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Josefina, de Galicia a Uruguay con 6 años de edad
INCLUSION SOCIAL
Josefina, de Galicia a Uruguay con 6 años de edad
20/06/2024
ESCRITO POR:
ENTREVISTA POR:
Cruz Roja
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Cruz Roja
  • Josefina Vicenta Rial se quedó huérfana a los 6 años. Al poco tiempo, dejó su Galicia natal para emigrar a Uruguay donde vivían sus tíos. El viaje en barco hasta llegar a América duró 20 días. Josefina hizo el viaje sola, pero a pesar de las dificultades, recuerda aquella travesía y aquellos años con cariño.

“Yo era ajena a lo que estaba pasando. Para mí, era una experiencia única. Paseaba por el barco y me metía en todos los sitios, curioseaba… No podía ir en primera y yo me colaba. El camarero me cuidaba y me obligaba a tomar la sopa” recuerda Josefina desde la Asamblea de Cruz Roja en Pontevedra, a la que acude regularmente para asistir a los talleres de memoria. 

Josefina recuerda las primeras impresiones al llegar a Montevideo. “No tenía nada que ver con España. Yo en Galicia vivía en una aldea y llegue a Montevideo, una capital y veía aquellas calles preciosas, aquellas avenidas, aquellas galerías…”, rememora. Josefina vivió con sus tíos en la fábrica de joyas donde trabajaban y pronto se adaptó a su nueva vida. “Yo me crié en la joyería con 120 personas que me daban mimo, cariño”, explica.  “Cuando llegué me regalaron una muñeca y mi tía me la visitó de gallega”, cuenta.  También recuerda la escuela y a sus compañeros, a los que califica de “fabulosos” con ese acento que todavía mantiene pese a que volvió a España de América en 2002. “Fue una época linda. Me sentí muy arropada”, explica. 

A los 14 años, mientras finalizaba sus estudios, comenzó a trabajar en una peluquería y desde aquel momento encadenó diferentes trabajos en empresas de muchos sectores diferentes, muchos de ellos relacionados con el textil. A los 18 años, Josefina volvió por primera vez a España para solucionar unos trámites relacionados con la herencia familiar. Volvió a Uruguay y continuó viviendo y trabajando hasta que con 24 años tuvo que mudarse a Argentina. Allí se casó y tuvo a sus dos hijos. Josefina recuerda aquellos años y cómo entre ella y su marido construyeron con sus propias manos la casa en la que vivieron: “Nos compramos un terreno de 430 metros y nos hicimos la casita ladrillo por ladrillo”, explica. 

De sus años en América recuerda sobre todo la amabilidad de la gente. Evoca con mucho cariño los años que pasó en Uruguay. “Uruguay lo amo porque mi adolescencia fue allí, mis primera vivencias como niña fueron allí. Siempre estudié y trabajé hasta que me fui a Buenos Aires, que es un país totalmente distinto, es enorme”, evoca Josefina que, pese a todo, “siempre salí adelante”, comenta orgullosa.  

Josefina siempre sintió que Uruguay era su casa, pero como les ocurre a muchas personas que emigran y pasan mucho tiempo fuera de sus lugares de origen, la vuelta a su país de nacimiento no fue fácil. “Aquí añoro mucho lo de allá. Cuando era pequeña y estaba en Uruguay y escuchaba tocar la gaita, me emocionaba, me ponía a llorar. Y, sin embargo, cuando volví a Galicia y la escucho aquí, no me emocionada nada. No siento nada”. Esta usuaria de Cruz Roja volvió a España definitivamente en 2002. Lo hizo pensando en la seguridad de sus hijos. Ahora son ellos los que tratan de adaptarse a una vida lejos del lugar que los vio nacer. Josefina es consciente de que, pese a esa vida que les tocó vivir a caballo entre tres países, hay muchas otras personas que lo tienen mucho más difícil. “Yo le digo a mi hijo “tienes que pensar en esa gente que viene en patera, sin saber el idioma, con niños pequeños, mujeres embarazadas… Aquí tú tienes casa, comida, tu hermano, me tienes a mí. Las cosas no salen de la nada, las plantas no florecen de la nada, tienen un tiempo”, afirma. 

Josefina Rial ha elaborado durante todo este tiempo un “libro de vida”, un proyecto que le ha llevado seis meses en los que resume sus 71 años de vida en unas cuantas páginas. “Cada hoja representa algo de mi vida. Desde la niñez, con las penurias que pasé, la falta del padre, la madre… El libro me ha servido para convivir con mis dolores, con mis frustraciones, para aprender a valorarme. Me sirvió mucho, me abrió la mente, aparte de distraerme, porque yo soy muy curiosa”, concluye. 

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