Núria Fosas: “La humanidad que te aporta el voluntariado nunca se pierde” - Ahora

Mi historia con Cruz Roja empezó alrededor del año 2015. Estaba estudiando Comunicación Cultural en Girona (aunque soy de Manresa), cuando uno de mis mejores amigos me dijo que se estaba planteando ir con unas amigas a hacer voluntariado en Cruz Roja. Yo ya había estado en bancos de alimentos, en protectoras de animales… mis padres siempre me han inculcado esas ganas y valores de ayudar, de compartir. Nos presentamos en Cruz Roja Girona, donde nos recibieron y nos contaron cómo lo teníamos que hacer. Una vez hicimos la formación, me decanté por el proyecto de Infancia Hospitalizada.  

El caso es que tengo una fobia extrema a los hospitales, las agujas y los médicos, pero me pareció una buena manera de ir al hospital sin necesidad de visitar a un familiar o amigo. En el proyecto acompañas a niños y niñas que, también hay que mencionarlo, no se encontraban en una situación de enfermedad muy grave; más bien estaban allí por lesiones, operaciones… Íbamos una vez por semana al Hospital Doctor Josep Trueta de Girona. En general, estábamos con ellos y ellas, les ayudábamos en lo que necesitaran, vigilábamos la sala… aunque también es cierto que jugaban mucho entre ellos. 

A la siguiente Navidad, nos apuntamos al proyecto ‘Ningún niño sin juguete’. La labor que hice fue estar en el almacén, haciendo paquetes. Me acuerdo de que repartíamos un juguete por niño, y un regalo global que podía ser para toda la familia, como un juego de mesa, por ejemplo.  

Después, empecé a estudiar un máster y al final dejé aparcado el voluntariado, pero aún tengo el carnet, y hace unos meses un amigo me pasó el certificado de las horas de voluntariado y las formaciones que hice en Cruz Roja. Lo tengo en casa. 

Un toque de realidad. No todo el mundo tiene la suerte que tenemos. A lo mejor tienes un mal día, porque te ha pasado algo, pero luego lo ves en perspectiva, al lado de los problemas reales, y aprendes a relativizar. Piensas: “Quizá mi problema no es tan grande”. Siempre lo digo: cualquier problema tiene solución menos la muerte. También te ayuda a ser más humano. Cuando hacía voluntariado, daba gracias por la suerte de que nunca me haya faltado de nada, por tener un plato caliente en la mesa. Realmente te hace abrir los ojos.  

Muchos jóvenes están concienciados con la realidad; otros, están en proceso. A la juventud se la puede concienciar por redes sociales, donde pasan mucho de su tiempo en TikTok, Instagram… al final toda ayuda es bienvenida. Creo, por otra parte, que pueden aportar un punto de vista más fresco.  

Hay una historia que lo ejemplifica bien. El coordinador del máster de fotografía que hice se encontró con un perro y se lo llevó a casa. Le dijeron que le quedaban dos días de vida, que era muy probable que se muriera, pero al final revivió. Cuando vio cómo se quitaba el cinturón un día, casi se vuelve loco, porque le habían abandonado y le habían maltratado. Y le dijeron que el único reset posible para ayudarle era meterlo en una manada de cachorritos porque así, de alguna forma, era posible hacerlo volver a un mundo más inocente, porque los animales aprenden de otros.  

Veo un símil ahí con la juventud, con esa mirada fresca e inocente, sobre cosas en las que no tienen experiencia porque no han trabajado en ello… pero precisamente por eso no están limitados. Precisamente por eso pueden ir más allá y aportar ideas locas que quizá haga falta rebajar después, pero que son nuevas y originales.  

Es otro vínculo el conocer en profundidad la Organización y todos sus proyectos… Acabas haciendo creatividades y publicando iniciativas que no conocías. Estás al día de la actualidad, de las noticias, de qué tenemos que publicar y comunicar, cómo vamos a recibir esos materiales. Hay que empaparse bien de la Organización para poder transmitir lo que hace en redes sociales.  

Hay cosas que me siguen tocando. Ahora en Navidades, con campañas como la de ‘Ningún niño sin juguete’, me acuerdo mucho de mi época de voluntaria, de cómo participé ahí. Esa parte de humanidad que te aporta el voluntariado nunca se pierde. Creo que hay personas que nacen con un sentimiento muy fuerte, lo viven mucho, y yo soy así. En septiembre estuvimos con la campaña de recogida de material escolar con Carrefour y después de estar preparando todo el día la comunicación, los materiales y las notas de prensa, cerré el ordenador y me fui a un Carrefour para ver qué podía aportar yo.  

Me considero una persona afortunada, porque ahora mismo tengo un salario, y puedo invertirlo en mi futuro o en mí misma, pero si además puedo ayudar a alguien… qué menos que hacerlo.  

Diría que es más bien educacional: de comunicar y concienciar a la gente sobre lo que está pasando en el mundo y qué hace Cruz Roja. Cruz Roja está en todos los sitios, incluso en los que menos te lo esperas. Siempre está ahí.  

A nivel personal, me asombra cómo impacta Cruz Roja. Después de todo, es el movimiento humanitario más importante, el más grande del mundo. En nuestro caso estamos comunicando a nivel nacional, pero se comparten los valores y principios, queremos que estos impacten en la sociedad y vemos que es así, que realmente hay un impacto en la gente, que estamos llegando a ella con nuestro mensaje. Es un compromiso y al mismo tiempo una responsabilidad inmensa. Una labor preciosa.