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- David Esteban y Albert González trabajan en Cruz Roja. Ambos han viajado recientemente a Záhony (Hungría) bajo el marco del ERU (Emergency Response Unit) de Salud para ayudar a las personas refugiadas que llegan desde Ucrania. Así ha sido su experiencia en tierras húngaras.
David Esteban forma parte del Área de Inclusión Social de Cruz Roja, donde lleva trabajando muchos años. “Me inicié siendo joven en Cruz Roja Madrid y aquí sigo”, expresa. Actualmente desempeña su labor en el Programa de Refugiados, y también es miembro del ERU (Emergency Response Unit), que se activa ante una catástrofe humanitaria internacional, como ha sucedido ante el conflicto en Ucrania. “Di disponibilidad y me convocaron para el puesto”, explica Esteban. A los pocos días, abandonaba su puesto de trabajo y se ponía rumbo a Hungría.
Similar es el caso de Albert González, médico. Asumió el rol de Team Leader en la misma ERU de Salud que Esteban en Záhony (Hungría). “Nuestra función ha sido dar soporte a la Cruz Roja Húngara, con el mandato del gobierno húngaro, para dar atención médica a los refugiados que cruzaran por esos puntos fronterizos”, explica. Concretamente, en su puesto se ha encargado de garantizar la coordinación del equipo y las acciones, y ha trabajado estrechamente con la Sociedad Nacional, en este caso de Hungría, para alcanzar los objetivos y dar calidad en el servicio. Dentro del plan de acción desarrollado durante los 3 meses que ha durado la actuación (de abril a junio), la parte psicológica ha sido una de las más relevantes.
En la parte de Psicosocial del ERU de Salud es donde ha estado implicado precisamente David Esteban. Allí, se han enfocado muy especialmente en la población ucraniana y han llevado a cabo intervenciones de contención y acompañamiento psicosocial. “Creo que en estas situaciones de crisis humanitaria no hace falta ser un experto en psicología clínica para ofrecer y dar bienestar a la persona que tienes delante. En la mayoría de los casos es suficiente con prestar atención a la persona y preguntarle si está bien y si necesita algo. Que sepa que estás ahí. Que sea consciente de que hay alguien presente ofreciendo comprensión, bienestar y confort”, declara Esteban.
"En la mayoría de los casos es suficiente con prestar atención a la persona y preguntarle si está bien y si necesita algo"
Algo que ha sorprendido a David Esteban de su experiencia en Hungría es el fenómeno basado en la salida de familias ucranianas de origen romaní. “Igual que el resto tienen pasaporte ucraniana, y sus demandas son prácticamente las mismas, pero la triste realidad es que en determinados países del centro-este de Europa a estas personas se les trata con una severidad inusitada”, apunta.
De hecho, y en cuanto a menores, se han enfocado en este tipo de población debido a estas particularidades. “Tuvimos que crear un espacio nuevo para la atención a la infancia. Un espacio abierto a todos los niños y niñas de cualquier origen pero especialmente destinado a los menores romaníes. La gran enseñanza es que conseguimos que tanto la población local de Záhony como los empleados y los operarios de la estación vieran a los niños de origen romaní como lo que son: niños. Derribar ese estereotipo es lo que me llevo, y espero que hiciera la suficiente huella para mantenerse en el tiempo”, explica.
También corrobora esta situación Albert González. “Uno de los principales focos ha sido la población romaní (lo que llamaríamos ‘población gitana’), que tienen una vida muy nómada, y antes pasaban mucho tiempo viajando por Europa y entrando y saliendo de los países”, indica. Además, ha sido habitual encontrarse en la frontera con madres con niños que estaban dejando a sus maridos detrás por la guerra, gente con discapacidades o vulnerabilidades importantes, y gente mayor. También se han atendido a personas con diversas patologías, y se han realizado controles sanitarios para prevenir y detectar la COVID-19.
"Uno de los principales focos ha sido la población romaní"
“Tuvimos un caso de una chica que había sido consumidora de droga parenteral y estaba con metadona como sustitutivo para no volver a recaer. Se había quedado sin ella porque había salido corriendo y tuvimos que gestionar su atención para que pudiera seguir con su tratamiento. También tuvimos una familia que tenía 3 hijos autistas, y a los que intentamos ayudar para seguir su viaje”, cuenta González. Para todo ello se ha trabajado codo a codo con ONGs e instituciones gubernamentales.
Entre las historias que más le han impactado durante el tiempo que ha pasado en Hungría, David Esteban, por otra parte, destaca la de una pareja cubana (“de Ucrania también huyen personas de nacionalidades diversas que en el momento de estallar la guerra se encontraban dentro del país”) que tuvieron que huir enfrentándose por el camino a muchas dificultades. Problemas en la frontera con Bielorrusia, detención, robo, kilómetros a pie… “una odisea”, califica Esteban. Finalmente, llegaron a Cruz Roja Húngara, y desde ahí pasaron a España, donde esperaban reencontrarse con sus familiares.
En cuanto a cómo Ucrania ha dejado de estar tan presente en el foco mediático, David Esteban no duda: “Los medios de comunicación funcionan así, la inmediatez es su fuerte. Todo lo que se sale de lo inmediato queda denostado o no existe”. “Como todas las emergencias internacionales, consumimos mucha información al principio, cuando es una novedad. Pero luego pasan los meses, y siempre es lo mismo: guerra, sufrimiento… al final perdemos la sensibilidad y pasamos a otras cosas: el verano, la rutina…”, incide González. Por ello, David Esteban concluye que “a día de hoy es un mero comentario dentro de la gran vorágine informativa, lo que no quita que el sufrimiento y la necesidad sigan presentes”.
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