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"Sabes que una familia ha elegido cuidarte"
INCLUSION SOCIAL
"Sabes que una familia ha elegido cuidarte"
14/12/2021
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
  • Todavía hay mucho desconocimiento sobre la figura del acogimiento familiar, que permite a niños, niñas y adolescentes con necesidades, características y circunstancias diversas disfrutar de un hogar y construir un futuro mejor. Un futuro en el que, como Carolina, tal vez ayuden a otras personas.

Dicen que hay que dar para recibir, que los que reciben también dan. Acoger para ser acogido, y en ese mensaje de vida, volver a acoger al siguiente. Carolina Libertad es el mejor ejemplo de la reciprocidad de los relatos. Tras pasar por un centro residencial, fue integrada en una familia con apenas seis años, y allí prolongó su estancia hasta pasados los 18 años. Su propia historia personal es la que, a día de hoy, pasados los 20, le ha llevado a estudiar Trabajo Social. Su principal vocación es prestar ayuda a niños, niñas y adolescentes que tienen realidades similares a la que ella tuvo.  

El acogimiento familiar es la modalidad de cuidado alternativo por excelencia para los menores de edad que se ven separados de sus familias, por circunstancias diferentes. Crecer en familia, además de constituir un derecho, ofrece la oportunidad de crecer y desarrollarse en contexto afectivo, seguro y estable, que centra su mirada en las necesidades y atenciones que requiere la infancia y adolescencia. Por eso, Cruz Roja trabaja intensamente para que todos los niños, niñas y adolescentes disfruten de un hogar. Con el lanzamiento del multicanal Ser Acogedor/A, además, se trasladó al ámbito digital la labor histórica de la Organización. Se cumplen cuatro años de su arranque, que ha facilitado el feliz desenlace de historias como la de la propia Carolina.  

Nacida en Benidorm (Alicante), con apenas un año ingresó en un centro de acogida de València. A los 2 años vivió con su tía, luego volvió con su madre, de ahí a otro recurso residencial en Valladolid, hasta que a los 6 años surgió la oportunidad de contar con el hogar de nuestras familias de acogida en Castilla y León. La familia con la que permanece a día de hoy. "En el centro de acogida convivía con otros menores y responsables de nosotras, pero no podía crear un vínculo emocional del mismo modo. Cuando estás con una familia, sabes que te apoyan, te cuidan y te quieren porque lo han elegido", explica. A ese afecto, se suma la libertad de salir a jugar con sus amistades a la calle. 

 

"Integrarme fue complicado. En un fin de semana, me trasladé a una nueva casa y cambié de referentes -incluyendo colegio y amigos" 

 

Por su puesto, el proceso de acogimiento requiere de ciertos pasos, que van más allá de los trámites administrativos y se inclinan hacia la adaptación progresiva. A las familias acogedoras no se les exige ninguna estructura concreta -puede tratarse de un núcleo unipersonal, monoparental, biparental u homoparental-, pero sí se trabaja en su madurez emocional y que cuente con una situación estable. Las familias se disponen a recibir menores de edad que han estado en situación de desprotección social, por ello, se requiere capacidades parentales y marentales para dar respuesta a las necesidades emocionales, afectivas, sanitarias, educativas y conductuales que surjan durante el desarrollo de la medida. "Integrarme fue complicado. En un fin de semana, me trasladé a una nueva casa, cambié de referentes -incluyendo colegio, amigos y algunos familiares que iban a verme al centro- y me sentí desorientada", reconoce Carolina. 

La convivencia arranca con el acompañamiento de Cruz Roja, que se encarga dar soporte a las familias acogedoras. "Para mí fue importante, porque me costó hacer amigos y entender lo que estaba pasando. Tenía muchas pesadillas y sentía mucha inestabilidad, no sabía en quién confiar o a quién querer", admite la joven. Tardó cerca de año y medio en estabilizarse, periodo en que se requirió el apoyo profesional brindado por Cruz Roja, al objeto de proporcionar a la familia de herramientas que permitieron la plena autonomía de la misma.. "Poco a poco, me di cuenta de que en aquella casa me trataban bien, tenía una vida tranquila, amigos, y no quería irme", rememora. 

Han pasado 15 años, si bien, el acogimiento temporal está previsto para un plazo máximo de dos años, legalmente puede postergarse si el interés de la persona menor así lo aconseja. En el Programa del Acogimiento Familiar se procura que los niños, niñas y adolescentes mantengan el contacto con su familia de origen siempre que sea beneficioso para su desarrollo, crecimiento y la restauración del vínculo. En el caso de Carolina, recibía las visitas de su tía y sus primos, así que cuando cumplió los 18 años, decidió acogerse a las medidas de prolongación. "La decisión me lo comentaron desde Cruz Roja en una visita y estuve de acuerdo, ya que quería seguir con mi familia y continuar estudiando", afirma. 

 

"He vivido la misma experiencia desde los dos lados, el profesional y el personal, así que sé conozco lo que se siente y puedo ayudar" 

 

A día de hoy, su principal objetivo es terminar la carrera. ¿Y qué estudia? Pues nada más y nada menos que Trabajo Social. "Las trabajadoras sociales que me he ido encontrando por el camino me han ayudado un montón, y seguramente a muchas más personas. Son un referente para mí, porque me han apoyado, ayudado y aconsejado, y me gustaría hacer lo mismo por otros", reivindica su vocación. Además, considera que su propia experiencia puede aportar mucho a otras personas en circunstancias similares. "He vivido la misma experiencia desde los dos lados, el profesional y el personal, así que sé conozco lo que se siente", precisa. 

Ayudará, también para que otras personas en su misma situación sigan su camino u otras familias ayuden a través del acogimiento. Para construir una sociedad más justa, o por lo menos mejor tejida, con unas redes de apoyo sobre las que tenderse. Prestará soporte a esa infancia y adolescencia que han pasado, como ella, por el Sistema de Protección a la Infancia; pero también como futura trabajadora social a cualquier otra persona que pase por una situación de vulnerabilidad social. El sentimiento solidario siempre es el mismo. "Tengo que decir que no haría nada distinto a lo que he hecho, estoy muy contenta del sitio al que he llegado. Y sin el pasado que he tenido o las decisiones que he tomado, quizá no habría sido posible", concluye Carolina Libertad. 



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