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La salud sexual, una cuestión de derechos

REPORTAJES

LA SALUD SEXUAL, UNA CUESTIÓN DE DERECHOS

La salud sexual, una cuestión de derechos
La salud sexual y reproductiva es una parte esencial de los derechos humanos. Reconocida como un derecho fundamental, garantiza a las personas la posibilidad de disfrutar de una vida sexual satisfactoria, segura y libre de discriminación, coerción o violencia. Este principio es fundamental para la dignidad y la igualdad de las personas, y su promoción y protección han sido puntos clave en la agenda internacional desde hace décadas, aunque todavía queda mucho por hacer.

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parte 1 repor salud sexual

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud sexual como un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad. Esto implica no solo la ausencia de enfermedades o disfunciones, sino también un enfoque positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales seguras y placenteras, sin coerción, discriminación ni violencia. Por su parte, la salud reproductiva abarca aspectos como la capacidad de las personas para decidir libremente sobre su reproducción, acceder a métodos anticonceptivos, recibir atención adecuada durante el embarazo y el parto, y prevenir y tratar enfermedades relacionadas con la reproducción. 

parte 2 repor salud sexual

Un derecho humano 

Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin distinción alguna de raza, sexo, nacionalidad, origen étnico, lengua, religión o cualquier otra condición. Entre los derechos humanos se incluyen el derecho a la vida y a la libertad; a no estar sometido ni a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a la educación y al trabajo, entre otros muchos. En este marco se sitúa también el derecho a la salud sexual y reproductiva.  

Este derecho fue formalmente reconocido en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) celebrada en El Cairo en 1994. En este evento, más de 180 países adoptaron un programa de acción que subrayó la importancia de garantizar el acceso universal a servicios de salud reproductiva y destacó el papel de estos derechos en el desarrollo sostenible y la igualdad de género. Además, instrumentos internacionales como la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) han reafirmado este compromiso. 

parte 3 repor salud sexual

Vulneraciones de los derechos sexuales y reproductivos 

A pesar de su reconocimiento, las vulneraciones a estos derechos siguen siendo comunes en muchas partes del mundo. Algunas de las formas más habituales incluyen: 

  • Discriminación: Muchas personas, especialmente mujeres, personas LGBTQ+ y comunidades marginadas, se enfrentan a barreras para acceder a servicios de salud sexual debido a su identidad de género, orientación sexual,  edad o situación socioeconómica. 
  • Violencia sexual y de género: Incluye agresiones sexuales, mutilación genital femenina, matrimonios forzados y violencia de género, todas ellas prácticas que vulneran la autonomía sexual y reproductiva de las personas. 
  • Restricciones legales y sociales: En algunos países, las leyes limitan el acceso al aborto seguro, a métodos anticonceptivos o incluso a información básica sobre salud sexual, negando así el derecho a tomar decisiones informadas. 

parte 4 repor salud sexual

Garantizar el derecho a la salud sexual y reproductiva 

Garantizar este derecho implica una serie de medidas políticas, legales y sociales que Gobiernos e instituciones tienen la responsabilidad de promover asegurando el acceso universal a servicios de salud sexual y reproductiva, incluyendo planificación familiar, atención prenatal, aborto seguro donde sea legal y tratamiento de infecciones de transmisión sexual. También promulgando y haciendo cumplir leyes que protejan a las personas de la discriminación y la violencia relacionada con la sexualidad, además de proveer de recursos suficientes para garantizar la disponibilidad y accesibilidad a servicios, especialmente en comunidades vulnerables y zonas rurales. 

Organizaciones internacionales, como la ONU, trabajan en conjunto con gobiernos y ONG para implementar programas que promuevan la equidad en el acceso y el respeto por estos derechos. “Cruz Roja, desde sus diferentes proyectos, ofrece información precisa y veraz, clave en la educación sexual, que puede ayudar a que las personas tomen decisiones responsables y autónomas en torno a su sexualidad. Igualmente, proporciona información y facilita el acceso a los recursos sociosanitarios que atienden a la salud sexual de las personas y comunidades. En definitiva, desde Cruz Roja se promueven hábitos saludables en torno a la salud sexual, tomando como referencia el bienestar físico, mental y social relacionado con la sexualidad; atendiendo y respetando la diversidad sexual y de género” explica Cristina Ferrero Camacho, sexóloga, técnica del área de Salud de Cruz Roja. 

“Los derechos sexuales y reproductivos están reconocidos a nivel internacional. Por tanto, las personas que tengan dificultades para acceder a sus derechos sexuales y reproductivos, pueden recurrir a entidades públicas o privadas, a organizaciones de la sociedad civil, como Cruz Roja, para que les puedan asesorar y acompañar en la situación en la que se encuentren”, añade Ferrero. 

parte 5 repor salud sexual

La importancia de la educación sexual 

Uno de los pilares fundamentales para garantizar la salud sexual y reproductiva es la educación sexual integral. Esta permite a las personas, desde edades tempranas, desarrollar conocimientos, actitudes y habilidades que les ayuden a tomar decisiones informadas y responsables sobre su sexualidad. La educación sexual no solo contribuye a reducir embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual, sino que también fomenta el respeto hacia la diversidad y la igualdad de género, combatiendo prejuicios y estigmas que perpetúan la discriminación. Además, una educación sexual basada en evidencia científica y libre de tabúes es crucial para empoderar a las personas, especialmente a las mujeres jóvenes, permitiéndoles ejercer sus derechos de manera plena y sin miedo a represalias. “La educación sexual y el acceso a los recursos sociosanitarios pertinentes facilitará, entre otros, la aceptación y el respeto a la diversidad sexual y de género, reduciendo las discriminaciones y violencias asociadas”, apunta Cristina Ferrero.  

“Educar en sexualidades, siempre adaptada a las diferentes etapas, debería ser una asignatura más en los currículums escolares. El grueso de ella radica en la toma de conciencia del propio cuerpo, de nuestras emociones y deseos, y por supuesto de la diversidad y el respeto. Hasta hace muy poco la única educación sexual que se impartía en los centros educativos, aparte de ser muy escasa, se basaba únicamente en evitar infecciones de transmisión genital y embarazos no deseados. Esta idea es limitadísima y genera más malestar que, por supuesto, cultivo de una dimensión que está presente en todas las etapas vitales. De forma que lo ideal sería iniciarla en la primera infancia, como comentamos, siempre adaptada a la capacidad de comprensión del niño, la niña o adolescente”, explica Elena Requena, médica de familia y sexóloga, en esta entrevista realizada en AHORA hace unos meses.  

"La educación sexual facilitará la aceptación y el respeto a la diversidad sexual y de género"

Hace unas semanas, desde la Asamblea de Cruz Roja en Álava se impartieron dos talleres de educación sexual, el primero dirigido a familias, el segundo a adolescentes de 13 a 16 años, todos participantes del programa de Éxito Escolar de Cruz Roja. Precisamente en estos talleres, como apuntaba la doctora Elena Requena, no solo se incide en conocer los diferentes métodos de protección y las enfermedades de transmisión sexual –dos temas que por supuesto se abordan– sino que se va más allá. “En los talleres que damos a las familias, se trabaja con el fin de darles herramientas para que puedan gestionar la adolescencia y esos periodos donde tienen lugar las primeras veces”, explica Yaiza Palacios, responsable de salud de Cruz Roja en Álava, “hablamos también de cómo la visión del sexo ha ido cambiando desde ellos y ellas hasta su hijos e hijas” añade.

“Les preguntamos cuál es la edad a la que las familias consideran que los hijos e hijas pueden empezar a practicar sexo y muchas responden que los 18 años. Esa no es la realidad actual de la juventud, por lo que desde el taller se trabaja para que tomen conciencia de que no hay una edad concreta y de que hablar con ellos y ellas de sexo debemos hacerlo desde que son pequeños”, continúa la técnica. El taller también se centra en cómo hablar con los y las adolescentes “de igual a igual, y no desde un punto de vista autoritario”. Un tema muy importante que a veces se olvida cuando se aborda la educación sexual y en el que se hace hincapié en este taller es “hablar con los jóvenes del consentimiento. En esas edades tempranas hay veces que hay conductas sexuales que sobrepasan límites, chicos o chicas que se sienten forzadas pero no están preparadas. Hablamos con los padres y madres para que les ofrezcan ese refugio emocional que los chicos y chicas necesitan sin juzgarles”, reflexiona la responsable de salud de Cruz Roja en Álava.  

Por otra parte, el taller que se imparte a los y las adolescentes tiene otro enfoque distinto. En este caso se habla mucho del “empoderamiento, de poder poner límites, de saber decir que no, de entender que la presión social no debe condicionarles. También por supuesto se habla de practicar relaciones de manera segura y de la importancia de conocer las infecciones asociadas pero sin invocar miedo. Les motivamos para que hablen con sus familias”, expone Yaiza Palacios.  

La salud sexual y reproductiva es mucho más que un asunto médico, es una cuestión de derechos humanos, dignidad y justicia social. Aunque se han logrado avances significativos en su reconocimiento y promoción, todavía queda mucho por hacer para erradicar las barreras que limitan su cumplimiento pleno. A través de políticas inclusivas, servicios accesibles y educación integral, podemos garantizar que todas las personas puedan disfrutar de su derecho a una vida sexual saludable y digna, sin importar su género, edad o condición. Proteger y promover estos derechos es una responsabilidad compartida que beneficia a toda la sociedad. 

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