Volver a la rutina será más fácil que nunca con estos consejos - Ahora
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- Frente a lo que pueda parecer, el fin de las vacaciones también tiene su cara positiva. Recuperar las rutinas no solo nos ayuda a ser más eficientes, sino que también tiene importantes repercusiones en nuestra salud mental.
Se define al síndrome postvacacional como el estado de irascibilidad que nos invade cuando se acaban las vacaciones y toca volver al trabajo, a la escuela, o a los quehaceres diarios. Sin embargo, y lejos de lo que pueda parecer, volver a la rutina en realidad tiene beneficios sobre nuestro organismo e incluso nuestra salud mental.
Y es que una rutina diaria, por ejemplo, nos hace más eficientes. Repetir tareas, patrones o procesos nos ayuda a fortalecer nuestras habilidades y reducir el tiempo que invertimos en ellas a la vez. Por tanto, también se ve beneficiada nuestra productividad. Pero no solo eso: voces expertas ya advirtieron en plena pandemia de la necesidad de establecer rutinas para cuidar nuestra mente. La rutina, pese a lo poco evocador que sugiere el término, es buena en muchísimos sentidos.
Volver a la rutina no siempre es, eso sí, tarea sencilla. Veamos cómo podemos hacer que este proceso sea más asumible. Poco a poco, y con buena letra.
1. Ordenar, planificar, priorizar
“Ordenar” (como propuesta) no suena especialmente apetecible. Sin embargo, aprovechar para recoger nuestro escritorio, zona de trabajo o casa a la vuelta de las vacaciones nos ayudará a amueblar nuestra cabeza. Tener un entorno donde nos sintamos cómodos y cómodas resulta fundamental para inyectar un poco de optimismo a ese regreso que no siempre afrontamos con buen humor. También podemos planificar cuáles son nuestras siguientes metas u objetivos y priorizarlos y, en todo caso, echar un ojo a las siguientes vacaciones por si queremos ir preparando el próximo viaje y establecer futuras metas. Pero, eso sí, todo con calma, paciencia y, en la medida de lo posible, una actitud positiva.
2. Lo positivo del día a día
A veces nos fijamos sueños inalcanzables porque asumimos que seremos más felices cuando los estemos realizando, pero, en realidad, suelen ser las pequeñas cosas, lo cotidiano, lo que suele constituir la semilla de esa felicidad. Por ese mismo motivo, recordemos qué rutinas nos hacen felices: por qué nos gusta nuestro trabajo, todo lo bueno que nos traerá retomar las clases en el gimnasio, o esos pequeños momentos o hábitos que disfrutamos con las personas que queremos (como cuando nos hacemos un rico café para afrontar el día, o compartimos momentos por la tarde y noche con la familia). Si nos cuesta visualizarlo, un ejercicio que podemos practicar es, al final del día, recordar (incluso apuntar en una libreta) aquellas cosas buenas que nos han pasado.
3. Relativizar y aprender
A veces se tiende a ensalzar las vacaciones como si nada malo hubiera pasado en ellas, de una forma casi idílica y alejada de la realidad. Sin embargo, ni las vacaciones son tan absolutamente perfectas ni la vuelta a la rutina tan horrible. Acordémonos, por ejemplo, de las personas que no tienen trabajo, y agradezcamos estar en una situación ligeramente más privilegiada si volver a la rutina implica regresar a un trabajo que nos gusta. Y normalicemos sentir un cierto malestar en la vuelta que, ya sabemos, es transitorio y pasará, por supuesto. Por otra parte, las vacaciones suelen ser el periodo perfecto para aprender, reflexionar o hacer balance; puede ser muy interesante que apliquemos aquello que nos ha inspirado o hemos redescubierto a nuestro día a día. Porque volver a la rutina no significa renunciar a disfrutar.
Volver a trabajar (frecuentemente) también significa situarnos frente a una pantalla. Cuidemos nuestra vista y tengamos en cuenta hábitos de higiene postural tales como levantarnos cada hora para dar un pequeño paseo (aunque solo sean unos pasos), hacer ejercicios de estiramientos, o colocar una caja o reposapiés para evitar estirar las articulaciones de forma innecesaria.
4. Hacer ejercicio, comer sano, dormir bien
Durante las vacaciones, es habitual descuidar tanto la dieta como la actividad física, así que volver a la rutina es una ocasión perfecta para volver a centrarnos en lo que es más saludable para nuestro organismo. Eso incluye, por un lado, cultivar una alimentación consciente y saludable, y tener en cuenta lo necesario que es hacer algo de ejercicio físico para mantenernos en forma. En este sentido, se aconseja tomarse el deporte con paciencia, poco a poco, y marcándose objetivos realistas y viables. Por otro lado, durante las vacaciones también es habitual que se desajusten más nuestros horarios de sueño. Recuperar la cotidianidad también es sinónimo de ir ajustando dichos horarios para dormir mejor.
5. Mejor no apurar
Un consejo que se suele repetir es que la adaptación, cuanto menos brusca, mejor. Por ese mismo motivo, se suele recomendar volver unos días antes de vacaciones para ir aclimatando todo y que la vuelta al trabajo, por ejemplo, no sea tan repentina. Acortar los días de disfrute no es algo que guste, pero a la larga tener algunos días entre medio de ambas cosas puede hacer que afrontemos mejor la vuelta a la rutina. Si este año ya hemos vuelto con el tiempo justo y hemos vivido episodios de estrés por el regreso al trabajo, anotemos este consejo para que nuestra vuelta a la rutina sea cada vez más progresiva y agradable en el futuro.
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