La historia de los dos Miró que nacen tras salvar una vida - Ahora
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- El ‘Tapiz de Tarragona’ inicia la creación del Fondo de Arte de Cruz Roja en Cataluña que, tras 50 años de historia, cuenta con obras de Antoni Tàpies, Miquel Barceló o Xavier Mariscal.
Era 31 de diciembre de 1965. Maria Dolors Miró, la única hija del artista Joan Miró, tuvo un grave accidente en un paso a nivel ferroviario en el Camp de Tarragona. El coche en el que viajaba quedó destrozado. En ese momento, Cruz Roja se encargaba de gestionar el hospital de Tarragona. Al frente del hospital estaba en aquel momento Rafael Orozco, un joven médico, cuya carrera estaba muy vinculada a la Cruz Roja y que acabaría siendo presidente de la Organización en Cataluña. Orozco fue el responsable de tratar a Dolors de las importantes heridas que le habían provocado el accidente. Lo hizo aplicando técnicas novedosas que evitaron que tuvieran que amputarle la pierna. Un año más tarde, Dolors se recuperó por completo. Orozco y su equipo médico le habían salvado la vida.
Cuando Joan Miró quiso recompensar los servicios prestados al hospital, Rafael Orozco renunció a los honorarios y en su lugar le pidió al artista una de sus obras para colgarla en el hall de entrada del Hospital de la Cruz Roja en Tarragona del que era director. Ese fue el germen del ‘Tapiz de Tarragona’, una pieza monumental de 2,80 x 4 metros que Miró realizó junto al joven artista Josep Royo y que supuso un nuevo camino en la trayectoria del pintor barcelonés. La iconografía de este tapiz es un canto a la vida y representa la fragilidad del cuerpo frente a la robustez del espíritu. La obra fue cedida con la condición de que no abandonara jamás la ciudad de Tarragona, así que el médico que ya tenía una estrecha relación con el artista, le pidió que hiciese otra obra para la sede catalana. Así nació ‘Gràcies/Gracias’, un cuadro que es otro gesto más de gratitud hacia las personas y la organización que hicieron posible que su hija pudiese volver a caminar.
La obra descansa hoy en la sede de Cruz Roja en Catalunya, en la ciudad de Barcelona. Es un óleo sobre papel, de dimensiones considerables (1,38 x91 cm), en el que destaca la icónica cruz roja en el centro de una caja que representa a una cabina de ambulancia junto a la palabra gracias, tanto en castellano como en catalán y la famosa estrella -o sirena- que también aparecía en el ‘Tapiz de Tarragona’. Escrito a mano en la parte inferior del cuadro, Miró describe cómo decidió trabajar directamente sobre la obra para “darle más vivacidad y entrar en el corazón de la gente”. La historia de ‘Gràcies/Gracias’ no acaba aquí. El doctor Orozco en el año 1979 le pidió permiso a Joan Miró para utilizar la reproducción de la obra en los adhesivos utilizados en el conocido como “Día de la banderita”, una acción de recaudación de fondos entre la ciudadanía para financiar las actividades de Cruz Roja. El artista autorizó a la Organización a utilizar el dibujo para tal fin. Así se desprende de una carta de su puño y letra que Miró mandó a Orozco y que hoy descansa enmarcada junto al cuadro. Para ello, Miró realizó una reproducción a la que añadió un acento amarillo que realza todavía más la obra.
«Lo que cuenta es la semilla»
«Más importante que una obra de arte en sí misma es lo que sembrará. El arte puede morir, una pintura puede desaparecer. Lo que cuenta es la semilla». Así se expresaba Joan Miró en 1977. Desde entonces, la Cruz Roja ha recibido otro centenar más de donaciones de obras originales de artistas locales pero de gran renombre internacional, como Tàpies, Barceló o Guinovart. Todas tienen algo en común, como afirma el presidente de Cruz Roja en Cataluña, Josep Quitet: “El arte también puede ayudar a difundir los principios humanitarios de la Cruz Roja”.
Con los años, Cruz Roja en Cataluña ha reunido un importante conjunto de donaciones artísticas desinteresadas que han ido conformando su Fondo de Arte, uno de los más antiguos y destacados dentro del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja. Alejo, Frederic Amat, Manel Anoro, Josep Beulas, Antoni Clavé, Quim Domene, Josep Guinovart, Joan Hernàndez Pijuan, Xavier Mariscal, Assumpció Mateu, Josep Niebla, Antoni Pitxot, Albert Ràfols Casamada, Riera i Aragó, Susanna Solano o los ya citados Antonio Tàpies o Miquel Barceló, son algunos de los artistas que han donado sus obras al Fondo de Arte de Cruz Roja, un fondo gestionado a través de una Comisión de Arte formada fundamentalmente por personas voluntarias relacionadas con el mundo del arte y de la cultura.
“El arte también difunde los principios humanitarios”
Las obras cedidas tienen algo en común. Representan los valores inherentes del movimiento humanitario, valores que están presentes cada día en la labor de Cruz Roja. No se trata sólo de un conjunto de obras de arte, sino que sugieren algo más. “Con este Fondo de Arte queremos tomar el relevo de tantas historias y conservar ese patrimonio que es mucho más emocional, simbólico, que económico”, subraya Quitet. Además de artistas reconocidos, el catálogo quiere servir como elemento inspirador y abrir el Fondo de Arte a jóvenes artistas creativos que ayuden a regenerar el mensaje humanitario de Cruz Roja.
Una relación duradera con la familia Miró
La relación de Cruz Roja con la familia Miró no terminó con la muerte del pintor. En 2016, su nieto, Joan Punyet i Miró, donó 28 reproducciones de obras del artista para que fueran subastadas y sus beneficios fueron distribuidos en programas de acogida y ayuda a las personas refugiadas y migradas. La casa de subastas Christie's de Londres recaudó en esta subasta solidaria casi 50.000 euros. Por ello, en agosto de ese mismo año, Cruz Roja concedió a Joan Punyet Miró su medalla de oro. “Si no hubiese sido por Cruz Roja, yo no hubiese nacido, así que mi agradecimiento es enorme”, afirmó al recoger la medalla.
En la actualidad, el vínculo de Cruz Roja con la familia del pintor continúa a través de la Fundación Mas Miró, ubicada en el estudio del artista en Mont-roig del Camp (Tarragona). Está previsto que, cuando las circunstancias derivadas de la COVID-19 lo permitan, se organicen visitas guiadas para que personas mayores o beneficiarias de los programas de Cruz Roja puedan conocer la vida y la obra del autor. Se cierra así el círculo de una relación de más de 50 años que unió a este barcelonés universal con Cruz Roja y convirtió un gesto de agradecimiento en el embrión de un proyecto en el que arte se convierte en un altavoz que refuerza el mensaje de humanidad que sostiene a Cruz Roja.
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