Una escuela hecha con palés y plásticos puesta en pie por los propios alumnos - Ahora
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- El Hoyo es un asentamiento de chabolas situado en Níjar (Almería) en los que migrantes africanos residen para trabajar en el campo. En aquel lugar, donde parece que nada llega, los propios residentes, con ayuda, han levantado una particular escuela para poder recibir clases de castellano.
“El año pasado fue muy difícil, estaban de pie y era muy complicado dar clase”, apunta Lourdes, voluntaria de Cruz Roja en Almería. Lourdes Fernández-Pacheco lleva dos años enseñando español y acompañando a estos chicos marroquíes de El Hoyo.
Al principio se impartían las clases a la intemperie, hasta que un día los y las educadoras sociales del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), que también acuden varios días a la semana a darles castellano, hablaron con las personas que asistían asiduamente y juntos decidieron buscar y construir un espacio que fuera comunitario. No se lo pensaron dos veces y se pusieron a ello. Con la ayuda de los materiales del SJM, las personas inmigrantes edificaron una estructura lo suficientemente grande como para acoger a los alumnos y alumnas, que ahora se ha visto ampliada gracias a la cesión de uno de los residentes del asentamiento. “Ahora las condiciones son mucho mejores, entre mi compañero y yo podemos separar al grupo en dos niveles y así es más fácil seguir el ritmo”, comenta Lourdes.
Adaptarse es una de las cosas que la voluntaria ha aprendido durante este tiempo junto a los chicos. “Lo más complicado es la continuidad de las clases porque siempre hay personas nuevas y muchos chicos que se van”, confiesa la voluntaria. En la escuela la gran mayoría son hombres de entre 20 y 35 años y la presencia de mujeres es prácticamente nula. “Tuvimos a una mujer que llevaba 17 años en España y no hablaba nada el idioma, a las mujeres les cuesta dar el paso, dan prioridad a otras labores de las que se tienen que ocupar”, añade.
Las ganas de los chicos de aprender el idioma, conversar, crecer y cuestionarse las cosas, se perciben en las palabras de Lourdes. “Se crea un vínculo muy bonito con ellos y su predisposición es absoluta, yo siempre les trato de decir que la educación puede ser un futuro para ellos. No sé si aprenderán mucho o poco, pero lo más importante de esta labor es que ellos ven que se les presta atención, que los escuchamos, que tienen un valor en la sociedad”, concluye.
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