Una familia de corazón - Ahora
Eduki publikatzailea
- En un pequeño pueblo de Gipuzkoa vive una familia que lleva el Principio de Humanidad de Cruz Roja por bandera. Alfredo, María y los más pequeños Ekaitz, Pablio y Lia son un ejemplo de solidaridad e implicación con la sociedad.
“Mi relación con Cruz Roja nace de muy joven, mis padres son voluntarios y por ese motivo decidí seguir sus pasos y colaborar”, comenta Alfredo, el padre de una familia guipuzcoana muy solidaria. Ver cómo sus padres ayudaban le hizo despertar y darse cuenta de lo que él era capaz de dar; un legado que sigue llevando con orgullo.
Desde ese momento comenzó su andadura junto a la Organización; un camino que parecía ir para largo y que, viéndolo en retrospectiva, así fue. Al tiempo de empezar con María, quien es ahora su mujer, se dio cuenta de que había algo que unía aún más si cabe. “Cuando empiezo con María descubro que ella también es voluntaria y surge otro factor en común”, apunta ilusionado Alfredo.
Alfredo y María vienen de familias humildes, saben lo que es pasar hambre y vivir con lo justo. Quizás fue eso lo que les movió a estar más cerca de las personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Y qué mejor forma que de la mano de Cruz Roja. “Nos parece que desde Cruz Roja se hace un trabajo muy importante, sea por la causa que sea, y nos parece que ese poquito que aportamos junto con los demás socios y socias suma”, explica el padre de la familia.
Con los años la familia comenzó a crecer y llegó Ekaitz, que ahora tiene 16 años, al tiempo Pablio, de 13, y por último Lia, de 6 años. Esto dio lugar a una familia numerosa con muchos gastos y responsabilidades a las que hacer frente día a día. A pesar de esto, un pequeño gesto seguía dirigiéndose hacia la Organización. “Somos una familia numerosa con muchos gastos y ambos tenemos sueldos normales, por lo que no podemos hacer gran cosa. Para seguir aportando decidimos hacer socios a los niños y de esa forma colaborar un poquito más”, se sincera Alfredo.
Desde Cruz Roja en Gipuzkoa han querido tener un detalle con la familia como gesto de agradecimiento por su incansable y sincera labor. Por ello, a los más pequeños de la casa o txikis (como cariñosamente se dice allí), les han entregado un diploma del que están muy orgullosos y orgullosas.
“Tanto María como yo desde pequeños aprendimos a valorar lo que normalmente no valoramos y pensamos que todo el mundo tiene. Lo más importante de la ayuda que prestamos es enseñar a nuestros hijos la importancia de ser solidarios y de valorar lo que tienen”, señala Alfredo.
"Lo más importante de la ayuda que prestamos es enseñar a nuestros hijos la importancia de ser solidarios"
a más gente, compártelo.