Celebrar la interculturalidad con arroces de todo el mundo - Ahora
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- ‘Arroces del mundo’ es un evento que promueve la inclusión a través de la gastronomía, la música o la danza. Cerca de 50 personas vinculadas a Cruz Roja Juventud han participado en él.
Una fiesta intercultural, popular y participativa. Así es ‘Arroces del mundo’, un encuentro que quiere fomentar la interrelación entre diferentes personas y organizaciones sociales a través de la gastronomía, y que se celebró el pasado sábado en los barrios de Bilbao La Vieja, San Francisco y Zabala.
La actividad defiende la convivencia de la gente del barrio a través de la comida (y especialmente el arroz), pero también a través de la música o la danza. Cruz Roja Juventud, bajo su proyecto ‘La diversidad nuestra mejor opción’, ha participado en el evento invitando a voluntariado y familias usuarias de ‘Promoción del Éxito Escolar’ a compartir la cultura. En total, cerca de 50 personas relacionadas con la Organización han asistido.“Si hay algo que realmente une a las personas es la comida. Comer es algo que a todos/as nos gusta y nos hace sentir bien. La gastronomía es un punto de encuentro y de comunicación entre las personas más allá de las barreras culturales y del idioma, mediante la cual no solo compartimos alimentos, sino cultura. Ofrecer un espacio donde compartirla es una oportunidad de aprendizaje y de unión, mediante el intercambiando tradiciones, recetas, alimentos…”, explica Hanneke Heuseveldt, coordinadora de CRJ Bizkaia.
"La comida puede convertirse en una herramienta mediante la cual aprender"
También le parece claro en qué favorece un evento como este a personas usuarias de ‘Promoción del Éxito Escolar’: “La comida puede convertirse en una herramienta mediante la cual aprender y descubrir sobre las culturas de los diferentes países, conocer las costumbres del resto de los compañeros y compartir cultura e historia de una manera lúdica y experiencial. Además de una herramienta de aprendizaje, creo que esta actividad es una oportunidad de integrar conocimientos académicos de una manera más vivencial. Conocer el origen de los alimentos, su influencia, la geografía, la historia…”, añade. Supone, además, un espacio de unión entre las familias, que muchas veces no tienen el tiempo para implicar a sus hijos e hijas en las diferentes rutinas del día a día.
Y es que, si hay un plato común entre las diferentes culturas del mundo, ese es el arroz. Por eso todas las recetas, que se han presentado a un concurso enmarcado en esta jornada, tienen este ingrediente en común. “Desde empanadillas peruanas rellenas pasando por arroces melosos con especias hasta el riquísimo arroz con pollo de Nganda (Senegal)”, concluye Hanneke Heuseveldt. Gastronomía e interculturalidad nunca se habían llevado tan bien.
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