Las mil caras de la juventud - Ahora
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Las mil caras de la juventud
LAS MIL CARAS DE LA JUVENTUD
Cruz Roja
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Youssef Makhloufi Akkaoui tiene 20 años. Desde hace tres, dedica parte de su tiempo a labores de voluntariado en Cruz Roja Juventud La Rioja. Todo, dice, fue a raíz de una casualidad. “Salió una conversación en clase con un compañero que me habló muy bien de los programas de CRJ”, cuenta. Motivado por poder ayudar a otras personas, Youssef dio un paso al frente.
Su caso, pese a que alguna parte de la sociedad lo pueda calificar de “excepcional”, no es único. Durante la pandemia de la COVID-19, cerca de 20.000 personas jóvenes decidieron unirse a Cruz Roja Juventud. Llevaron alimentos y medicamentos a quienes más lo necesitaban, reforzaron tareas escolares para niños y niñas y se implicaron en campañas de sensibilización. Su esfuerzo, ilusión y apoyo han sido claves para afrontar la crisis sanitaria. Sin embargo, cuando se habla de los y las jóvenes, se suelen omitir estas actuaciones. Especialmente en los últimos meses, la juventud siempre lleva asociada una particular coletilla: macrobotellones.
Miles de jóvenes salen a beber alcohol y se concentran en diferentes puntos de todas las ciudades españolas. Lo cierto es que es un fenómeno que ya ocurría antes, pero tras la relajación de las restricciones, ha adquirido una nueva dimensión. Patricia Fernández, una de las psicólogas del equipo de Patri Psicóloga especializada en población infanto-juvenil y adicciones, explica que las razones que llevan a los y las jóvenes a estos contextos, sin embargo, son muy variadas y variopintas. “Desde simplemente salir y estar con los amigos hasta ‘porque no aguanto en casa’”, explica.
Hablar de todo ello sin mencionar la pandemia y el confinamiento, eso sí, no tendría sentido. Indudablemente, ha afectado. “Un porcentaje de adolescentes y jóvenes se encuentran en un conflicto interno de vivir una edad la cual sienten que no han podido disfrutar, puesto que han tenido que cambiar casi radicalmente la interacción y sociabilización del ‘cara a cara’ a ‘entre pantallas”, apunta Fernández. La sensación de aislamiento que ello ha producido (no solo a la juventud, sino a la sociedad en general) sumado a una relación con progenitores que no siempre es positiva y constructiva, constituye, en palabras de la psicóloga, una “bomba explosiva”. Y, en determinado momento, claro está, puede estallar.
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El botellón como escenario de socialización
Desde el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad saben que la juventud bebe. Es una realidad. “La motivación que mueve a los jóvenes al consumo de alcohol va desde la búsqueda de los efectos psicoactivos del alcohol, hasta percibir que el consumo mejora las relaciones con los demás”, recoge una campaña del organismo. No solo eso, puesto que también “sirve de evasión y es ‘útil’ en las celebraciones y momentos de fiesta, para integrarse en el grupo de iguales, y para demostrar ‘que se es adulto’”. Ya en 1998, y en una de sus canciones más coreadas, el grupo Extremoduro reconocía que “salir” y “beber” era “el rollo de siempre”. Nada nuevo bajo el sol.
El consumo de alcohol entre los y las jóvenes está muy normalizado
“El alcohol está muy normalizado y se nos olvida muchas veces que hay quienes lo utilizan como un puente que les facilita relacionarse, ser agradables, divertidos, integrarse y que nada más que estar en ese momento pasándolo bien, les afecte”, coincide Patricia Fernández, psicóloga especializada en población infanto-juvenil y adicciones. De hecho, y según datos del Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, el alcohol es la sustancia cuyo consumo está más extendido entre los y las estudiantes de 14-18 años de edad. La edad media de inicio al consumo se sitúa concretamente entre los 13 y 14 años.
Entre las motivaciones que la propia juventud expresa en relación al consumo de bebidas alcohólicas, destaca que principalmente se hace porque gusta el sabor del alcohol (71%), por diversión y placer (63,3%), para sentir emociones nuevas (15,2%) y para superar la timidez y relacionarse mejor (14,6%).
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Ser responsable, ser consciente
Para Jesús Perianes, referente nacional del área de Salud en Cruz Roja Juventud, es imposible hablar de esta situación sin conocerse: “Tienes que saber cómo te afectan las drogas y las sustancias”, evidencia. Sus palabras entroncan con algo que también menciona la psicóloga Patricia Fernández: “No se trata de demonizar el alcohol, pues ciertamente hay quienes hacen un uso responsable del mismo y no pasan a un abuso o lo que es peor, a una adicción”. Ahí está la principal distinción: “¿Lo que es responsable para mí lo es para el otro? Probablemente no, cada persona tiene sus códigos éticos y valores”, apostilla Fernández.
“No se trata de demonizar el alcohol”
Se coincide, eso sí, en el término “consumo responsable”. Es decir: ser responsable, y también consciente. Parece fácil decirlo, pero a la hora de integrarlo aparecen las dificultades. Cruz Roja Juventud trabaja, precisamente, para que la juventud sea más responsable y consciente en sus actividades de ocio. Proyectos como ‘Som.nit’, para informar, prevenir y reducir riesgos en el consumo de drogas dirigido a la juventud, o ‘Sales hoy?’, que también actúa en zonas de ocio nocturno donde se reúnen jóvenes, entre otras iniciativas, persiguen este objetivo.
Jesús Perianes estuvo implicado en este último, ‘Sales hoy’, durante cinco años. Mediante esta iniciativa, se acude a zonas de ocio y consumo, como discotecas o fiestas de pueblo, para explicarles aspectos relativos a las drogas y sus particularidades. “Por norma general, todo el mundo es súper receptivo”, cuenta el actual referente de Salud de CRJ. Se solventan dudas, se habla de algunas sustancias específicas e incluso se brindan consejos. “Por ejemplo, la resaca afecta mucho porque te deshidratas. Les recomendamos que beban mucha agua”. También desmontan mitos, como que “la gente piensa que el tabaco es relajante, pero en realidad es estimulante”. “Tenemos más conciencia del consumo perjudicial de drogas no legales, como puede ser el cannabis o la cocaína, que de las drogas sociales, que están muy aceptadas porque son legales como el alcohol y el tabaco”, reflexiona en este sentido.
Y es que, en la gran era de la comunicación, todavía falta por colonizar algunos espacios con cifras, datos e información. “Hace falta más información y psicoeducación al respecto. El consumo de drogas se tiene muy a la ligera y en consulta veo a jóvenes que han sufrido brotes psicóticos o que están diagnosticados de esquizofrenia a raíz de consumos”, señala Patricia Fernández, que también asegura que “aunque parezca ‘que no puede pasar’, pasa. Y, cuando pasa, no hay vuelta atrás”.
En 2020, y a nivel estatal, 246 personas voluntarias según datos de CRJ formaron parte de proyectos relacionados con la prevención del consumo de drogas; en su mayoría, a través de acciones de sensibilización en espacios de ocio que contaron con 827 participantes. Además, 6.646 personas participaron en talleres de sensibilización y prevención. Unos datos más bajos que los de 2019 debido a las restricciones y al escaso ocio nocturno debido a la COVID-19.
Youssef Makhloufi Akkaoui es voluntario en el proyecto ‘REDOX’, que se lleva a cabo en La Rioja. Su finalidad es sensibilizar a los y las jóvenes sobre el consumo abusivo de drogas a través de metodologías basadas en el juego. Lo principal, asegura Youssef, “es conseguir que nos escuchen cuando hablamos sobre drogas, alcohol, sexualidad y feminismo”. Para ello, los voluntarios y las voluntarias llevan a cabo diferentes actividades como caminar con gafas de alcovista (visión tras el consumo de alcohol), dibujar y explicar las partes sexuales femeninas y masculinas, o hacer un juego de preguntas sobre sexualidad, feminismo, drogas, alcohol y conducción. Él, a título personal, no tiene dudas de lo que le aporta esta iniciativa: “Intento que haya una mejora en la sociedad”. Y algo más: “Sentirme útil”.
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Faltan espacios y sobran prejuicios
“Obviamente, la juventud no es perfecta. Nadie lo es”. Youssef Makhloufi Akkaoui se posiciona así frente a los prejuicios que se han ido alimentando en base a una situación, la de los botellones, que en su opinión no define a los y las jóvenes. “Es verdad que se proyecta una mala imagen socialmente, pero también la juventud es el colectivo más castigado por la crisis. Se han perdido empleos, hay gente que sigue formándose, y los que no ‘tienen la suerte’ ya sabemos el tipo de empleos que se ofrecen…”, lamenta. “A la sociedad le duele ser señalada, pero creo que deberíamos dejar de echar la culpa a la juventud y, en su lugar, construir juntos”.
“La juventud no es perfecta. Nadie lo es”
También Jesús Perianes considera que existe una connotación “muy negativa” sobre la juventud. “Sí, hay botellones; sí, a lo mejor hay consumos irresponsables, pero también consciencia”, recalca.
Patricia Fernández considera, en este sentido, que “las alternativas de ocio han disminuido” debido a la pandemia, las restricciones, y los cierres de bares o locales que no han podido continuar con sus negocios. También ha influido el hecho de que se hayan encarecido otros planes. “El otro día, unos jóvenes me decían: ‘Me sale mejor comprarme una litrona de un euro que un tercio en un bar, y voy a hacer lo mismo: beber y estar con mis amigos’. O: ‘Si no tengo dinero ni paga, ¿cómo voy a ir al cine o a la bolera?’”, indica. Y añade una verdad demoledora: “Sinceramente, tienen razón. Aunque evidentemente tienen otras opciones de las que poder tirar, no les falta razón en que hay quienes tienen más difícil acceder a planes de ocio más saludables y lúdicos”, indica.
Frente a todo ello, la educación (como siempre) es la solución. “Es algo que se tiene que potenciar entre todo el mundo; y con todo el mundo no me refiero a adultos de referencia (padres, familiares), sino también a los centros educativos y a los políticos que se encargan de ello. Es algo que nos compete a todos y que podemos aportar nuestro granito de arena”, concluye Fernández.
Ni una, ni dos, ni tres: mil caras son las que tiene la juventud.
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