La edad solo es un número - Ahora
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- Combatir la soledad no deseada de las personas mayores es uno de los principales objetivos de Cruz Roja. En la delegación de la Organización en Baleares están aprovechando el verano, además, para proponerles un plan irresistible: ir, como no podía ser de otra forma, a la playa.
“Individualmente, somos una gota. Juntos, somos un océano”, decía el escritor japonés Ryunosuke Satoro e, indudablemente, tenía razón. El ser humano es un ser social y, como tal, necesita relacionarse con los demás: de la unión, surge la fuerza. Una de las máximas de Cruz Roja es, precisamente, acompañar a quien lo necesita para combatir la soledad no deseada, una situación que sufren, especialmente, las personas mayores.
En Mallorca, lo sabe bien Juan Carlos Ballesteros, trabajador social y responsable del proyecto de Ayuda a Domicilio Complementaria, y del proyecto ‘Enréd@te’ de Cruz Roja. Este verano de 2021, ni siquiera la COVID-19 ha logrado frenarles para ayudar a las personas mayores a disfrutar de un día de playa, aunque, eso sí, siguen a rajatabla todas las medidas preventivas sanitarias. Y es que, aunque el proyecto surgió prácticamente de casualidad, ya se ha convertido en imprescindible para las personas usuarias, que pueden disfrutarlo también en Ibiza y Menorca.
“Debido a las restricciones de actividades en espacios cerrados, se nos ocurrió hacerlas en el exterior. Cuando estábamos planteando cómo hacerlo, dos o tres usuarias que pertenecían al proyecto nos dijeron que querían hacer salidas a la playa. Nos pusimos manos a la obra”, cuenta.
“Debido a las restricciones de actividades en espacios cerrados, se nos ocurrió hacerlas en el exterior”, dice Juan Carlos Ballesteros
Lo primero fue encontrar un voluntario que pudiera conducir un transporte adaptado. Hecho. Lo segundo: encontrar otra persona voluntaria para que se encargara de la parte más logística, relativa a las llamadas y a los grupos burbuja que van rotando en estas salidas (alrededor de unas 9 personas usuarias en total). Hecho también. “Tuvimos que limitar los grupos, porque, si no, no le tocaría a la gente repetir hasta mucho tiempo después, y queríamos que fuera algo continuo para las mismas personas”, explica Ballesteros.
El proyecto, de momento, va viento en popa. La ruta de recogida está perfectamente trazada y, una vez se pone rumbo a la playa adaptada, ya se ha gestionado la reserva de un espacio durante dos horas para los y las integrantes del proyecto. “Sociabilizan un poco, y aprovechan para darse un baño y pasear por la orilla de mar”, cuenta Ballesteros. Para ello, uno de los voluntarios se mete en el agua, mientras el otro pasea con alguna persona por la orilla. El resto de personas, mientras tanto, espera su turno sentadas en el espacio reservado (a la sombra) y conversando.
“Sociabilizan un poco, y aprovechan para darse un baño y pasear por la orilla de mar”
“De las 9 personas que hay en el proyecto, 7 reciben voluntariado a domicilio por temas de soledad”, expresa Juan Carlos Ballesteros. “Entendemos que la acción individual de la persona voluntaria a veces es insuficiente porque son personas vulnerables que están muy solas. Casi todas comparten tres problemáticas: situación de soledad, no disponer de red familiar, y tener algún problema físico, por ejemplo, una usuaria es ciega”, comenta. Por ese mismo motivo, sin la ayuda de Cruz Roja sería difícil que pudieran acceder, no solo a la playa, sino a otros espacios.
Después de la playa, el ocio cultural
“El 31 de julio fueron, por ejemplo, al cine. Desde el Ayuntamiento de Palma nos habían enviado invitaciones para un festival, y aprovechamos con las mismas personas usuarias para hacer una salida”, comenta Ballesteros. Y los planes de futuro no acaban aquí, puesto que si el grupo es constante, a finales de septiembre, cuando finalice la temporada de playa, continuarán con las salidas enfocadas al ocio cultural. “Al final, nuestro objetivo es que tengan un plan, una expectativa de vida, y que no se cierren en casa. Que tengan un motivo por el que salir y arreglarse y puedan hablar con personas en su misma situación”, cuenta el responsable.
Porque, si hay algo que suele ser habitual es considerar que las personas mayores solo padecen la soledad no deseada en épocas como Nochebuena y Navidad. “Parece que entonces nos de más lástima, pero no están únicamente solas el 24 de diciembre, sino, por ejemplo, el 27 de julio”, recalca Juan Carlos Ballesteros.
Los lazos de afecto y cariño entre voluntariado y personas mayores participantes del proyecto es tal que incluso las vacaciones se postergan. “Uno de los voluntarios del proyecto se va la última semana de agosto de viaje; y lo hace el jueves, precisamente, para que el miércoles no les falta la playa. Es un detalle que habla muy bien de él”, concluye Juan Carlos Ballesteros.
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