Huertos que siembran esperanza - Ahora

• Pasar una larga estancia en el hospital no es fácil para nadie. En esos momentos, en los que la soledad llega sin avisar, la compañía se puede convertir en el regalo más preciado.

Manolo es voluntario de Cruz Roja en Baleares desde hace 11 años y tras pasar por diferentes áreas de la Organización, ahora tiene una labor muy especial: pasar tiempo con personas hospitalizadas y cuidar de los huertos terapéuticos que han habilitado. “Hemos plantado unos huertos terapéuticos en los hospitales a los que acudimos y las personas que atendemos nos ayudan a mantenerlos en perfecto estado. La mayoría de los y las pacientes que visitamos se sienten muy solas, y en mi caso, cada vez que llego veo cómo se les cambia hasta la cara y eso es un regalo”, confiesa el voluntario. 

Estar en contacto con la naturaleza, realizar tareas manuales y, sobre todo, disfrutar de una buena conversación es esencial no solo para mejorar la salud física de los y las pacientes, sino también la emocional. Manolo no falla y cada semana visita el Hospital Joan March y el Hospital de Cruz Roja en Palma con la intención de sacarles una sonrisa, de mejorarles el día, aunque sea por un rato. “Los momentos por los que están pasando son complicados, cada uno tiene una situación y al final, yo intento que durante el ratito que estamos juntos se distraigan y salgan de la realidad en la que se encuentran. Les canto, les cuento historias, les bailo. Para mí es importante ver un gesto de alegría en sus caras cuando están conmigo”, comenta Manolo. 

A pesar de la fortaleza con la que cuenta Manolo y el resto del personal voluntario que visita a pacientes hospitalizados, la realidad es que lo vivido les puede pasar factura. “Hay veces que llegas, lees la lista de pacientes que visitas asiduamente y falta una persona porque ha fallecido. Es importante estar preparado ante las pérdidas y cuidarse para poder cuidar a los demás. Desde la Organización, el voluntariado contamos con talleres grupales de ventilación emocional que nos sirven mucho para soltar y hacer nuestra labor sin que nos afecte más de la cuenta”, expresa el voluntario. 

José Luis, Teresa o Encarna son algunas de las personas que reciben el acompañamiento de Manolo cada semana. Una labor que más allá de cuidar plantas, deja huella y siembra esperanza, bienestar y sonrisas.