Cuando el pasado 19 de septiembre entró en erupción el volcán de La Palma, Cruz Roja Española sabía cómo actuar. El volcán del Hierro que despertó en 2011 o el Teneguía, también en La Palma, que erupcionó en 1971, dejaron valiosas lecciones que han podido aplicarse en la emergencia de este año en la isla. Pero no son, ni mucho menos, los únicos volcanes en los que Cruz Roja ha intervenido. La Organización tiene experiencia en la respuesta a otros volcanes, mucho más virulentos, como el Volcán de Fuego, en Guatemala, o el Taal, en Filipinas.  

Volcán de Fuego, Guatemala 
Entró por última vez en erupción en 2018 

El volcán de Fuego es el volcán más activo de Centroamérica y uno de los más activos del mundo. El 3 de junio de 2018 entró en erupción causando la muerte de varios centenares de personas –las cifras oficiales hablan de 110 pero se baraja que puedan superar las 300 debido al gran número de desaparecidos–. Las aldeas y colonias aledañas al volcán quedaron soterradas por los violentos flujos piroclásticos. 13.000 personas tuvieron que ser evacuadas y 3.500 fueron trasladadas a albergues temporales. En total, un millón setecientas mil personas sufrieron, de un modo u otro, las consecuencias de la explosión. 

Desde Cruz Roja Española, María Teresa Sebastián y Roger Calabuig se desplazaron hasta allí para, por una parte, dar apoyo a la Cruz Roja en Guatemala, y por otro, trabajar para mitigar el impacto en la población, en especial en cuestiones relacionadas con agua y saneamiento y apoyo psicosocial. “A pesar de que hubo actividad sísmica previa, las alertas no funcionaron para la población. Una zona se evacuó pero otra no. Tampoco existían sistemas de alertas como los que conocemos hoy. Había comunidades muy cerca. Dos en concreto, colapsaron”, explica María Teresa.  “Para las personas, lo más duro fue lidiar con el luto por los familiares que habían fallecido primero y, segundo, hacer frente a las condiciones de desamparo. Desde la sociedad nacional, nosotros intentamos suplir las condiciones mínimas de las personas más vulnerables”, añade. 

María Teresa Sebastián recuerda cómo la Cruz Roja de Guatemala se volcó para dar respuesta al desastre. Voluntarios y voluntarias de la propia Cruz Roja Guatemalteca y de otras sociedades como la mexicana trabajaron sin descanso en condiciones muy duras.  Una de las labores de Cruz Roja Española fue ofrecer apoyo y cuidar a ese voluntariado. Se realizó un trabajo muy intenso con los voluntarios y voluntarias, muchos de ellos muy jóvenes, para enseñarles a gestionar el estrés y procesar todas aquellas vivencias. Esa labor fue asimilada por la sociedad nacional de Guatemala que, a su vez, fue requerida por el Gobierno para, después del desastre, ofrecer ayuda psicológica a policías y militares. También fue esencial el apoyo psicosocial a la población afectada. Son los primeros socorros psicológicos que, en este tipo de emergencias son fundamentales para que la población se recupere. En total, 11.243 personas recibieron atención psicosocial para mitigar los efectos del desastre a nivel individual y colectivo, en albergues, escuelas y comunidades. El trabajo de Cruz Roja Española también consistió en analizar las necesidades de las personas afectadas y detectar vulnerabilidades adicionales. 

Roger fue desplazado a Guatemala como responsable de agua y saneamiento. Su tarea era evaluar los daños en las fuentes de agua, plantear alternativas ante los destrozos y garantizar el agua y el saneamiento para la población evacuada. Fue una de las primeras personas en acceder a la zona cero y relata “la destrucción absoluta del volcán”.  El acceso al agua en cualquier tipo de emergencia es esencial. Se trabaja contrarreloj para que la población pueda acceder a ella y minimizar el riesgo de brotes epidemiológicos. 

Tanto María Teresa como Roger han participado en otras misiones relacionadas con desastres naturales como tifones o terremotos, pero como apunta Roger, el volcán tiene una particularidad que no tienen ciclones o terremotos: “el ciclón pasa y sabes que no va a volver, pero con la erupción de un volcán, las personas no dejan de tener miedo porque no sabes cómo va a actuar”.  La sensación de estrés es permanente en este tipo de emergencias. “Lo que más me impactó cuando estuve allí fue que la gente no podía dormir, seguían teniendo mucho miedo. En cuanto se dormían, volvían a revivirlo todo. Recuerdo una señora que llevaba muchos meses sin dormir”, afirma.   

Volcán Taal, Filipinas 
Entró por última vez en erupción en 2020 

Una situación muy diferente a la del Volcán del Fuego se vivió en enero del pasado año en Filipinas. El Taal es uno de los volcanes más pequeños del mundo. Está situado en una isla en el lago del mismo nombre y se encuentra a 50 kilómetros aproximadamente de la capital, Manila. Este volcán ha entrado en erupción 33 veces desde 1572. En 1911 causó la muerte de 1.300 personas. El 12 de enero de 2020 el Taal comenzó a expulsar lava, lo que obligó a evacuar a más de 5000 familias que vivían en los municipios de los alrededores. Desde ese momento, el Gobierno decretó la prohibición de residir en la isla, por lo que esas familias fueron desplazadas de forma permanente.  Muchas más familias (alrededor de 100.000) fueron evacuadas durante las siguientes dos semanas, aunque la mayoría pudieron volver conforme la actividad volcánica se redujo. 

La erupción del Taal en 2020 tiene similitudes con la erupción en La Palma. En Filipinas no hubo que lamentar ninguna víctima mortal, pero sí hubo muchas personas que tuvieron que abandonar sus viviendas, algunas de ellas para siempre. Los primeros días se suspendieron las clases y el trabajo en centros gubernamentales en Manila y en las provincias de Batangas y Cavite, las más afectadas por la erupción. Se cancelaron vuelos y se cerró el aeropuerto. Aunque no hubo confinamientos estrictos, el Gobierno recomendó a los ciudadanos no salir de casa y si lo hacían, utilizar gafas y mascarillas. Una gruesa capa de ceniza y humo tóxico lo cubrió todo.  

El mayor problema de la erupción del volcán no fue la lava ni los gases. Un elemento inesperado dio al traste con los planes del Gobierno de recolocar a las personas desplazadas y a aquellas cuyos medios de vida habían sido comprometidos debido a la ceniza. Dos meses después de que entrase en erupción el volcán, estalló la pandemia interrumpiendo la primera fase de emergencia. Daniel Morera y Luis Carrasco pertenecen a la delegación de Cruz Roja Española en Filipinas. Daniel recuerda cómo “la COVID-19 borró por completo los planes que había para recolocar a estas personas. A partir de ese momento, el único interlocutor que tenían era Cruz Roja. La Cruz Roja Filipina era la única capaz de recoger sus necesidades, los únicos que siempre estaban allí”. Así, centros de acogida donde las personas evacuadas tenían que haber estado, como mucho semanas, se convirtieron en meses. “Había mucho miedo, era una situación total de incertidumbre donde se vio paralizada la capacidad de respuesta”, explica Daniel desde Filipinas. Cruz Roja tuvo que adaptarse a la nueva situación hasta que, con el paso de los meses, fue volviendo poco a poco la normalidad y la fase de emergencia dio paso a la reconstrucción de las viviendas y a tratar de recuperar los medios de vida.  

Para Luis, que también ha participado en otro tipo de emergencias como terremotos o tifones, no hay tanta diferencia entre la erupción de un volcán y otros desastres. “Lo valioso de Cruz Roja es la capacidad de respuesta que tiene ante todo tipo de emergencias, también la capacidad de aprender de desastres muy diferentes. Las personas siempre están en el centro y las necesidades que tienen en una emergencia suelen ser las mismas. No son muy diferentes las necesidades de los afectados en La Palma de las personas desplazadas en Filipinas por el Taal, sus preocupaciones a corto plazo son las mismas. Una vez está cubierto lo básico ya se empieza a hablar de qué va a pasar a largo plazo. ¿Cómo van a sostener? ¿Qué podemos hacer con sus medios de vida?”, apunta.  

Volcán de El Hierro 
Entró por última vez en erupción en 2011 

La particularidad de este volcán es que se encuentra bajo del mar. Es un volcán submarino por lo que los daños, comparados con el volcán de La Palma, fueron mínimos. Las erupciones comenzaron el 10 de octubre de 2011 a 5 kilómetros aproximadamente del sur de La Restinga. Los vecinos de esta localidad, la más cercana al volcán, tuvieron que ser evacuados varias veces de forma preventiva debido sobre todo a los gases tóxicos. Hasta el 5 de marzo de 2012, 134 días después, no se dio por finalizada la erupción de este volcán submarino.  

Domingo Luis Martín es voluntario en Cruz Roja desde 1989. Actualmente es director autonómico del Centro Logístico de Emergencias en Canarias. Cuando en 2011, el volcán de la isla del Hierro comenzó era Jefe de Operaciones de la Unidad de Emergencias. Desde que en julio de 2011 comenzaron los temblores en El Hierro, la Unidad de Emergencias se desplazó a El Hierro para preparar el posible dispositivo en caso de erupción. Tres meses después, el volcán registra la primera erupción y alrededor de 200 vecinos de La Restinga, que a finales de septiembre ya habían sido evacuados preventivamente, tienen que volver a abandonar sus casas. “Una de las imágenes que se me quedó grabada fue cuando bajamos a revisar el pueblo y aquello era como el viejo oeste, era un pueblo fantasma, se escuchaba ladrar a un perro y el sonido de las persianas batiendo”, explica Domingo Luis.  

Cruz Roja realizó un despliegue importante, tanto de montaje de albergues como de ampliación de camas del hospital insular a petición del Servicio Canario de Salud. “La gente estaba nerviosa, sobre todo porque la actividad sísmica era importante, pero la ansiedad fue disminuyendo con el paso de las semanas”, apunta. ¿De qué forma lo que se vivió en El Hierro ha servido para el dispositivo de La Palma?  “Fue muy importante esa experiencia en El Hierro porque nos enseñó a trabajar en una emergencia a largo plazo. El Plan de evacuación que se ha puesto en marcha en La Palma se basó en el que vivimos en El Hierro. Ese bagaje nos ha permitido anticiparnos mucho. Aprendimos a pensar a lo grande porque hasta entonces no nos habíamos enfrentado a una emergencia que se alargara tanto en el tiempo”, concluye.

Si quieres colaborar con las personas afectadas en La Palma, puedes hacerlo a través de las siguientes formas: