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Jóvenes vulnerables ante el reto de la pandemia y la digitalización acelerada

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JÓVENES VULNERABLES ANTE EL RETO DE LA PANDEMIA Y LA DIGITALIZACIÓN ACELERADA

Jóvenes vulnerables ante el reto de la pandemia y la digitalización acelerada
La duplicación del número de personas de entre 16 y 30 años que han requerido asistencia de Cruz Roja Española durante el primer año de la COVID-19 ha motivado la elaboración de un estudio que concluye que la digitalización y la pandemia son aspectos transversales para la vida, la educación y el empleo de este colectivo.

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jovenes digitalizacion parte 1

En un escenario, como una pandemia global, con la capacidad de parar el mundo durante varios meses, las ramificaciones derivadas de esta crisis sanitaria y socioeconómica —a la que se suman factores como la digitalización acelerada, la globalización, el envejecimiento poblacional y las migraciones— han tenido un impacto en la vida de todas las personas jóvenes, pero especialmente de aquellas que ya estaban en una situación de desventaja social. Así lo evidencia el hecho de que casi se haya duplicado el número de miembros de este sector de población que han requerido el apoyo de Cruz Roja Española en diversos ámbitos. Un cambio de dinámica detectado por la entidad, que se ha traducido en el estudio ‘Los y las jóvenes y el reto de la digitalización en la COVID-19: Competencias para la vida, el empleo y la educación’, con la intención, primero de analizar las causas, y después de abordar los retos y necesidades derivadas de un contexto que ha colocado a un gran número de personas de esta franja de edad en situación de vulnerabilidad. 

jovenes y digitalizacion parte 2

De ciudadanas a supervivientes 

“Hay unas fronteras que siempre nos preocupan, que son las que hacen que una persona pase de ser ciudadana a superviviente”, explicaba Toni Bruel, coordinador general de Cruz Roja en la presentación del estudio el pasado 15 de septiembre. “Pasas a tener que buscarte la vida para todo, te conviertes en un mendigo de los datos de wifi, de la búsqueda y el pago de la energía, de un hogar o un lugar donde vivir. Esas fronteras son tremendamente delicadas porque cuando eres superviviente solo tienes una preocupación, que es cómo vivir el día siguiente, pero no puedes tener una preocupación por tu desarrollo personal, por tu prosperidad o por cómo vas a mejorar las condiciones de tu familia”, sentencia. Según datos de la organización, casi el doble de personas de entre 16 y 30 años —de los 99.591 registros del año 2019 a los 196.897 contabilizados en el ejercicio 2020— acudió a solicitar algún tipo de ayuda a la entidad durante el primer año de la pandemia de la COVID-19.  

El perfil mayoritario de los y las jóvenes que participan en alguno de los programas de intervención de Cruz Roja Española es el de personas en situación de riesgo, que proceden de familias que tienen dificultades para mantenerlos, una responsabilidad que en ocasiones incluso recae en ellos mismos y que, como consecuencia, complica su emancipación o hace que sea obligada. Hasta el punto de que algunos de ellos y ellas se han visto obligados a vivir en la calle y han experimentado o todavía experimentan exclusión social.  

Otro rasgo común a la mayoría de las personas jóvenes que solicitan apoyo de la organización es una baja cualificación o una cualificación no reconocida o no demandada, que desemboca en una extrema precariedad laboral o la realización del conocido como trabajo sumergido; lo que, unido al escaso nivel de competencias digitales para el empleo, les coloca en una situación de desamparo todavía mayor. Especialmente significativo, pese a ser todavía un perfil minoritario, ha sido el crecimiento en la demanda de servicios de orientación laboral ofrecidos por Cruz Roja durante la crisis de la COVID-19 por quienes tienen un nivel formativo alto y competencias. 

jovenes digitalizacion parte 3

La vulnerabilidad en cifras 

Por edades, es la franja de 25 a 30 años la que ha registrado un mayor aumento en el número de jóvenes que han requerido asistencia de Cruz Roja durante el primer año de pandemia, un 156,8 % más en 2020 respecto al 2019, seguida de los de 19 a 24 años (un 72,8 % más). Un escenario que se atribuye principalmente al mayor porcentaje de emancipación y de cargas familiares de estos grupos de población; mientras que la solicitud de asistencia en el colectivo de 16 a 18 disminuyó en un 11%.  

Andalucía y la Comunidad Valenciana son las dos regiones que han atendido a un mayor número de personas jóvenes

Andalucía y la Comunidad Valenciana son las dos regiones que han atendido a un mayor número de personas jóvenes, además de las que registraron un mayor incremento de solicitudes registraron (un 143% y un 146%, respectivamente), junto con Ceuta y Melilla, durante el 2020 respecto al periodo 2019. Por nacionalidades, el dato más llamativo, según Cruz Roja, es “el aumento de cinco puntos registrado por las personas jóvenes españolas de nacimiento (del 38 al 43%), lo que indicaría un deterioro relativo de las condiciones de vida de la población local a causa de la pandemia”. 

 

 

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Un caso de estudio 

Con estos datos sobre la mesa, Cruz Roja ha elaborado un informe que, en palabras de Estrella Rodríguez Pardo, directora de estudios e innovación social de Cruz Roja, “no pretende ser un diagnóstico individualizado y exhaustivo de las competencias de las personas jóvenes atendidas (por Cruz Roja) sino explorar su percepción acerca de ellas y los factores de riesgo que enfrenta este sector de la población, como son la pobreza y sus múltiples manifestaciones”. 

Según recoge el estudio ‘Los y las jóvenes y el reto de la digitalización en la COVID-19: Competencias para la vida, el empleo y la educación’, la mayoría de los participantes son jóvenes cuyas historias reproducen en gran medida las condiciones de riesgo o vulnerabilidad de sus familias de origen. Por ejemplo, la tasa AROPE —el porcentaje de población que, bien está por debajo del umbral de la pobreza, en situación de carencia material o vive en un hogar en desempleo o con muy baja intensidad de empleo— es del 76%, mientras que la pobreza relativa afecta al 82,3% de los participantes y la extrema al 61,9%.  

Precisamente una de las sensaciones más generalizadas entre los y las jóvenes que formaron parte de este estudio es la de “estar en un callejón sin salida”. Lo resume a la perfección María, una de las usuarias de Cruz Roja que participó en los grupos focales: “Creo que se va mejorando mi situación pero, sí, tengo mucho miedo de volver a caer, es decir, de volver a estar en un callejón sin salida y no tener ningún tipo de recurso y decir «Ahora tengo que volver a dormir, por ejemplo, debajo de un puente», no quiero. Todos los días lucho porque mis circunstancias o se mantengan igual que ahora y pueda pagarme mi alquiler y mis cosas, o que mejore, pero nunca volver atrás, porque la verdad que yo sí he estado y sigo estando, pero he estado en exclusión social y muy mal, la verdad muy muy mal”. 

Una de las sensaciones más generalizadas es la de “estar en un callejón sin salida” 

En cuanto a la formación, la mayoría (un 44%) cuenta con estudios obligatorios de primaria o secundaria, un 41% con un título de bachillerato o FP, un 10% con estudios universitarios y un 5% otro tipo de estudios. Lo cual, unido a la falta de experiencia, se traduce en un escenario en el que prima el desempleo; muchos se encuentran en esta situación, un 26% son estudiantes y un 37% de las mujeres (frente al 10% de los varones) realiza labores domésticas no remuneradas. También la precariedad laboral, como demuestra el hecho de que un 27% asegura trabajar sin contrato, un 7% en economía sumergida y un 28% con un contrato temporal a tiempo parcial, estos últimos, son principalmente jóvenes de 16 a 21 años.  

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Brecha digital y el reto de la digitalización

Otro de los grandes retos de este colectivo es la existencia de una brecha digital todavía muy lejos de cerrarse, como evidencia que cerca de la mitad de los encuestados asegura no poder cubrir sus necesidades de Internet y telefónicas. Un dato especialmente preocupante, y más teniendo en cuenta que España es el segundo país de la Unión Europea con mejores servicios públicos digitales y el quinto con la mejor conectividad, según el Índice de Economía y Sociedad Digital 2020 publicado por la Comisión Europea. También por la importancia de las habilidades digitales para el trabajo, acelerada como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, y la conversión de las nuevas tecnologías en el principal motor de transformación social y económica. Ante semejante escenario, resulta vital mejorar la educación digital de los y las jóvenes en situación de vulnerabilidad.

No deja de resultar paradójico que en una generación de nativos digitales solo entre un 22 y un 27% afirma tener competencias en este ámbito, frente a entre un 19 y un 29% que reconoce carecer de ellas, y únicamente entre el 14 y el 21% está realmente formado en la materia. Usar el móvil de forma excesiva en detrimento de otros dispositivos no ayuda a mejorar esas competencias digitales en el ámbito laboral, puesto que solo la mitad de las personas jóvenes encuestadas utiliza las TIC para buscar empleo y menos de una tercera parte lo hace como herramienta de trabajo.

Usar el móvil de forma excesiva en detrimento de otros dispositivos no ayuda a mejorar sus competencias digitales en el ámbito del empleo.

¿La parte positiva? Se trata de un sector en pleno crecimiento, por lo que la formación y la especialización en nuevas tecnologías podría suponer una oportunidad profesional para colectivos vulnerables tras la pandemia en un mercado laboral donde se prevé una gran demanda de determinados perfiles digitales. Y la mejor forma de abordar ese aprendizaje, según las conclusiones extraídas por Cruz Roja de este estudio, es teniendo muy presentes las historias personales de los y las jóvenes, así como las competencias para la vida con las que cuentan.

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Mirar al futuro 

Por último, este estudio también evidencia el poder que la frustración, la desmotivación y la falta de confianza tienen en la definición de objetivos vitales y profesionales por parte de las personas jóvenes. Del total de participantes, un 71% considera que dentro de 6 meses estará en el mismo punto en el que se encuentra. Un sentir que hace que el proceso de orientación laboral resulte todavía más complicado y complejo, pero que en Cruz Roja abordan mediante la integración de acciones que no son solo laborales, sino también vitales, sociales, culturales y psicológicas.  

No es casualidad que los y las jóvenes encuestadas valoren muy positivamente el programa de empleo y la formación para el empleo desarrollada por Cruz Roja, en gran medida por su capacidad de innovación, siempre apoyada en datos e informes, como este, que, tal y como asegura Toni Bruel, es importante “no tanto por lo tantos por ciento sino por lo que significa cada uno de los datos, por lo que representa en esas personas supervivientes que por distintos factores, desigualdad, falta de oportunidades, se encuentran en situaciones extremas, que les hacen difícil gestionar su propio desarrollo personal”. Pero advierte de que se trata tan solo del primer paso. 

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