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Ángel Martín: “Mientras estaba en lo más profundo no existía el humor”
LA MIRADA DE
ÁNGEL MARTÍN
“Mientras estaba en lo más profundo no existía el humor”
ÁNGEL MARTÍN
24/05/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Marta Pamblanco
24/05/2022
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Marta Pamblanco
Presentador de televisión y humorista

Ángel Martín es presentador, monologuista, guionista, actor, músico y streamer. Considerado uno de los humoristas más prestigiosos de nuestro país, empezó su carrera como cómico de stand-up, y dio el salto a la fama en el programa Sé lo que hicisteis (La Sexta), junto con Patricia Conde. También ha presentado el programa de divulgación científica Órbita Laika, en La 2, y participado en Dar cera, pulir #0 en Movistar+. En 2020, arrancó el podcast Misterios cotidianos, junto con José Lozano, y comenzó a subir a su perfil de Twitter el Informativo matinal para ahorrar tiempo. Por si las voces vuelven (Planeta, 2021) es su primer libro. En él cuenta en primera persona su relación con la locura y la enfermedad mental y explica cómo fue su experiencia, y posterior recuperación, tras sufrir un brote psicótico. 

Presentador de televisión y humorista

¿Por qué te decides a contar tu historia en Por si las voces vuelven? ¿Fue una decisión completamente propia o alguien te animó a hacerlo?

Fue una decisión completamente mía. Cuando surgió la posibilidad de escribir el libro nadie sabía lo que me había pasado. Absolutamente nadie. Y pensé que era la oportunidad ideal para recoger todo lo que yo no encontré cuando lo necesité. Nada más salir del hospital, lo primero que hice fue tratar de buscar (creo que todos lo hacemos después de algo así) algún libro que me diera pistas de cómo empezar a remontar de forma urgente. Pero no localicé nada. 

Todos los hilos que encontraba estaban relacionados con términos médicos de ciencia del cerebro, psicología… Sin embargo, en ese momento no tienes fuerzas para estudiar: lo que necesitas son pistas de cómo empezar a remontar. Y, como no encontré ese libro, cuando surgió la oportunidad de escribir, pensé “voy a escribir el libro que yo no encontré”, para que, si de repente alguien busca algo parecido, lo pueda encontrar. Y, si le sirve mi experiencia, genial. 

El libro es un relato a pecho descubierto. ¿Tuviste en algún momento miedo al rechazo?

No me planteé en ningún momento las consecuencias que podría tener contar mi historia. Ha sido a raíz de publicarlo cuando ese tipo de preguntas han surgido, pero no a mí, sino al resto de gente, sobre todo a los periodistas. Son los que más se preguntan si no me daba miedo contar algo así. Sin embargo, yo jamás me planteé si contar esto me podría perjudicar o no. 

En realidad entras en este proceso con la intención de echar un cable a quien le pueda servir, así que… no, no hubo ningún miedo ni ningún fantasma acechando. Tampoco te planteas qué pasará si no sale bien. Simplemente tratas de que se entienda, de que sea lo más claro posible y de que quien te lea tenga todas las herramientas que puedes ofrecerle a raíz de lo que te ha servido a ti. 

Haces mucho hincapié a lo largo del libro en la importancia de la figura de tu pareja durante todo el proceso, pero ¿cómo lo vivió el resto de tu entorno? ¿Sentiste apoyo?

No me he sentado a hablar con ellos de cómo han vivido este proceso, la verdad. Estaba tan centrado en vivirlo yo y salir adelante, que me parecía secundario el cómo lo estuvieran viviendo ellos, sobre todo porque no han sido ellos los que lo han sufrido. Entiendo que, como mi círculo es extremadamente pequeño (y somos gente que nos apreciamos), lo han vivido con todos los agobios, miedos, desconciertos y preocupaciones que se vive cuando alguien a quien quieres pasa por un proceso delicado. 

En cuanto al apoyo, vivimos en ciudades distintas, así que al final el apoyo más inmediato que tienes es el de la persona que está contigo. Si hubiésemos vivido en la misma ciudad quizá habría sido distinto y a lo mejor la gente hubiese podido estar más encima (en caso de que yo hubiese querido dejarles estar más encima, claro). 

Una de las cosas que yo también quería era que mi vida fuera lo más parecida posible a antes del ingreso. No quería de repente tener la sensación de que todo mi entorno estaba encima, preocupándose por mí, porque eso realmente no me servía de nada. Como entrar en un mundo un poco más falso. Y no quería eso.

Dicen que más importante que cuidar la salud mental de uno mismo es aprender a cuidar la de los demás. ¿Cómo podemos detectar que alguien cercano necesita de nuestra ayuda y cómo aprender a cuidarle? ¿Cree que en esos momentos es mejor ayudar sin verbalizar el problema o ser franco y decir “necesitas ayuda”?

Las dos cosas son compatibles, una no excluye a la otra. También creo que deberíamos ser algo más honestos con la gente. Y, cuando conoces a alguien muy bien, sabes perfectamente si esa persona está bien o está mal. Otra cosa es que no quieras involucrarte tú, y eso es lo que sucede generalmente; que ves que alguien está mal, pero decides no involucrarte porque eso va alterar tu vida de alguna forma. O a lo mejor no sabes cómo involucrarte y, en ese caso, decides mantenerte al margen. 

No digo que esto esté mal, sino que cada uno debe ser honesto con la decisión que tome. Cuando tú le preguntas a una amiga cómo está y te dice “estoy bien”, tú sabes cuando está mintiendo. Lo sabes. Así que puedes fingir que la crees, o irte a casa y pensar “¿por qué me está mintiendo? ¿Qué es lo que puede estar yendo mal?”. 

Cada uno tiene la suficiente confianza con su entorno como para decirle a un amigo: “Creo que se te está yendo de las manos la gestión de lo que sea que te esté pasando y necesitas un cable.” Cada uno decide el lenguaje que puede tener con los suyos.

Estamos en un momento donde se habla cada vez más de salud mental, ¿crees que es un boom que se desinflará, o ha llegado de forma indiscutible para quedarse? 

Desde el lugar en el que estoy ahora es muy complicado saberlo, porque estoy teniendo muchas conversaciones relacionadas con esto y mi sensación es que es un tema que está sobre la mesa. Como cuando trabajas en la tele, y parece que todo el mundo habla de ello y está de moda, pero, al salir de ese círculo, te das cuenta de que la gente hace años que no ve la tele. Entonces… es muy difícil opinar de si algo está sobre la mesa o no cuando tú estás precisamente en esa mesa.

Creo que la forma de saberlo es esperar un poco o tratar de verlo desde fuera. Sí tengo la percepción de que hay más gente a la que le empieza a dar menos apuro mencionar que quizá necesite ayuda o que quizá tiene alguien cerca que necesite ayuda. La verdad sobre esto se sabrá en un par de años, cuando veamos si era una moda o si realmente era que se había abierto la caja de Pandora y la gente empezaba a decir abiertamente: “Oye, necesito un cable para ciertas cosas”.

¿Cómo era tu visión de la salud mental antes de todo esto y en qué ha cambiado? 

No tenía ninguna opinión formada. Cero. Al no haber tenido ningún caso cercano lo suficientemente potente como para prestarle atención, jamás me había formado una opinión sobre la salud mental. Nada.

Durante el confinamiento, Cruz Roja lanzó ‘Cruz Roja Te Escucha’, un servicio telefónico de ayuda psicológica. ¿Hasta qué punto es importante que haya alguien que escuche nuestra historia? 

Me parece que lo primero es que la gente sepa que tiene esa opción (que no sé si lo sabe). Entiendo que, si necesitas que te escuchen, saber que hay un sitio donde te van a escuchar es infinitamente mejor. 

Lo que hay que entender también es que esto no termina ahí. En el momento en que tú abres una puerta y le dices a alguien que le escuchas es muy importante generar la sensación de “no te he escuchado ahora de forma puntual, sino que hemos empezado algo, tú y yo juntos”. Eso es importante. 

Personalmente, nunca me he visto en la situación de sentir que necesitaba levantar el teléfono y charlar aunque fuera con un desconocido. Siempre he sido alguien que ha tratado de gestionar sus cosas y su cabeza por sí mismo. Probablemente así me ha ido. 

Sin embargo, creo que si levantara el teléfono con la necesidad de que alguien me escuchara y tuviera la sensación de que al otro lado hay alguien que me está escuchando, es muy probable que me generara la sensación de “he encontrado a alguien”. Entonces, o bien esa persona vuelve a estar cuando le llame y vamos a trabajar juntos en que yo esté bien; o se convierte en “solo me cogieron el teléfono una vez y luego yo sigo con lo mío”. Eso creo que puede generar una sensación de efecto rebote un poco rara. 

Es extraña esta comparación, pero yo creo que debe funcionar un poco como los embudos de venta. En el momento en el que recibes una llamada de alguien que necesita ayuda, lo importante es que la persona que coge esa llamada sea capaz de llevar a esa otra persona hasta un sitio en el que sepa que realmente se le va a facilitar la ayuda que está pidiendo. Que la cosa va a ir bien. Eso es lo importante: que no se convierta en algo puntual. 

Dicen que el humor es terapéutico, ¿cómo te ha ayudado a ti (si lo ha hecho) a superar ciertas situaciones? 

Mientras estaba en lo más profundo, no existía el humor. De hecho, uno de los problemas que tenía en mi caso era pensar que había perdido el humor para siempre. Tenía la sensación de que jamás iba a poder volver a escribir nada, de que no iba a saber ver las cosas de otra forma y poder así construir bromas. La sensación de que eso había desaparecido por completo era uno de los lastres más grandes que yo arrastraba. No soy de esa gente que puede decir que el humor le salvó la vida porque no es real en mi caso; seguramente haya gente a la que sí, pero yo no tenía la fuerza para encontrar el humor. 

¿Qué harías si las voces volvieran? 

Leería mi libro otra vez y usaría lo que ya me he explicado a mí mismo que tengo que hacer. Seguiría las reglas. Es mi herramienta más poderosa: ante la primera señal, decirme a mí mismo que ya sé cómo manejarlo.

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