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Contra la soledad y por la autonomía de las personas mayores

REPORTAJES

CONTRA LA SOLEDAD Y POR LA AUTONOMÍA DE LAS PERSONAS MAYORES

Contra la soledad y por la autonomía de las personas mayores
La pandemia de la COVID-19 ha golpeado a toda la sociedad, pero ha impactado con especial dureza entre las personas mayores. Las dificultades a la hora de salir al exterior y la distancia con el mundo digital son dos de las barreras que en Cruz Roja intentamos cerrar con urgencia. Al mismo tiempo, mantenemos las líneas de trabajo que ya veníamos desarrollando con estas personas: desde combatir la soledad y el maltrato, a la prevención social y la formación de personas cuidadoras.

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PARTE 1 repor mayores

Hace más de un año que nos alejamos de la normalidad y todavía intentamos recuperarla. Después de la pandemia de la COVID-19, la sociedad se viene enfrentando a un cambio sin precedentes, algo que siempre impacta con fuerza en los colectivos más vulnerables. Entre ellos, las personas mayores, sobre todo si carecen de autonomía. Puede que padezcan alguna enfermedad, y teman salir a la calle por el contagio, o quizá no lo hagan porque su edificio no tiene ascensor. Las hay con dificultades para hacer la compra, seguir unos hábitos de vida saludables o valerse de las herramientas tecnológicas. Por desgracia, muchas de ellas viven una soledad no escogida, sin contacto con familiares ni amigos, y no pueden mitigar el aislamiento con un WhatsApp. 

A lo largo de este año tan singular, desde Cruz Roja hemos creado nuevos proyectos de acompañamiento y hemos reforzado las líneas de asistencia que ya llevábamos a cabo. El Área de Personas Mayores, con Discapacidad y Cuidadoras de Cruz Roja, que atiende a cerca de 260.000 personas al año, es de por sí la más activa en cuanto al número de personas beneficiarias e intensidad de las intervenciones. Pero a raíz de la pandemia, sus responsables han visto cómo se incrementaban los perfiles vulnerables y aparecían nuevas necesidades. “Una de las primeras cosas que hicimos en la desescalada fue el acompañamiento en el paseo. La gente nos decía que quería salir y nuestros voluntarios y voluntarias iban con ellos, cumpliendo con todos los protocolos de seguridad. También aprovechamos el verano para hacer muchas actividades al aire libre porque sabíamos que venía un otoño complicado y que era importante respirar“, afirma Joaquín Pérez, responsable del Programa de Personas Mayores, con discapacidad y cuidadoras de Cruz Roja. 

Una pareja de voluntarias acompañó a Antonia, de 99 años, en su primer paseo después del confinamiento. Es beneficiaria del centro de día que la Organización tiene en Mallorca. “Como se clausuró durante el estado de alarma, solo pudimos seguir a su lado por llamadas de teléfono, pero no quisimos perdernos un momento tan especial como la salida”, cuentan desde la Asamblea Provincial de Cruz Roja en Mallorca. Su caso es parecido al de María Jesús, que vive en Vitoria junto a su marido, José Luis Irazu. Ninguno de los dos puede bajar a la calle, por lo que dependen del personal de Cruz Roja para que, todas las semanas, algún voluntario o voluntaria les acompañe a pasear. “De esta manera, también se ofrece un respiro a los familiares que han estado cuidando de ellos durante el confinamiento”, asegura Eva Tolaba, la voluntaria que ha acompañado a este matrimonio en sus primeros paseos.  Como Eva, miles de voluntarios y voluntarias en todo el país dedican parte de su tiempo a mejorar la vida de las personas mayores. Si tú también estás pensando en ayudar a mejorar la vida de las personas mayores, puedes unirte desde aquí
 

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Es importante recordar que, más allá del acompañamiento, Cruz Roja desarrolla acciones de todo tipo, algunas bastante desconocidas, a favor de las personas mayores. Van desde ayudar a levantarse de la cama a quienes no pueden hacerlo por sí mismas, hasta explicarles los resultados de unas analíticas médicas, sin olvidar todo tipo de talleres para perseguir su autonomía. De hecho, desde el Área de Personas Mayores se han establecido hasta ocho líneas de acción, que atienden problemas distintos y persiguen objetivos diferenciados. Desde combatir la soledad no deseada, a erradicar el maltrato, o trabajar en la prevención de estas situaciones. Todas ellas se complementan con las estrategias transversales, como la cooperación, la perspectiva de género o la defensa de la comunidad.

PARTE 2 Una estrategia con líneas de intervención

Una estrategia con líneas de intervención


España es el segundo país del mundo con más esperanza de vida, solo por detrás de Japón, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). A priori debería ser una buena noticia. “Para la sociedad en sí es una conquista: los avances científicos nos permiten vivir más, pero es importante que sea en buenas condiciones”, reflexiona Joaquín Pérez, quien habla de dos objetivos paralelos: “Que la esperanza de vida se amplíe y que la posibilidad de tener autonomía a partir de los 65 años crezca”. Según los datos de Cruz Roja, la media de años que somos autónomos -o no dependientes- después de los 65 -la edad de jubilación en la actualidad- está en los 12’5. Pero con el paso del tiempo, va aumentando exponencialmente. 

Atendiendo a los datos del Padrón Continuo que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España hay unos 16.000 habitantes con más de 100 años. Para 2025, se prevé un incremento considerable, hasta los 150.000. ¿Tiene la sociedad española recursos suficientes para ofrecerle cobertura a estas personas mayores? Cruz Roja entiende que deberíamos incrementarlos, sobre todo a raíz de la pandemia de la COVID-19, “además de replantearnos el modelo de atención e impulsar al máximo las líneas de prevención”, opina Joaquín Pérez. Es por ello que, en 2017, se volvió a trazar la estrategia de intervención con las personas mayores y, partiendo de un análisis de sus necesidades, se establecieron ocho problemas, perfiles y objetivos.

Con estas ocho líneas de intervención, Cruz Roja quiere conseguir tres objetivos concretos, que ayudarían a resolver los problemas: mejorar los conocimientos, conseguir los recursos o emprender el proceso de desarrollo personal necesario. Y para ello, se sirve del voluntariado y del equipo técnico de la Organización, que a su vez llevan a cabo diferentes acciones: orientación, entrega de material, asistencia, mediación o acompañamiento. Estas son las líneas de intervención: 

 

  1. LA SOLEDAD. Conforme nos hacemos mayores, las relaciones sociales cambian. La jubilación supone la pérdida del espacio laboral donde se nutren y desarrollan muchas relaciones sociales y en ocasiones supone la aparición de una situación de soledad no deseada. Para ello, desde Cruz Roja nos centramos en la reconstrucción del círculo social de las personas mayores con el proyecto Enrédate, que fomenta las actividades de participación.
  2. BIENESTAR FÍSICO. Es posible reducir el impacto negativo del deterioro físico con unos hábitos de vida saludables. Hay personas mayores que no los están practicando, lo que conlleva alteraciones en su bienestar. En Cruz Roja ayudamos a las personas mayores a que cumplan con la pauta médica y fomentamos los hábitos saludables. Estas acciones se enmarcan dentro del proyecto Salud Constante.
  3. ABUSO, NEGLIGENCIA O MALTRATO. Otra de las cuestiones más urgentes, por cuanto es más frecuente de lo que creemos, es el abuso, negligencia o maltrato sobre las personas mayores. Cruz Roja trabaja en la actualidad con cerca de 3.000 personas que sufren alguna de estas situaciones, en estrecha colaboración con la la Fiscalía de  Protección y Defensa de los derechos de las Personas Mayores y con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, la Ertzaintza y los Mossos d´Esquadra . “Solamente estamos viendo la punta del iceberg”, afirma Pérez.  En este sentido, en Cruz Roja creemos que es importante no olvidarse de la parte preventiva y, a través, del proyecto de la Estrategia Buen Trato a las personas mayores, trabajamos por la promoción del trato adecuado y protección frente al maltrato.
  4. AUTONOMÍA PERSONAL. Por cuestiones de salud, física y mental, las personas pueden ir perdiendo autonomía personal conforme avanzan en edad. Entre nuestros objetivos, nos fijamos aumentar sus capacidades todo lo posible, a fin de poder desempeñar las Actividades Básicas de la Vida Diaria (ABVD) y que ganen confianza. Uno de los proyectos más destacados en este sentido es el de Ayuda a Domicilio Complementaria, en el que se fomenta la adaptación de la vivienda para reducir los posibles riesgos.   
  5. FUNCIONES COGNITIVAS. Más allá de los casos clínicos, hay personas mayores que tienen algún rango de deterioro cognitivo leve, como puede ser la pérdida de memoria. Desde el proyecto de Atención a Personas con Funciones Cognitivas Deterioradas, se intenta trabajar en el entrenamiento de sus capacidades, no ya para revertir, sino para mitigar los efectos del problema, siempre que todavía puedan valerse por sí mismas.
  6. PERSONAS CUIDADORAS. La necesidad de ofrecer cuidados adecuados, de buena calidad a personas mayores dependientes se ha puesto de manifiesto, muy especialmente tras la pandemia. Desde Cruz Roja contamos con el Multicanal SerCuidadorA y con el Proyecto de Atención a personas cuidadoras que, de forma online/teléfonica o presencial, se dirigen a personas que cuidan de forma no profesional ofreciéndoles apoyo y recursos que mejoren su formación y su gestión.
  7. FACTORES DE RIESGO. Las últimas líneas de Cruz Roja se orientan en el antes y no  tanto en el después: es decir, en la prevención de los problemas que puedan darse a futuro. Por eso, mediante la actuación sobre los factores de riesgo, procuramos preparar a la persona para afrontar el envejecimiento de manera activa, participativa y sana. Para ello, hay actividades, talleres y programas que buscan que la persona tome las riendas de su propio proceso de envejecimiento.
  8. LA CONCIENCIACIÓN. Por último, y sin perder el enfoque preventivo, es igualmente importante actuar en el entorno de este colectivo. “La forma en que otros les tratan puede ser decisiva para las personas mayores, mejorando o perjudicando su calidad de vida”, asegura Pérez. Así que, entre los objetivos fundamentales de la entidad, se ha integrado la identificación y la reducción de las barreras sociales existentes.


¿Cómo llegan hasta aquí las personas mayores? “Por el boca a boca, porque llaman directamente a Cruz Roja, por los acuerdos con los Servicios Sociales, al contactar con otras entidades…”, enumera el responsable, que también explica: “Nuestro papel es acogerlas, escuchar sus problemas y hacer un análisis de necesidades. A veces vienen pidiendo unas cosas, pero necesitan otras. Por ejemplo, quieren una muleta, y al preguntarles por qué, te cuentan que no tienen ascensor”, añade Joaquín Pérez.

PARTE 3 Mantener el entorno y facilitar la autonomía

Mantener el entorno y facilitar la autonomía

Un ejemplo de la labor que Cruz Roja desempeña con las personas mayores es el de dos voluntarios de Alicante que, diariamente, levantan a un hombre de 84 años de la cama, afectado por una discapacidad tras haber sufrido un ictus. “Le llevamos andando hasta el sofá y le felicitamos por el esfuerzo realizado”, comentan. Por la noche, los mismos compañeros regresan para acostarle, generando una relación de confianza mutua sin fisuras. Mientras tanto, se mueven por la ciudad haciendo lo propio por Encarna -“apoya los pies y juntalos un poquito”- o atienden la alerta de la Policía porque un hombre mayor ha sufrido una caída, aparentemente sin lesiones, y alguien tiene que acudir al domicilio a ayudarle. Cada vez que bajan a una persona por las escaleras, en una silla especial, le devuelven algo de libertad.

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El Proyecto de Ayuda a Domicilio Complementaria se desarrolla con un equipo de voluntariado que acompaña a las personas mayores en su día a día. Además de encargarse de los traslados -desde mucho antes de la COVID-19-, procuran que tengan una vida activa, saliendo a hacer la compra o realizando gestiones en el banco. Para dotarlas de autonomía, también trabajan en la adquisición de competencias que les permitan realizar actividades básicas, desde la mejora del lenguaje hasta la capacitación tecnológica. Además, inciden en el aspecto informativo y en la sensibilización, por ejemplo, concienciando sobre los riesgos y/o beneficios de la adaptación en la vivienda. Parece que no, pero la normalización de los productos de apoyo es todo un desafío.

PARTE 4 Reducir el aislamiento y la soledad no deseada

Reducir el aislamiento y la soledad no deseada

Cuando hablamos del problema de la soledad, nos referimos al hombre de 80 años sin familiares que no tiene con quién hablar en los días de confinamiento. O a la mujer de 75 que se quedó viuda, no puede andar para hacer la compra y se va encerrando en sí misma. Es un problema doloroso, que el proyecto Enrédate intenta abordar desde un enfoque activo y participativo, para generar redes de apoyo. Y lo hace a partir de una premisa básica: que las personas mayores continúen el mayor tiempo posible en su entorno, sin trasladarlas a ningún centro específico, “porque, en la mayoría de casos, se pueden cubrir sus necesidades en el ambiente domiciliario”.

Desde el Área de Personas Mayores, con Discapacidad y Cuidadoras de Cruz Roja, hacen mucho hincapié en “no infantilizar” al colectivo, sino al contrario,  tratar a las personas como sujetos de derechos, favoreciendo que ejerzan su propia autonomía. A veces creemos que las personas mayores no pueden decidir. Si no tienen problemas que les impidan tomar decisiones, ¿por qué no pueden elegir dónde o con quién quieren estar?”, se plantea el responsable del programa Joaquín Pérez. En esta misma línea, Pérez es partidario de centrarse en los casos de “soledad no deseada”, un problema difícil de cuantificar, que también afecta a otros perfiles sociales: personas inmigrantes, personas refugiadas o solicitantes de asilo, víctimas de violencia… Pero aquí, además, se solapa con el aislamiento.

Por tanto, las acciones para que las personas mayores no padezcan la soledad están dirigidas a fortalecer su entorno y a que recuperen sus relaciones de forma independiente. “Al final, nosotros podemos hacerles compañía en casa durante un tiempo limitado, dos o tres horas. Pero tenemos que intentar que ellas creen su propia red”, prosigue Joaquín Pérez.

Tenemos que intentar que ellas creen su propia red

Esto significa que fortalezcan lazos entre la comunidad, basándose en su propio criterio y en la afinidad real. Si bien antes de la pandemia se organizaban encuentros, talleres y otras actividades al aire libre, ahora ha habido que virtualizarlas. Por ejemplo, repartiendo tabletas o smartphones e invitando a realizar videollamadas.

PARTE 5 el papel de la tecnología

El papel de la tecnología

“Cuando estalló la pandemia de la COVID-19, entendimos que debíamos combinar la atención a las personas que ya estaban en programas, con la nueva demanda de colectivos vulnerables. Los equipos tuvieron que hacer un gran esfuerzo”, indica Pérez. Empezaron por identificar los puntos de acción más urgentes, como los centros de día, donde algunas  personas beneficiarias se quedaron sin los recursos habituales de forma repentina. “Había que seguir prestando asistencia, especialmente en los casos de deterioro cognitivo, y mantener el contacto con aquellas personas sin familia que, a la vez, presentaban demandas de higiene, medicación o alimentación”, prosigue.

Fue entonces cuando la tecnología se convirtió en la mejor aliada de Cruz Roja. Y hasta la fecha. “Hemos hecho de todo. En primer lugar, facilitamos smartphones para mantener el contacto con  las personas beneficiarias o que ellas hablasen con sus seres queridos. También elaboramos cuadernos digitales, talleres online y hasta ofrecimos clases de ejercicio con Alexa”, recuerda. Y una vez más, reivindica: “Todos sufrimos, pero las personas mayores fueron uno de los colectivos más vulnerables, no solo por una cuestión de salud, sino por la distancia con la vida online”. Mientras el resto de personas pedíamos comida vía app, ellas ni siquiera tenían la oportunidad de chatear.

¿Y ahora qué? Pues ahora, a seguir. “La pandemia ha sido un aliciente más para impulsar la línea definida en torno a la alfabetización digital. Conforme al Marco Europeo, queremos dotar de competencias digitales a las personas mayores”, constata el responsable del programa. Pero será solo otro recurso más. Todas las líneas que desde Cruz Roja llevamos a cabo seguirán trabajando en sintonía porque la sociedad puede hacer más de lo que imaginamos por las personas mayores. Y ningún dispositivo o pandemia lograrán sustituir un aspecto básico: el contacto con otras personas. “Que la tecnología no invalide el tocarnos, somos seres sociales y nos necesitamos”, concluye Pérez.  

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