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La escasez de agua amenaza a casi un tercio de la humanidad
FIRMA INVITADA
LA ESCASEZ DE AGUA AMENAZA A CASI UN TERCIO DE LA HUMANIDAD
Fernando Valladares
LA ESCASEZ DE AGUA AMENAZA A CASI UN TERCIO DE LA HUMANIDAD
Las Naciones Unidas hablan de “fracaso moral” al referirse a la carencia de agua potable en numerosas poblaciones humanas. El reconocimiento en julio de 2010 por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas del acceso básico al agua y al saneamiento como un derecho humano tiene relación directa con la condición del agua como bien público esencial para la vida y para la economía.

Agua en cantidad y en calidad suficientes es algo imprescindible para el desarrollo de la sociedad y para la lucha contra la pobreza y las enfermedades en cualquier parte del mundo. Es un recurso indispensable en el mantenimiento de los ecosistemas, pero sobre todo es un derecho esencial para la vida y la dignidad de los seres humanos. El carácter trasversal del agua hace que sea una pieza fundamental para el desarrollo sostenible y por ello se dedica el sexto de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible (ODS) a garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todas las personas. Pero la realidad a los seis años de haberse lanzado la agenda 2030 de los ODS es muy decepcionante. Hoy, uno de cada cinco niños en el mundo carece de agua suficiente para satisfacer sus necesidades diarias; la mayoría se encuentran en África Oriental y Meridional (58% del total de estos niños), seguida de África Occidental y Central (31%), Asia Meridional (25%) y Oriente Medio (23%). La crisis mundial del agua es una realidad que el cambio climático no hará más que empeorar: se calcula que para 2030 uno de cada cuatro niños del mundo vivirá en zonas con carencia extrema de agua y unos 700 millones de personas deberán movilizarse empujados por la escasez de agua.

Por si los números relativos a la escasez de agua para el ser humano no fueran suficientemente alarmantes, ahora sabemos que el hogar de una de cada tres personas del mundo está amenazado por la escasez de agua inducida por el cambio climático. Las zonas secas, el hogar de 2.100 millones de personas, están siendo especialmente impactadas por el nuevo clima que ya ha afectado a 213 millones de personas en esas regiones. Presentes en todos los continentes aunque con mayor presencia en África y Asia, las tierras secas asientan a miles de importantes comunidades rurales y urbanas, incluidas algunas de las mayores ciudades del mundo, como El Cairo, Ciudad de México o Nueva Delhi. Las tierras secas constituyen el 41% de la superficie terrestre mundial y el 45% de la superficie agrícola. Estudios recientes revelan que el agua, su punto más débil, se está convirtiendo en una amenaza todavía mayor: las zonas secas se encuentran entre los ecosistemas más vulnerables al cambio antropogénico del clima y corren grave riesgo de desertificación. Sólo en el periodo 1982-2015, el 6% de las tierras secas del mundo sufrieron una desertificación profunda debido a las prácticas insostenibles en el uso de la tierra agravadas por el cambio climático antropogénico. A pesar de haber favorecido un reverdecimiento global, el cambio climático ha degradado ya el 12,6% de las tierras secas, es decir, la friolera de 5,4 millones de km2. Resulta particularmente difícil la resolución de estos problemas y la prevención eficaz de los riesgos crecientes de desertificación porque el 93% de las comunidades afectadas se localizan en países económicamente desfavorecidos.

Las tierras secas se definen por una relación inferior a 0,65 entre la precipitación media anual y la evapotranspiración, es decir la pérdida de agua por evaporación y por la transpiración de animales y plantes. La escasez de agua propia de estas zonas afecta tanto a los ecosistemas naturales como a los gestionados por el ser humano, y limita la ganadería, la agricultura, así como la producción de madera y forraje, reduciendo la prestación de numerosos servicios ambientales. Durante milenios, las tierras secas se han visto muy alteradas por una combinación de factores naturales de tipo climático (precipitaciones erráticas y en ocasiones torrenciales, sequías intensas y fuertes olas de calor) o biológico como las plagas de langostas, y, sobre todo, por actividades humanas como el uso del fuego para gestionar la vegetación, el pastoreo extensivo, la recolección de madera y otros productos forestales, así como por la práctica de diversos cultivos. Los suelos de las tierras secas suelen ser muy vulnerables a la erosión eólica e hídrica, están sometidos a una intensa meteorización mineral y son poco fértiles debido al bajo contenido de materia orgánica en la capa superior del suelo.

 

Hablar de limitaciones hídricas es hablar de limitaciones agrícolas.

 

El cambio climático antropogénico ha reducido la productividad agrícola mundial en aproximadamente un 21% desde 1961, una desaceleración que equivale a perder los últimos 7 años de productividad agrícola. El efecto es sustancialmente más grave (una reducción de ~26-34%) en las regiones más cálidas de África, América Latina y el Caribe. Se ha observado en general que la agricultura mundial se ha vuelto más vulnerable al cambio climático, acrecentando los graves problemas derivados en la actualidad de la escasez de agua.

Comprender el papel del cambio climático antropogénico y el de los distintos usos de la tierra en el impulso de la desertificación es esencial para dar respuestas políticas eficaces ante la desertificación creciente de las extensas zonas secas que cubren la Tierra, unas zonas tan vulnerables como trascendentales para la humanidad. Este conocimiento plantea a su vez grandes desafíos para la gestión del agua en un mundo cambiante y evidencia que habría que multiplicar los esfuerzos económicos al menos por cuatro para alcanzar el ODS 6 en 2030 como se tiene previsto. Los desafíos relativos a la escasez de agua son especialmente complejos porque deben ser abordados de forma global a pesar de que su impacto a escala local es muy desigual.

 

* Las opiniones de los colaboradores y colaboradoras que se publican en AHORA corresponden únicamente a sus autores y podrían no coincidir con los valores y principios de Cruz Roja, que fomenta la participación, el debate y la libertad de expresión para contribuir a crear una sociedad plural e informada.

Fernando Valladares
Fernando Valladares
Fernando Valladares es profesor de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde dirige el grupo de Ecología y Cambio Global en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, con premios extraordinarios de licenciatura y doctorado, también es profesor asociado de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y experto en calentamiento global. Está considerado como uno de los diez científicos climáticos españoles más influyentes del mundo. Imagen de Fondo

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