El 18 de diciembre se conmemora el Día Mundial de las Migraciones, una fecha destinada a poner en valor a esas millones de personas que dejan atrás sus hogares y se embarcan en un viaje con muchísimos retos. Según ACNUR, más de 108 millones de personas viven forzosamente lejos de su hogar por guerras, violencia y graves violaciones de sus derechos fundamentales. A finales de 2022, 35,3 millones de personas habían abandonado su país de origen, mientras que 62,5 millones estaban desplazadas internamente.

En España, 118.842 personas solicitaron asilo en nuestro país en 2022, lo que ha hecho que el nuestro se haya convertido en el tercero de Europa con más peticiones, solo por detrás de Alemania y Francia. Según datos del Ministerio del Interior, entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2023, se presentaron 125.164 solicitudes de protección internacional. Una de ellas fue la de Lenis. 

La inseguridad que experimentaba en Venezuela fue lo que llevó a Lenis Coronel a abandonar su país y venir a España. “Como todo emigrante, dejar tu país, tus cosas, tu familia… no es nada fácil”, expresa. Aterrizó en mayo en nuestro país tras un proceso muy tedioso. “Te ponen muchas trabas para salir de Venezuela”, expone. Escogió España, primero, por el idioma; segundo, porque “necesitaba protección”. Además de una maleta cargada hasta arriba, Lenis llegó con parte de su familia; entre ellos, sus dos primeros hijos, uno de 30 y otro de 14 años. Lo hizo con la esperanza de trabajar pronto. Pero, señala, pronto se dio cuenta de que estaba equivocada.

"Te imaginas que puedes trabajar de lo que quieras, que vas a conseguir empleo… pero no es nada fácil”, suspira. Titulada en Comercio Internacional y con 50 años, todavía no ha logrado convalidar sus estudios. “Cada país tiene sus leyes y se debe respetar”, dice desde la sede de Cruz Roja en Zaragoza, lugar en el que nos atiende, y donde se está formando a la espera de recibir el permiso de trabajo. 

“Estamos haciendo cursos para poder integrarnos en cuanto lo consigamos”, sostiene. Mientras tanto, tanto ella como su hijo mayor realizan voluntariado en Cruz Roja con la intención de brindar ayuda a quienes les han respaldado durante este tiempo. “El apoyo de Cruz Roja ha sido excelente. No es tu hogar… pero te hacen sentir que estás en familia. El cariño, la atención, de verdad que aquí hay personas muy humanas y pendientes de ti, sobre todo en el plano psicológico y mental, que es algo que afecta”, incide. 

Un recorrido por 4 países y un recuerdo en la memoria

Damin Iahdih, de 37 años, lleva solo 3 meses en España. Nació en el Sáhara Occidental, y la situación en los campamentos de refugiados fue lo que hizo que se convirtiera en emigrante. Con formación en radiología (la disciplina que se ocupa de los ultrasonidos, rayos X, resonancias…), pasó por Cuba, Panamá y Francia antes de recalar finalmente en España. “Ha sido un proceso muy largo y duro”, reconoce Damin, que solo busca seguir formándose para asentarse con su familia y tener el futuro que no pudo lograr en los campamentos de refugiados.

“Llegué a Cruz Roja e hicieron todo lo posible por mí”, explica desde Zaragoza. Pese a ello, todavía está a la espera de algunos trámites para poder agilizar el proceso de búsqueda de trabajo. Sus hijos han nacido entre nuestras fronteras, y es algo que a Damin le enorgullece, pues tiene una relación muy sentida con España, país que visitó 5 veces cuando era niño y donde estuvo con una familia de acogida de Valencia de la que guarda muy buen recuerdo, pero ningún contacto. “Es una pena, porque en aquel momento no había WhatsApp”, lamenta. 

Desde Cruz Roja se recuerda, sobre todo en estas fechas, que las personas migrantes suman. Por sus contribuciones socioculturales o al desarrollo económico y la prestación de servicios; porque la diversidad es una ventaja para el desarrollo social, cultural y económico de cualquier lugar; porque el proceso de inclusión comienza y se fortalece principalmente a nivel local (la “solidaridad de proximidad”). 

Entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2023 Cruz Roja ha atendido a cerca de 37.000 personas, de las que 93,9% eran hombres y un 6,19% mujeres. El 16% son menores de edad. En cuanto a su origen, más del 42% son de origen magrebí y más del 51% de origen subsahariano. 

Apoyo psicosocial para facilitar la integración

Sandra Espitia dejó atrás Colombia por “un tema de seguridad” y solicitó asilo en España. Con el permiso de trabajo en su poder, esta psicóloga clínica de 52 años que llegó hace 19 meses, continúa formándose y ofreciendo apoyo psicosocial en Cruz Roja y por su cuenta mientras espera a revalidar sus títulos . “El apoyo psicosocial es fundamental (y me incluyo) para adaptarnos al cambio, a este país que no es el nuestro, puesto que somos una población en riesgo vulnerable que puede verse muy afectada”, recalca. En su faceta de voluntaria, imparte todos los jueves un taller de salud mental en Cruz Roja en Zaragoza. 

“Siempre digo que Cruz Roja es oro. No es tangible, pero es oro. Acompañar, ayudar a insertarse en la vida social y laboral… es importante. Admiro y valoro mucho el trabajo que hace Cruz Roja y siempre estoy en posición de ayudar en lo que pueda”, dice.

Un empleo al final del camino

Problemas de carácter político y religioso provocaron que Ketevani, de 22 años, siguiera los pasos de su hermano y se marchara de Georgia. Sabía que en España podía pedir asilo y protección, y así lo hizo junto a su marido. Después de un año y ocho meses, Ketevani, que apenas articulaba un “hola” en castellano, se desenvuelve ahora con relativa soltura en un idioma que ya siente un poco suyo.

“Me faltan las palabras, pero Cruz Roja nos ha ayudado tanto… nos han enseñado con el idioma, también con el trabajo, con todo”, cuenta emocionada. Cruz Roja en Cantabria ha estado a su lado y, lo más importante para ella, les ha facilitado la integración en el que es ahora su nuevo hogar: “Para nosotros era muy importante eso”. 

También el acompañamiento: una palabra cálida y un abrazo. “Nos dijeron que estuviéramos tranquilos, que poco a poco, que los primeros meses son duros pero todo iría siendo más y más fácil…”, cuenta Ketevani, que también valora positivamente el respaldo de la Organización. “Después tenemos que seguir haciendo nuestra vida”, menciona, consciente de que desde Cruz Roja también se promueve la autonomía personal. Tanto ella como su marido están trabajando en estos momentos, algo que les llena de satisfacción. 

"Tenemos que seguir haciendo nuestra vida"

Durante 2023 (y hasta la fecha) el Plan de Empleo de Cruz Roja ha atendido a 5.870 personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional, de las que un 48% son mujeres. A lo largo del año, el 20% de las personas participantes se insertaron y accedieron a un empleo, como Ketevani. En cuanto a los países de procedencia mayoritarios con los que se ha realizado el itinerario laboral, son Ucrania (41%), Colombia (14%), Venezuela (11%), Afganistán, Perú y Marruecos (4%).

En Cruz Roja se realiza un itinerario de inserción laboral individualizado con el fin de mejorar sus competencias y aumentar su empleabilidad y capacitación profesional. La Organización humanitaria trabaja en estos momentos con más de 1.000 empresas, que desempeñan un papel clave en la empleabilidad y cuya función es fundamental para facilitar que las personas que buscan refugio y protección puedan acceder a un trabajo digno.