Javier Senent: Cruz Roja en el Mar de Castilla, una historia de compromiso en agua dulce - Ahora
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Tras más de dos décadas, el compromiso de Cruz Roja en el mar continuó vigente con el acuerdo firmado con la Administración del Estado para que nuestra labor formase parte de Salvamento Marítimo. Esa alianza sigue viva, y hoy contamos con un total de 55 bases de Salvamento Marítimo con actividad en todas las provincias costeras. Durante 2020, cerca de 2.000 personas voluntarias de Cruz Roja participaron en actividades desarrolladas en el Programa de Salvamento Marítimo. Son las voces del mar, relatos –de rescate, de prevención y preservación del medio ambiente- que llevan medio siglo vigilando lo que ocurre en el agua.
Pero Cruz Roja no solo ha sido la centinela de las aguas en el litoral peninsular, en archipiélagos y en las ciudades autónomas. También lo ha sido en embalses de diferentes zonas de interior, como en el conocido Mar de Castilla. El Mar de Castilla constituye la mayor área húmeda de la península ibérica y está compuesto por los embalses de Almoguera, Bolarque, Entrepeñas, Estremera, Zorita y el de Buendía, situados entre las provincias de Guadalajara y Cuenca. La existencia de playas a lo largo de los embalses, y un entorno natural de gran valor, hizo del Mar de Castilla un reclamo turístico en los años 60, con la apertura de urbanizaciones, merenderos y embarcaderos. También se desarrollaron actividades náuticas que perviven hasta hoy. Estos parajes han atraído –todavía lo hacen– a miles de visitantes. Durante muchos años, equipos especializados de Cruz Roja recorrieron sus aguas prestando ayuda cuando alguna embarcación o algún bañista lo necesitaban.
Una de esas voces que recuerdan las actuaciones de Cruz Roja en el Mar de Castilla es Juan Faustino, que durante quince años fue segundo Jefe de la Cruz Roja del Mar en Guadalajara. Juan era voluntario. Todos los sábados, domingos y festivos durante los meses de verano, Juan y otros compañeros del equipo se levantaban de madrugada para recorrer los 50 kilómetros que los separaban de los embalses. Allí patrullaban por tierra, dando consejos a los bañistas, y por agua, vigilando a las embarcaciones. Conocí a Juan en 1972 cuando comencé de voluntario en Cruz Roja en Guadalajara, y sé de primera mano, que Juan y el resto del equipo se han jugado la vida en infinidad de ocasiones para ayudar a cualquiera que estuviera en peligro.
El agua de embalses y pantanos encierra más peligros de los que a primera vista pudiese parecer. La aparente tranquilidad de estas aguas, a menudo oculta corrientes o fuertes desniveles del terreno, que provocan cambios bruscos de profundidad que pueden sorprender a los bañistas. Los fondos suelen estar embarrados y en ocasiones hay fango, piedras o raíces que suponen un peligro. En una época en la que no existían ni los medios ni la formación con la que cuentan hoy los equipos de Cruz Roja, adentrarse en aquella masa de agua dulce no era baladí. Juan ha salvado muchas vidas, por desgracia también ha tenido que bucear buscando a muchas personas desaparecidas. Su compromiso, como el de tantos voluntarios y voluntarias vinculados a Salvamento Marítimo, era tan fuerte que durante aquellos años, muchas veces, primero estuvo Cruz Roja y después su familia. Tampoco era infrecuente que entre semana, durante la jornada laboral, la Guardia Civil acudiese a buscar a Juan y al resto de miembros a sus respectivos lugares de trabajo para que interviniesen en alguna actividad de búsqueda. Juan recuerda aquellos años con muchísimo cariño, y cuando coincidimos, siempre hay tiempo para alguna anécdota, como la del bebé que lograron reanimar después de sacarlo del agua y cuya vida, tras 20 minutos en lo que no respondía, salvaron. Hasta Leganés se fueron Juan y el resto del equipo de Cruz Roja que participaron en la actuación para ser homenajeados en un partido de fútbol que se jugó en su honor, ya que el niño al que salvaron era de la localidad madrileña. Aquello era arriesgado, pero Juan admite sin ninguna duda, que lo volvería a hacer.
Aunque el Mar de Castilla todavía sigue conservando reclamos turísticos, con el paso de los años, los veraneantes que se acercaban hasta allí se desplazaron hasta las costas y la actividad de la Cruz Roja del Mar en la zona cesó. Hoy, la voz de Juan sigue relatando las historias de aquellos años en los que se ponían los cimientos del programa de Salvamento Marítimo que, en este año que acaba, cumple 50 años. Sin él, y sin todos los hombres y mujeres que formaron parte de aquellos servicios de salvamento iniciales, hoy Salvamento Marítimo no sería lo que es. El agradecimiento a Juan y a todas las personas que muchas veces a punto estuvieron de perder la vida por ayudar a los demás es infinito.
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