Acompañamiento y conocimiento, la receta para reducir la inseguridad alimentaria - Ahora
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- Escoger alimentos baratos y saciantes, comer raciones pequeñas o saltarse comidas es la realidad de muchas familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad en España.
La falta de ingresos y la precariedad laboral provoca un aumento en la inseguridad alimentaria y con ello, el resultado de una dieta menos variada y saludable entre las familias. Actualmente, la inseguridad alimentaria entendida como la falta de acceso a una alimentación adecuada y nutritiva por razones económicas, sociales o culturales, afecta a 6 millones de personas en España y concretamente, a aquellos en situación de extrema vulnerabilidad.
Un estudio reciente de Cruz Roja, en colaboración con la Universidad Carlos III, ha identificado los factores que agravan esta situación, así como los esfuerzos que la Organización realiza para mitigar este problema. Entre las causas destacan el crecimiento del desempleo en España desde el 2007, el aumento de los precios de los alimentos y bebidas no alcohólicas, así como la pandemia o las consecuencias del conflicto en Ucrania.
El perfil de las personas atendidas por Cruz Roja muestra una alta vulnerabilidad. El 61,3% no están ocupadas y el 67,4% de quienes sí tienen empleo trabaja a tiempo parcial. La tasa de riesgo de pobreza y exclusión (AROPE) entre estas personas es alarmantemente alta y alcanza el 96,7%, en comparación con el 26% del conjunto de la población española.
El estudio de Cruz Roja, además, revela que el 70% de las personas atendidas por esta Organización están preocupadas por no poder alimentar adecuadamente a sus familias. La inseguridad alimentaria conlleva una dieta menos variada y saludable, lo que agrava problemas de salud como obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares. La elección de alimentos está fuertemente influenciada por el precio, con un 80,5% de la muestra que prioriza alimentos más baratos y saciantes, aunque menos nutritivos. Las mujeres suelen ser las que más se privan a sí mismas, principalmente de alimentos más saludables que destinan a sus hijos e hijas.
Esta falta de ingresos no solo reduce la variedad y calidad de la dieta, sino que también dificulta la sustitución de alimentos por razones de salud, como intolerancias alimentarias, ya que estos productos suelen ser más caros. Esta situación contribuye a un deterioro de la salud general, con un 30% de los hogares que presenta enfermedades relacionadas con malos hábitos alimentarios (obesidad, diabetes, colesterol alto, hipertensión) o intolerancias y alergias.
La velocidad de la vida actual, las largas jornadas, la disponibilidad constante de alimentos en los supermercados y los ultraprocesados provocan que muchas veces la preparación de comidas caseras y el acto de comer con calma pase a un segundo plano. Según el Índice de Alimentación Saludable (IASE), el 70,6% de las personas presentan una alimentación poco saludable y el 63,6% de las que consideraba saludable su dieta en realidad necesita cambios, por lo que hay que sensibilizar para desmontar creencias erróneas. El estudio revela un alto consumo de embutidos y fiambres (76,5%), dulces (66%) y refrescos azucarados (52,9%) y solo el 49,5% de los hogares consume frutas y el 42,6% verduras-hortalizas a diario.
Recibir educación en materia alimentaria desde edades tempranas es fundamental para saber elegir y adquirir una buena alimentación en la etapa adulta. El 93,8% de las familias con hijos e hijas del estudio -atendidas por Cruz Roja- tienen beca comedor, lo que supone un alivio económico para las familias y, además, aprenden a comer variado y saludable. En los casos de familias con muchas carencias, permite tener cubierta al menos una comida completa al día. Una vez en casa, solo el 32% de las familias preparan alimentos frescos a diario y casi la mitad de los menores de edad no participan en la compra, la elección del menú, ni la preparación de los alimentos.
Cruz Roja lleva años implementando iniciativas orientadas a garantizar el acceso a ayuda alimentaria, o bienes esenciales mediante entregas monetarias, a través del programa de Extrema vulnerabilidad, en sintonía con el ODS2: Hambre Cero. Además, desde 2021 la Organización desarrolla una estrategia de Alimentación Consciente, implementando una cultura de la ‘Alimentación Consciente y saludable’ para sensibilizar a las familias y a toda la población.
Cruz Roja se sitúa entre un modelo asistencialista y un modelo que reconoce la dignidad de la persona, su capacidad para aprender y poner en práctica los conocimientos adquiridos, su capacidad para la toma de decisiones en materia de alimentación, la gestión y responsabilidad sobre su propia salud y la sensibilización con el medioambiente.
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