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El arte como refugio: dos historias humanas
INCLUSION SOCIAL
El arte como refugio: dos historias humanas
12/01/2021
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
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ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
  • Con el concurso ‘Refugio en Palabras y Colores’, Cruz Roja no solo quiere premiar ilustraciones y microrrelatos, sino mostrar las historias de éxito y de superación de personas refugiadas y solicitantes de asilo.

Nos hemos acostumbrado a hablar de las personas refugiadas y solicitantes de asilo en tercera persona, ¿por qué no dejar que lo hagan ellas mismas, con su propia voz, a través de la expresión artística? Más allá del término, -una persona ‘refugiada’ es aquella que huye de un país por motivos políticos, de raza, religión, orientación sexual o pertenencia social-, detrás de cada una de ellas hay siempre una historia de superación. Como la de Somar, que procede de Palestina, estudió en Granada y ahora vive en Madrid, desde donde pinta obras en las que las fronteras se funden con el fondo. O la de Leslie, que tuvo que huir de su país de origen para proteger a su hijo, y lo hizo en mitad de un embarazo de riesgo. “España también tiene un cálido pecho”, escribe ahora, mientras amamanta a su bebé en un nuevo país. Ambas comparten un mismo sueño: encontrar una nueva vida en un nuevo lugar.

Veamos algunos datos. Desde 2016, cuando la Unión Europea experimentó un pico de 1.204.804 solicitudes de asilo, el número ha evolucionado de manera desigual. Hasta septiembre de 2020, se hablaba de 311.735 personas, la mitad que en 2019. En España el número de peticiones ha ido en aumento y, en 2019, se tramitaron hasta 118.264. Tras estos números, se encuentran las personas -las nacionalidades mayoritarias son sirias, afganas, venezolanas y colombianas- que huyen de la guerra, la persecución o la amenaza para sus propias vidas y las de sus familias.

El trabajo de Cruz Roja en el ámbito de las migraciones se remonta a más de 30 años, abarcando desde la respuesta humanitaria, hasta la protección, la defensa, el apoyo y la integración de las personas inmigrantes y refugiadas. En plena pandemia por la COVID-19, y con el objetivo de que el aislamiento social no afectara de forma traumática a aquellos refugiados en situación de especial vulnerabilidad y sin redes familiares, se consideraron esenciales todas las acciones dirigidas a su atención. Y entre ellas, se impulsó la primera edición del Concurso ‘Refugio en Palabras y Colores’, que llegado a su fin, ha contado con la participación de 390 personas de todas las edades. En total, más de 270 dibujos y alrededor de 145 microrrelatos para representar lo vivido al desembarcar en España.

¿Y ahora qué tenemos? Pues tenemos sus voces. Historias en primera persona, de su día a día, su relación con la comunidad, sus objetivos y sus retos de futuro. Y desde el medio que más les representa. Porque por un lado, la pintura es una forma de expresión artística que comunica más allá de las lenguas y fronteras. Y por otro, el lenguaje tiene el poder transmisor de la palabra y la labor integradora que supone aprender el idioma. La elección de un medio de expresión u otro queda completamente a elección del artista.

El trabajo de Cruz Roja en el ámbito de las migraciones se remonta a más de 30 años, abarcando desde la respuesta humanitaria, hasta la protección, la defensa, el apoyo y la integración de las personas inmigrantes y refugiadas.

La pintura es una forma de expresión artística que comunica más allá de las lenguas y fronteras. A través de esta disciplina, las personas participantes expresan emociones y sentimientos e invitan al espectador a acercarse a su realidad entre personas de diferentes culturas, edades, géneros, circunstancias sociales y económicas, mostrando que debajo de todas estas diferencias está el principio de Humanidad, la capacidad para mirarnos, entendernos y ayudarno. En Pintura, el primer premio en la categoría Adulta ha sido para ‘La sombra del cobijo’, firmado por Somar Sallam, nacida en Palestina. El premio Juvenil ha recaído en Alina Kuvaniva, de Ucrania, y el Infantil ha sido para David Altuve Medina, de Venezuela, quien ha pintado ‘La Odisea de David’.  

Este es el palmarés de los colores, pero la iniciativa puesta en marcha por Cruz Roja también pone el foco en las palabras. La razón es evidente. El aprendizaje del idioma resulta una herramienta indispensable para la inclusión social de las personas que solicitan asilo. Por ello, es importante destacar el esfuerzo adicional que han tenido que realizar las personas que han participado en el concurso cuyas lenguas nativas no son el castellano para escribir sobre temas tan personales en una lengua diferente a la suya. El idioma en el contexto de las personas refugiadas, resultan fundamentales para su integración.  En la disciplina de Microrrelato, ha ganado el ‘Refugio Amoroso’ de Leslie María Briceño, originaria de Nicaragua, mientras que, en la categoría Juvenil, la ucraniana Eva Timchenko destaca con un texto de su vida en España.  

Estas son solo las obras ganadoras, pero hay muchísimas más. Son historias de superación, relatos de una nueva vida en nuestro país que, con la ayuda de Cruz Roja, han superado las adversidades para seguir adelante.  A pesar de la dureza de sus viencias, la mayoría de estas historias tienen algo en común: un mensaje de esperanza. Solo hay que echar un vistazo a algunos de los títulos de las obras:  ‘En busca de un nuevo comienzo’, ‘Vida soleada en España’, ‘La vida puede cambiar en segundos’, ‘Renacer’, ‘Agradecimiento nostálgico, ‘Camino a la libertad’, ‘Amor sin restriciones’.... 

 

La historia de Somar

El título de la obra de Somar no es casual: con ‘La Sombra del cobijo’, la artista quiere hablar de su situación actual en España. “Intento expresar la existencia de un lugar que no tiene fronteras claras, por lo que sus elementos y colores se funden con el fondo del cuadro, pero a pesar de ello, el conjunto sigue representando la forma del hogar”, dice. Esto significa que el cuadro habla “del cobijo”, porque así se sintió ella al intercambiar su suelo. Primero cambió el de Siria por el de Argelia, hasta que decidió ir a España dejando a su familia en Túnez.  Pasó dos meses en Melilla antes de llegar a Granada. Cumplió 30 años la noche en que cruzó en barco a la península. “Los primeros meses fueron difíciles, ahora siento que eran parte del viaje. Cuando llegué a Granada, la situación mejoró. Aprendí el idioma, conseguí una plaza en un máster de bellas artes de la Universidad y empecé a conocer a gente”. Terminó el posgrado con una de las notas más altas: 9,5
 


 

Somar reside ahora en Madrid e intenta labrarse un futuro en el campo de la ilustración infantil -la que más disfruta-, y especialmente aquella relacionada con el mundo árabe. “Decidí participar en este concurso principalmente para presentarme a través de mi trabajo”, afirma. En la actualidad, realiza encargos como freelance y busca un trabajo en el que pueda consolidar su vocación y asentarse en España.  “Espero que mis dibujos se utilicen en el futuro con fines de sensibilización y apoyo a los refugiados en el programa de Cruz Roja, y que esto sea un regreso a mi obra nuevamente en este país”, señala. Así que venir a España y realizarse en un sueño es posible mediante la integración.

La historia de Leslie 

"Hace más de dos años llegué a España con mi hijo de 17 años”, así empieza el relato de Leslie. Viajaban desde Nicaragua, dejando atrás su estabilidad y una familia, para buscar protección frente al régimen político. “Huimos de un asesino al que no le temblaba la mano para silenciarte con una bala en la cabeza o en el corazón, que podía disparar otra bala contra mi hijo que ya tenía una fragmentada en su brazo derecho”, relata. Leslie recuerda que durante las primeras noches no durmieron más de tres horas seguidas.

Sin empleo ni trabajo, solicitaron plaza en el programa de refugiados y, tras cuatro meses, recibieron la ayuda esperada. “Fue en el momento preciso, yo estaba pasando por un embarazo de riesgo y nuestras necesidades no estaban cubiertas. Confieso que antes de entrar al programa los días fueron eternos”, prosigue. Al final, su bebé nació sano y ellos empezaron a recibir la atención esperada: “Digna, cálida y humana. Siempre orientada al desarrollo y autonomía”. 

“Reconstruí mi hogar con mis hijos, mientras estudiábamos y trabajábamos cada vez que se nos ha presentado la ocasión. Hemos aprendido de la cultura española. Hemos participado en cursos y forjado nuevas relaciones. Hemos compartido nuestra historia con la de muchos otros”, agradece Leslie, quien concluye: “Vamos andando sin prisa pero sin pausa. Y fortalecemos nuestra independencia con cada paso que damos”.
 
La labor de Cruz Roja con personas refugiadas se realiza en el marco del Programa de Acogida e Integración de Personas Solicitantes de Protección Internacional del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones.  Un trabajo que trata, por una parte, de ayudarles a hacer frente a las necesidades básicas de alojamiento y manutención, pero también a resolver necesidades de naturaleza física, psicológica, sanitaria, comunicativa, social, jurídica, formativa y laboral, entre otras.  Cruz Roja busca atender las necesidades específicas de cada una de estas personas con el objetivo de prepararlas para llevar una vida autónoma, que construyan nuevas redes de apoyo social y consigan integrarse en nuestra sociedad.
 



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