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Carmen Domínguez: “Los glaciares están vivos porque el agua fluye y genera continuamente nuevas formas”
LA MIRADA DE
CARMEN DOMÍNGUEZ
“Los glaciares están vivos porque el agua fluye y genera continuamente nuevas formas”
CARMEN DOMÍNGUEZ
08/11/2021
ESCRIT PER:
ENTREVISTA PER:
Silvia Llorente
08/11/2021
ESCRIT PER:
ENTREVISTA PER:
Silvia Llorente
Glacióloga

Carmen Domínguez (más conocida como Karmenka) es experta en glaciología, aventurera y exploradora polar. Doctora en matemáticas, una conferencia sobre los glaciares impartida por el científico Adolfo Eraso le cambió la vida y el rumbo. En el 2001, y junto a Eraso, puso en marcha el proyecto GLACKMA - Glaciares, Criokarst y Medio Ambiente, asociación científica sin ánimo de lucro que estudia la evolución de los glaciares gracias a un riguroso sistema de medición. ¿Qué nos dice del calentamiento global y sus efectos? Que, ahora más que nunca, toca ponerse las pilas y cambiar actitudes y conciencias. La humanidad, y el planeta, dependen de ello. 

¿A qué se dedica exactamente una glacióloga?

A estudiar los glaciares, tratar con ellos… o con los que nos queda de ellos, mejor dicho. Otros estudios, como la paleoclimatología, estudian los lugares: los sitios donde ha habido glaciares. Pero en la glaciología nos centramos en los glaciares en sí. 

Según creo, algo de lo que más te fascinó de los glaciares, y despertó tu interés por ellos es su interior. ¿Cómo es y por qué te atrapó?

Hoy en día, con los medios de comunicación y transporte de los que disponemos, se pueden observar de más cerca. Sin embargo, cuando empecé a trabajar con glaciares no había visto ni pisado ninguno. Me imaginaba, eso sí, la masa de hielo (lo que estudias), cómo va avanzando muy lentamente…

Un glaciar, al final, es como un río helado. No está muerto ni estático, pero avanza muy lento. En las zonas altas, hay más carga de hielo; en las más bajas, se va fundiendo. Pero no solo eso, puesto que dependiendo del tipo de glaciar, la superficie varía, y ves muchas formas que te indican que no solamente está el hielo, sino que este convive con el agua. El agua, que es hielo fundido, no solo avanza por la superficie a modo de ríos, sino que entra en el interior de los glaciares, donde se va fundiendo más hielo. Ahí se generan las formas: pozos, que son conductos verticales hechos en el hielo por fusión debido al flujo de ese agua. 

Y hay todo un complejo de drenaje de ese agua en el interior del glaciar. Porque penetra por estos pozos verticales, pero después va siguiendo un camino no totalmente vertical, sino con un poco de inclinación, como ríos o meandros, y generando cuevas y conductos en el interior de ese glaciar. Es como si fuera un kars, es decir, la formación de cuevas en roca; pues lo mismo, de hecho lo llamamos criokarst, que es la formación de kars (cuevas) en frío (“crio”, hielo). Ves que realmente está vivo, porque el agua fluye y genera continuamente nuevas formas.

También me llamó mucho la atención, la primera vez, el color del hielo. Descubres que es azul. No es blanco, como la superficie, porque ahí adquiere el color debido a las burbujas de agua que están dentro del hielo. En el interior esas burbujas de aire se han ido excluyendo, y vemos otro color. Cuanto más dentro, más compacto, más duro (que puede parecer que no, pero hay diferentes durezas de hielo) y más azul. Un azul intenso muy bonito.

En GLACKMA registráis y medís la actividad de los glaciares. ¿Cómo es el proceso de poner un punto de medición dentro de un glaciar y qué se obtiene de estos datos? 

Primero está la parte de exploración en el interior: conocer su drenaje. Ahí entramos con las técnicas de espeleología en hielo. En los pozos verticales y los conductos entramos hasta donde podemos, puesto que llega un punto en el que se van estrechando y ya no podemos continuar. Nosotros no, pero el agua sí sigue. De hecho, termina saliendo por el exterior, por el frente del glaciar. Agua que, recordemos, es hielo fundido.

En el año 2000 empezamos a medir ese hielo fundido: ese agua que se está perdiendo en los glaciares, de forma continua. Para ello, el método que hemos puesto en marcha es ubicar una serie de sondas que miden diferentes parámetros en el exterior del glaciar. 

Me explico: en frente del glaciar salen diferentes ríos, ya que no toda el agua del interior no sale por un único punto, sino por muchos. Nosotros, al seleccionar los glaciares en los cuales trabajamos, necesitamos que toda esa agua se junte antes de llegar al mar en un solo río para poder medirlo. También necesitamos que en el río haya un lecho de roca para fijar esas sondas, que se van a quedar ahí midiendo y registrando datos. Los datos que medimos desde GLACKMA desde el año 2000, son horarios, es decir, que cada hora tenemos registros de los diferentes glaciares que hemos seleccionado en los dos hemisferios. 

Con la descarga glaciar, que es como llamamos al hielo que se pierde en forma de agua, conocemos la evolución en tiempo presente de un primer efecto muy directo del calentamiento global o cambio climático. 

"LA RESPUESTA DEL HIELO ES PRÁCTICAMENTE INMEDIATA AL AUMENTO DE LA TEMPERATURA. POR ESO ES TAN FIABLE"
FotoCita

Ya hace una década que los glaciares alertaron de los cambios que está provocando el calentamiento global, ¿qué nos dicen ahora, en 2021?

Cuando haces una expedición… es precioso. Naturaleza pura. Sientes una paz inmensa. Sin embargo, con la recogida de datos ya estás viendo los cambios que se van produciendo. Al ir anualmente, o cada dos/tres años a los diferentes glaciares, se notan. Incluso visualmente.

Y los datos no engañan. Tenemos estaciones en el hemisferio norte, en el Ártico, y en el hemisferio sur. Una de ellas se encuentra en la zona de la Antártida insular. Aunque en GLACKMA habíamos arrancado en el año 2000, Adolfo (con quien puse en marcha el proyecto) tenía datos del año 1987 que ya había tratado de extraer. No con mediciones cada hora, ni con la misma estrategia de trabajo, pero de no tener nada a tener algo… hicimos una comparación y vimos que del año 1987 al 2000 la descarga glacial en la Antártida se había duplicado. En 13 años.

Eso nos llamó la atención. Empezamos a medir, a trabajar. Nuestra mayor sorpresa y nada agradable fue encontrarnos, después, que se volvió a duplicar en solo tres años, en esta ocasión, entre el 2003 y 2006. Que fuera el doble de descarga glaciar en 13 años ya era una burrada; así que en tres años, imagínate… Es un fenómeno de la naturaleza que tendríamos que ver no a escala humana, sino planetaria. Que en tan pocos años hayamos registrado eso es una barbaridad. Y ya entonces dimos la alarma, tratamos de avisar, de mandar trabajos, de decir que había que cambiar el rumbo. Han pasado muchos años desde entonces y es ahora, quizá, cuando estamos escuchando las noticias sobre este tema por todos los lados.

Es evidente (los datos lo dicen) que esta situación tiene que ver con el aumento de las temperaturas y estas con el comportamiento humano. ¿Cómo se relaciona esa descarga glaciar con los actos que hacemos como sociedad?

La gente ahora ya está siendo un poco más consciente, pero no hace mucho se pensaba: “Lo que pase en los polos no me afecta a mí aquí”. Y no es así. 

Cuando les hablo a los niños y niñas sobre los glaciares (y trabajo mucho en ello a nivel divulgación, para que entiendan la importancia del hielo en el planeta), les digo que son como una nevera. En una nevera tenemos el hielo y los alimentos, pero sin hielo estos no se conservan. Si la temperatura sube, y se funde el hielo, los alimentos se estropearán. Lo mismo ocurre en la Tierra. Los glaciares, en las zonas donde están y con su efecto, están generando el clima que nosotros conocemos: un clima que ha permitido que la sociedad nos hayamos podido asentar y vivamos cómodamente. 

Pero ese hielo se está perdiendo mucho más rápido de lo que tendría que estarse perdiendo. En el planeta todo está relacionado, y estamos viendo cambios en las corrientes marinas, que también regulan el clima; las corrientes a nivel de la atmósfera… el clima está transformándose. Y el problema lo vamos a tener nosotros; de hecho, cada vez estamos viendo fenómenos en pueblos o ciudades sobre esto, que se nota, que se ve: hay más sequías, lluvias más torrenciales, la nevada del año pasado, vientos cada vez más fuertes, tornados donde antes no había… 

Hay más energía en la atmósfera, más entalpía: todos los fenómenos van a ser mucho más violentos. Y el hecho de que el hielo se funda al aumentar la temperatura supone ya una respuesta muy inmediata. Por eso lo hemos seleccionado como parámetro indicativo. Hicimos muchos experimentos, midiendo cada cinco minutos; midiendo diferentes aspectos… y nos dimos cuenta de que la respuesta del hielo es prácticamente inmediata al aumento de la temperatura. Por eso es tan fiable. Es como si estuviéramos jugando un partido de tenis, donde hemos tirado una pelota y ahora nos tiene que venir de vuelta. 

Pero quienes hemos producido esto somos nosotros. Y lo digo para que seamos conscientes de lo que hemos hecho los seres humanos, de que somos los causantes de esto. Nos lo dicen los niveles de CO2, el gas con el que estamos más familiarizados porque lo hemos escuchado muchas veces. Si retrocedemos a épocas naturales de la Tierra (antes de la aparición del hombre), sabemos que ha habido épocas frías y cálidas con sus correspondientes glaciaciones y los periodos interglaciares entre medias.

El CO2 se mide en partes por millón: 180 en épocas frías, y 280 en épocas cálidas. Había esa oscilación en periodos fríos y cálidos que hemos conocido; también ha habido 9 glaciaciones (lo sabemos por los estudios paleoclimáticos) con esos datos, 180 en épocas frías; 280 en las cálidas. Llega la revolución industrial, en torno al año 1900, y el CO2 alcanza las 300 partes por millón. De ahí ha ido subiendo. Ahora nos movemos en unas 415/429 partes por millón. ¿Qué ha ocurrido? Que lo que por causas naturales se ha incrementado 100 partes por millón (de 180 a 280) en 148 siglos; nosotros, los seres humanos, lo hemos empeorado: hemos provocado un incremento de otras 100 partes por millón solo en siglo y medio. Hemos desbarajustado toda esa coherencia, esa armonía que existía en todo lo que es la vida de la tierra. Por eso, lo que podemos esperar es grave. 

"CADA UNO NOS TENEMOS QUE CENTRAR EN DISMINUIR EL CONSUMISMO, Y ENSEÑARSELO A LAS NUEVAS GENERACIONES"
FotoCita

¿Todavía hay tiempo para que se revierta la situación? ¿Cómo, a través de pequeñas acciones, se puede contribuir a ello?

Revertir no. En todo caso, que no se vaya acelerando tan rápidamente. En periodos naturales de la tierra, ese aumento de 100 partes por millón (de 180 a 280) conllevaba también una diferencia a nivel del mar de 130 metros y una variación de la temperatura media de la tierra de 10 grados. Hemos incrementado esas 100 partes por millón en un siglo y medio, pero no hemos tenido esa variación de 130 metros del nivel del mar. Y no lo hemos hecho porque ha sido todo tan rápido que no ha dado tiempo a que el proceso ocurra, pero eso no quiere decir que no esté en marcha. Tampoco hemos aumentado esos 10 grados de temperatura, pero es lo mismo: estamos en ello. 

Por tanto, el daño ya está hecho. ¿Qué podemos hacer? Amortiguar: ralentizar. Está claro que el sistema económico y social que llevamos, que hemos elegido, no funciona. Actualmente, se mide la generación de riqueza y el crecimiento de los países por PIB. Erróneo. Nuestro principal objetivo tendría que ser priorizar que los ecosistemas sean sostenibles. 

Tendríamos que eliminar por completo los gases contaminantes de vida corta, como los combustibles fósiles, y tratar de seguir buscando y pasarnos, de verdad, a una eficiencia energética; un almacenamiento energético; reemplazar a los combustibles fósiles. Y sí, se tiende a este cambio, pero a mí me desespera un poco porque va muy lento. Estamos reaccionando muy lentamente.

Como sociedad, tendríamos que restaurar los ecosistemas que pueden capturar grandes cantidades de CO2 en la naturaleza, como el fitoplancton, los arrecifes de coral, los bosques, las sabanas, los humedales… todo lo que, de forma natural, nos estamos cargando. Por otro lado, tendríamos que pasar a un consumo alimenticio más de origen vegetal y menos de origen animal; reducir el desperdicio alimentario que hay en el mundo; estabilizar el crecimiento de la población, que va aumentando... Para poder alimentar a toda la gente, el planeta se nos queda pequeño. 

Y todo ello con organización, con estrategias políticas a nivel global; trabajar mucho de acuerdo, que veo que cada vez es más complicado porque cuántos años llevamos a nivel político intentando hacer cambios de este tipo… y seguimos igual. Siempre se sigue igual. Acuerdos que no se cumplen mientras el tiempo pasa. Pero creo que cada uno nos tenemos que centrar en disminuir el consumismo, y enseñarselo a los pequeños, a los niños y niñas, a las nuevas generaciones. Tienen que ser conscientes.

Además, se vive mejor no siendo grandes consumistas. Se ha demostrado que, cuantas menos cosas tengas, más feliz eres. Sin embargo hoy en día el consumismo está a la orden del día. Y somos muchos millones de personas en el mundo. Y alguien, en un ámbito más pequeño, puede pensar: “Esto que yo hago no vale para nada”. Pero si lo hiciéramos todos… podríamos movernos hacia un lado o hacia otro. Nos falta conciencia de equipo.

La divulgación es otra de las actividades que realizáis en GLACKMA. ¿Por qué es tan importante?

Cuando vimos cómo estaba afectando el calentamiento global, nos focalizamos en hacer llegar ese mensaje: había que hacer algo. Pero políticamente no nos movemos, llevamos una inercia tan pesada que no se avanza. Y es cierto que las mentalidades adultas, aunque ahora son más sensibles a la naturaleza, resultan difíciles de cambiar. Pero los niños y niñas van a ser lo que les enseñes.

Cada uno en sus futuras profesiones tendrá su función. No creo que haya profesiones más o menos importantes, pero todos tenemos que funcionar en coherencia, como si fuéramos las partes de un cuerpo, cada uno con su misión. Pues bien: cada uno de esos niños o niñas estará realizando una acción diferente en el futuro, en un entorno distinto, pero si desde su infancia les hemos enseñado a amar la naturaleza la van a amar y respetar estén donde estén.

Es más: cuando hacemos divulgación con niños y niñas y les contamos todo lo que hacemos en las expediciones, y les preguntamos después qué pueden hacer, compruebas cómo su cabeza empieza a dar vuelta. Se ponen a pensar en ello, y te sorprendes mucho. Dices: fíjate. Y es ahí.

El resto a veces es desesperante. Nosotros nos hemos dejado nuestros ahorros; los hemos destinado todo a mantener la continuidad del proyecto y a mantener las estaciones midiendo. Ahora tendríamos que cambiarlas (estamos en proceso de financiación)... pero al menos nos aferramos a la divulgación y con eso vamos a seguir. Después de 20 años midiendo y registrando, nos preguntamos a veces si ha valido para algo. Si nos han hecho caso. Si chillamos y es que no nos oyen. Pero bueno, mientras tanto, hay que buscar donde sembrar, y con los pequeños hay futuro. 

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