Migrar y reconstruirse: cuando la empatía se convierte en hogar - Fundación Cruz Roja Española
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Migrar no es solo cruzar una frontera. Es rehacer los vínculos, reconstruir la identidad y encontrar un nuevo sentido de pertenencia. Esta fue la idea central de la séptima y última edición de las #ConversacionesHumanitarias 2025 de Fundación Cruz Roja Española, titulada “Migrar y reconstruirse. Bienestar emocional en contextos de movilidad”
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Migrar también es reconstruirse emocionalmente
Carolina Vicente abrió la conversación recordando que “la primera pérdida al migrar es la identidad y la autonomía”. Defendió la necesidad de acompañar los procesos migratorios sin paternalismos: “tenemos que hacer programas que den respuesta a lo que realmente los inmigrantes necesitan y no a lo que nosotros pensamos que puedan necesitar.
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“Yo creo que la gran pérdida es la identidad” –
Carolina Vicente
Por su parte, Guillermo Fouce subrayó la importancia de la relación con los demás como base de la salud emocional: “El factor fundamental es la relación con el otro. Nuestra tarea es generar vínculos y convivencia. Lo social es la esencia de la respuesta al malestar emocional.”
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“No se puede tolerar esa ruptura de la convivencia” –
Guillermo Fouce
Ousman Umar emocionó al público cuando reforzó la idea del poder de ser visto al compartir su testimonio el día en que Montse, una desconocida, le ofreció un vaso de agua y una mirada.
“El día que alguien me vio, se me derrumbó el mundo. No quería dinero, solo que alguien me escuchara.”
Sus palabras resonaron como un recordatorio del poder transformador de la empatía: ver, escuchar y reconocer al otro como igual.
Ousman, también comentó la necesidad de pertenencia con otra vivencia:
“En los castellers todos somos importantes: niños, adultos, hombres y mujeres. Si uno no sostiene, el castillo se cae. Aprendí que todos formamos parte del mismo equipo.”
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“El día que alguien me vio, se me derrumbó el mundo” –
Ousman Umar
Espacios para conocerse y romper el miedo
Durante el encuentro se habló también de la importancia de crear espacios para conocerse, para compartir y escucharse sin prejuicios. Cuando las personas se encuentran, las diferencias pierden peso y se revelan los deseos comunes: vivir en paz, amar, tener salud y pertenecer.
El miedo al otro, muchas veces alimentado desde la distancia o desde discursos interesados, se disuelve en el contacto humano. La convivencia no se decreta: se cultiva.
En contraste con quienes buscan dividir o generar temor, se defendió la empatía como herramienta social. El odio solo se combate con amor, con cercanía y con la decisión consciente de convivir. En tiempos donde los mensajes de exclusión se amplifican fácilmente, poner el foco en lo que nos une es un acto de resistencia.
Derechos humanos, no opiniones
Finalmente, emergió una idea clara y necesaria: cuando hablamos de derechos humanos, no hablamos de opiniones ni de ideologías. Hablamos de dignidad, de justicia y de valores que deberían ser incuestionables.
Formarnos e informarnos es clave para construir una mirada basada en los derechos y no en los prejuicios, para reconocer en cada persona —sin importar su origen, su situación o su historia— el mismo valor y la misma humanidad.
El cierre de Molo Cebrián, muy al hilo del concepto de los derechos humanos, dejó una de las frases más recordadas de la tarde:
“Somos parte del mismo equipo: el equipo de la humanidad.”
Un recordatorio de que la empatía, la escucha y los vínculos son la base de una sociedad más justa y emocionalmente sana.
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“Somos parte del mismo equipo: el equipo de la humanidad” –
Molo Cebrián
Con esta conversación, la Fundación Cruz Roja Española puso el broche final al ciclo #ConversacionesHumanitarias 2025, un año dedicado a reflexionar sobre el bienestar emocional y la vulnerabilidad.
Durante estos meses, las conversaciones han abordado temas como la soledad no deseada, la resiliencia comunitaria, la desinformación emocional o la geopolítica de las emociones, siempre con una misma convicción: el bienestar individual solo es posible cuando se sostiene colectivamente.
Este último encuentro deja una huella especial. Porque migrar, como vivir, requiere tiempo, apoyo y comunidad. Y porque en un mundo en movimiento, la empatía sigue siendo el idioma más universal.
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Las opiniones expresadas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten y no representan necesariamente la posición de la Fundación Cruz Roja Española y/o de Cruz Roja Española.