Sara Escudero: Lo que más necesitan las personas que huyen de la guerra es ese abrazo del voluntariado - Ahora
Publicador de contidos
Sara Escudero es delegada internacional de Emergencias de Cruz Roja Española en Polonia, donde le pilló el conflicto entre Rusia y Ucrania hace ya casi un mes. Desde Varsovia, Escudero se encarga de parte de la logística y voluntariado en estrecha colaboración con la Cruz Roja Polaca. Esto es lo que nos cuenta sobre su participación en una de las crisis humanitarias más graves en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Sara, tú formas parte de Cruz Roja Española, pero en el momento de estallar la guerra estabas viviendo en Polonia. ¿Cómo fueron esos primeros días hasta que llegan las primeras personas a la frontera polaca y cómo ha cambiado la situación un mes después?
Los primeros días había un poco de confusión. Tampoco sabíamos muy bien qué iba a pasar, hasta cuándo… Las típicas cosas que no quieres que lleguen, pero al final pasan. Tras la confusión inicial de los primeros días, se movilizó rápidamente la población ucraniana y el voluntariado de Cruz Roja: canales, vías de ayuda… Algo increíble. Fue fácil articular la operación porque desde el primer momento la gente se fue sumando. Ha sido bonito formar parte de eso.
Ahora, casi un mes después de que estallara la crisis… no ha cambiado nada. Seguimos siendo el mismo grupo de gente trabajando y ayudando. Hay mucha involucración de la población civil, como en cualquier movimiento ciudadano, y de voluntariado de Cruz Roja. A pesar de que los días van sumando y existe un cierto cansancio, la motivación es la misma tras casi un mes de conflicto.
¿Cómo es tu labor actualmente allí?
Soy de las más afortunadas, porque trabajo y ayudo a la Cruz Roja Polaca en toda la gestión del voluntariado y la parte de personal que está aquí. Y estar en contacto con el voluntariado es lo más bonito y emocionante que te puede pasar en la Organización: estar codo con codo con las personas que vienen con motivaciones diferentes, pero con ganas de ayudar en lo que sea.
¿Cuál es la mayor complejidad a la que os estáis enfrentando desde el Movimiento Internacional de Cruz Roja?
Tenemos la experiencia de otras misiones, aunque en este caso hay particularidades. A diferencia de lo visto con otras poblaciones desplazadas, las personas que huyen de Ucrania no se quedan en un único punto, sino que se siguen moviendo. Cuando cruzan la frontera de Polonia los perdemos de vista. No podemos hacer un seguimiento total, y eso entraña una gran dificultad.
Lo bonito, por otro lado, es que es una operación muy integral. Trabajamos con Ucrania, con los países de la frontera, con España… por lo que, aunque es complejo, está reforzando nuestra Unidad a muchos niveles. A una familia que hemos recibido en Polonia de repente se la recibe en España unos días después. Es la grandeza de Cruz Roja: en cualquier punto podemos ayudar. Hay retos enormes, pero también apasionantes, para ayudar a muchas personas y familias.
La mayoría de personas ucranianas que salieron las primeras semanas, en muchos casos tenían redes de apoyo en otro países a los que se dirigían, pero ¿Qué pasa con aquellas personas que fuera de Ucrania no tienen a nadie?
Todo está cambiando continuamente. Durante las primeras salidas masivas (el boom que tuvimos la primera semana de marzo), las familias se iban directamente a algún lugar donde tenían familia o amigos. Ahora muchos no saben dónde ir; y otros, a través de redes (no sabemos muy bien cómo), siguen moviéndose mucho.
Pero, pese a que se está moviendo mucha gente, otra no sabe a dónde ir. Hay personas que no han salido de Ucrania, y otras que están en Polonia y se van a quedar aquí porque no tienen otro sitio donde ir. Y esa es otra de las dificultades: las personas que se van a quedar desplazadas en Polonia, el país que más personas ucranianas ha acogido. Más de 2 millones y medio de personas han cruzado la frontera en estos 28 días.
¿Cómo ha reaccionado el pueblo polaco ante la llegada de sus vecinos?
Siempre decimos que la población española es muy solidaria y es verdad, pero tengo que decir que la población polaca, que es tan diferente a la española en cuanto a costumbres y formas de ser, ha reaccionado como nosotros: se ha volcado al 150% para ayudar a la gente. Salen de trabajar y van a ayudar; los que saben idiomas están traduciendo…
Están creando una red de ayuda y soporte que es un diez. Sobre todo por las más de 1000 personas que se han sumado como voluntarios y voluntarias a la Cruz Roja Polaca, que se han acercado de forma más constante o puntual para ofrecer su colaboración. Antes había 3.000 personas voluntarias, y ahora son 4.000. Y muchas de ellas son ucranianas.
¿Qué funciones tienen los voluntarios de Cruz Roja en la frontera polaca y en el resto del país?
Tenemos varias líneas de actividad que van cambiando. Por un lado, hay equipos de rescate en la frontera brindando apoyo psicosocial, primeros auxilios… donde están los más veteranos de la Cruz Roja Polaca. También se han unido nuevas personas en todas las asambleas locales y distritos. En casi todas tenemos puntos de distribución, de recogida de lo que la gente dona, y ofrecemos información y acompañamiento a las familias, además de otros tipos de ayuda, como asistencia con niños y niñas, ropa, alimentación… Eso es lo que se está haciendo hasta ahora, pero también vamos trabajando en otras líneas. Somos muy flexibles en la intervención y esta también va cambiando.
Desde España estamos viendo casos de personas que cogen su coche y se dirigen a la frontera para llevar alimentos o enseres y a la vuelta traen a alguna familia. ¿Por qué esa solidaridad descoordinada puede llegar a ser perjudicial?
Es fenomenal que la gente tenga iniciativa, empecemos por ahí. Me encanta que todo el mundo quiera ser solidario, pero tenemos que focalizar la ayuda. A lo mejor pienso que voy a ayudar mucho yendo a la frontera para llevar alimentos, pero quizá esto no sea lo más útil. En Varsovia y otras ciudades de Polonia no hay desabastecimiento; tenemos de todo y podemos comprar de todo en poco tiempo. No estamos en una situación en la que no podamos o no tengamos acceso a mercados locales.
Por tanto, lo que cuesta viajar hasta allí, por un lado supone un gasto de dinero que podría estar destinado a ayudar; y por otro, podemos acabar causando más mal que bien. Si recogemos a personas que no saben donde van, que no tienen información, y que se montan en un coche por incertidumbre o inseguridad… Recordemos que las familias de Ucrania vienen de una crisis personal muy crítica y se encuentran en una situación muy vulnerable. En el momento en que ven una salida se unen a ella como sea y, aunque en la mayoría de los casos no es lo habitual, quizá nos podemos encontrar a personas que no vienen con buenas intenciones.
¿Qué necesitan ahora mismo las personas que están huyendo de la guerra?
Lo que más necesitan es ese abrazo del voluntariado. Ese calor humano. Sentirse acogidos. Quizá eso sea lo más demandado. Hay que ser conscientes de que hay muchas cosas que no podemos dar o que no podemos responder. Cuando las personas ucranianas nos preguntan que cuándo van a volver a trabajar, dónde van a vivir… eso no tiene una respuesta fácil, y no podemos decir que “todo va a salir bien” porque no lo sabemos. Lo que podemos decir es que vamos a hacer todo lo posible por ayudar.
La experiencia de Cruz Roja Española con personas refugiadas es muy amplia, pero ¿está preparada la Organización para este trabajo de integración con una afluencia tan grandes como la que se está dando ?
Tenemos mucha experiencia y eso es fundamental. Todo el trabajo que hay detrás, todos los profesionales (tanto voluntariado como personal laboral) que trabajan en programas de asistencia y asilo de personas refugiadas… Sí, estamos preparados. Otra cosa es que el volumen de personas no esté siendo tan escalonado como nos gustaría, y venga todo de golpe. Pero bueno, ahí está también la grandeza del Movimiento: en adaptarnos y trabajar en situaciones extremas. Para eso está Cruz Roja.
De hecho, cada operación es diferente a otra, pero esta precisamente se diferencia por la magnitud, por cómo nos hemos volcado a ayudar a las familias desde cualquier parte de Europa. Es una crisis humanitaria que nos ha pillado muy de cerca. Tenemos que estar preparados, además, para el futuro: a largo plazo. Esto es una carrera de fondo y tenemos que llegar a la meta. Y no podemos desgastarnos en los primeros kilómetros porque esta meta todavía es lejana.
Los principios de Cruz Roja, sobre todo la Neutralidad, la Independencia y la Imparcialidad están muy presentes y se entienden muy bien en este conflicto.
En cualquier crisis humanitaria tenemos que tener claros los principios. Ayudamos a cualquiera sin importar su condición, procedencia… en este caso a las personas ucranianas, pero no solo a ellas, sino también a cualquier persona rusa o de cualquier nacionalidad que lo necesite. Aparte de Ucrania, tenemos otros conflictos abiertos en los que siguen llegando personas. Tenemos que ser abanderados de nuestros principios y entender que, sea cual sea la procedencia de las personas, tenemos que proteger a la población civil y ser garantes de esa ayuda humanitaria.
¿Te ha marcado especialmente alguna historia que hayas conocido estas semanas?
Siempre nos pasan mil historias, pero si me tengo que quedar con algo… con las personas voluntarias. Esta mañana estaban preparando café, comidas, dulces, bizcochos para otros voluntarios y voluntarias. Me quedo con esa parte de ayudar a los intervinientes, de apoyar al resto del voluntariado. Cada uno encuentra su papel en esta crisis según sus capacidades para dar soporte a la operación. La importancia de todas las personas que están contribuyendo, no solo las que están en la frontera, sino las que están trabajando coordinadas para que todo salga bien.
Un mes después de que estallara el conflicto, ¿qué necesita Cruz Roja y qué podemos hacer desde España?
Tanto aquí, en Polonia, como en España, se van a necesitar personas voluntarias. Vamos a tener vecinos y vecinas ucranianos y ucranianas que necesitarán nuestro apoyo, ya sea para ayudarles con el castellano; para ayudar a niños y niñas con los deberes; para acompañar a las familias en diferentes trámites y procedimientos; para darles apoyo psicosocial… todo eso se necesitará.
También la contribución económica, porque la crisis no acabará el día en que deje de cruzar gente la frontera, sino cuando puedan retornar a sus hogares de forma segura y se puedan reconstruir zonas en Ucrania… Y reconstruir una vida que, además, no es tan fácil como reconstruir un edificio.