes irte a pasear, pero podemos acompañarte, podemos hacer que un voluntario una vez a la semana les acompañe…
 
Es complicado porque a veces funciona y a veces no, lo mejor es que intentemos potenciar siempre esas estrategias que las personas mayores tienen y se puedan materializar siempre que sea posible. 
 
 

¿Tiene algo que ver el aburrimiento con la soledad no deseada que sufren muchas personas mayores? ¿Y con la brecha digital?

Completamente. Aquí hay varios componentes, uno de ellos es la propia reticencia que tienen de introducir opciones a su catálogo. En muchos casos, ellos son también capacitistas porque se alejan de aquello que desconocen, como puede ser ese mundo digital que desconocen. Pero, es verdad que a pesar de ese discurso tan demonizador de las tecnologías que hay hoy en día, yo estoy convencida de las bondades que tiene para suplir ese aburrimiento y esa soledad no deseada que sufren las personas mayores, especialmente de los que son dependientes. Porque al final esa tecnología te ayuda a descubrir esas estrategias que ni imaginabas, te ayuda a estar más conectado, ¿qué hubiésemos hecho durante la pandemia?

Yo estoy viendo en la residencia que dos o tres se han unido para hacer una revista digital, las yayas tik tokers, parejas que se conocen a través de aplicaciones para seniors… Entonces si conseguimos romper ese estigma de que cuando llegas a cierta edad ya no puedes descubrir nada nuevo y conseguimos ampliar ese catálogo, pues la tecnología es un filón.  
 

En el caso de las personas mayores que viven institucionalizadas, ¿esto se agrava?  

La posibilidad de decidir muchas cosas. La cuestión del aburrimiento tiene que ver con lo que te imponen, con esa capacidad de decidir.En muchos casos, yo centro el proyecto en residencias de mayores porque soy consciente, ya no solo por lo que nos ha enseñado la literatura científica existente hasta el momento, sino porque lo veo. En casa todavía puedes elegir tú qué comer, a menos que necesites que te traigan la comida, pero tienes esa opción, algo que en una residencia está vetado, no tienes un lugar al que ir a coger una galleta o quizás un familiar o un amigo te trae algo y no te lo puedes meter en tu habitación. Al final no decides cuándo te despiertas, ni qué desayunas, ni cuándo picoteas, ni qué canal ver, ni en muchos casos la ropa que te pones… con quién duermes, no decides… 
 
Al final una residencias con el modelo actual que tenemos de cuidado, lo que prima es la seguridad de las personas que viven ahí, debido al modelo que tenemos, muy estricto y que tiene que dar muchas cuentas. Entonces esa seguridad se consigue a través de procesos de estandarización, rutinización, que al final va en contra de esa personalización que da sentido a la vida.
 
La alternativa de Eden es una formación en una filosofía de atención dirigida por la persona, más allá. En ella formamos a profesionales del ámbito sociosanitario desde auxiliares hasta directivos, y hacemos un ejercicio con el que la gente llora. Este ejercicio consiste en hacer una lista con 3 pequeños placeres de tu día a día como tocar a tu gato, el café, sentarte a escuchar música, y después les decimos ahora tienes que eliminar el primer placer y el tercero y la sensación que le queda a la gente es muy fuerte porque se sienten vacíos, al final es quitarle significado a la vida.  

¿Cómo se puede prevenir y combatir esto para dignificar la vida de las personas mayores?

Desde luego, una de las cosas en las que hemos fallado hasta ahora es en preguntarles a ellos. Esto tiene que ver con edadaísmo y el paternalismo. Asemejar que una persona mayor a partir de cierta edad es como un niño y tú te conviertes en padre de tus padres. Pues imagínate eso, pero en una institución, cuando personas que no conoces te dicen lo que tienes que hacer.Y todo parte de esa cuestión, de pensar que ellos no tienen ilusiones, ni ideas propias, ni una voz que quieran manifestar y esto también se lo han creído ellos y  tienen que romper con esto. 
Ellos mismos vienen de una generación que ha vivido la guerra, que han vivido mucha miseria y piensan que no tienen derecho a expresarse. Pero eso se corrige cuando vean que desde fuera se les ofrece la posibilidad de hablar. Si nunca te han preguntado si quieres participar en los menús de la comida, nunca te han preguntado si estás contento con el servicio, con la atención…

Existen tres paradigmas, está el paradigma biomédico/institucional, en este se toman las decisiones pensando en qué es mejor para la institución, es decir, en base al rendimiento, la rentabilidad…Luego está el paradigma de la atención centrada en la persona se basa en que nosotros tomamos las decisiones que pensando en qué es mejor para ellos, es decir, yo diseño todas las actividades, pensando en qué le van a gustar. Y por último el paradigma de la atención dirigida por la persona consiste en que tú me dices y yo como institución me encargo de facilitar que eso se pueda poner en práctica, en la medida de lo posible. 

Empoderarse, que se sientan empoderados como cuando se sentían en su casa, y luego por otra parte, ¿cómo promocionamos esa atención personalizada? Hay que cambiar la legislación. Mi proyecto al final tiene como objetivo principal mejorar la calidad de vida de las personas mayores, pero para eso necesito influir en el legislativo, en la toma de decisiones, en los agentes políticos que son los que determinan unos mínimos, es decir, el panorama a partir del que se crean convenios. ¿Cuántos auxiliares tenemos que tener por cada turno?, ¿cuántos médicos hay?, ¿en algunas comunidades autónomas es obligatorio tener psicólogo y en otras no? 

 Yo entrevisto también a trabajadores para saber las demandas del sector para conocer sus necesidades y muchas veces te dicen que en lugar de ponerse a pintar o dibujar, lo que quieren, es decir, la forma que ellos tienen de llenar su tiempo de manera significativa y evitar el aburrimiento es la compañía. Por eso decimos que aburrimiento y soledad son dos caras de la misma moneda, ellos matan el aburrimiento y la soledad de un plumazo en el momento en el que ese auxiliar en vez de estar en hacer tareas, tiene ese ratito para charlar con la persona. Al final el sentirte conocido con la persona que tienes delante es necesario y para eso necesitan cambiar la ratio. Lo que pido es que avanzamos por el camino de la coherencia, si queremos presumir de que estamos poniendo el énfasis en una persona centrada en la persona, esto no sale de la nada, no se hacen magia. Ya no queremos dar más esa imagen de que dejamos abandonados a los mayores, por tanto vamos a trabajar para ello. 

Cuando termino una entrevista y una persona de 90 años me dice: ay hija mía qué a gusto, ojalá cambie la cosa, en la residencia…”, y me da un dolor porque pienso que esto cambiará como mucho cuando me toque a mí, pero las cosas de palacio van despacio y un cambio de paradigma requieren su tiempo.   
 
 

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