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Conectadas, pero conscientes: hacia una relación sana con las pantallas
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CONECTADAS, PERO CONSCIENTES: HACIA UNA RELACIÓN SANA CON LAS PANTALLAS
Beatriz Martín Padura
CONECTADAS, PERO CONSCIENTES: HACIA UNA RELACIÓN SANA CON LAS PANTALLAS
En un mundo hiperconectado, el consumo de pantallas se ha convertido en parte inherente de nuestra vida diaria, especialmente para la juventud. Smartphones, tablets, videojuegos y redes sociales forman un ecosistema digital que, si bien ofrece innumerables posibilidades, también plantea riesgos significativos.

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¿Cómo podemos abordar los desafíos asociados al entorno digital sin caer en la demonización? Y, lo más importante, ¿qué soluciones podemos implementar para garantizar un equilibrio saludable? 

 

Entre beneficios y riesgos: el reto del mundo digital 

En términos generales, jóvenes y adolescentes destacan las ventajas que la tecnología ha traído a sus vidas, identificando espacios digitales donde no solo se expresan y comparten preocupaciones, sino también gestionan su intimidad con madurez. Sin embargo, y aunque predomine esta visión positiva, también existen desigualdades de acceso y patrones de uso que pueden generar riesgos significativos. 

Casi la mitad de jóvenes en España de 15 a 29 años tiene la sensación de que pasa demasiado tiempo en Internet (48%) y las redes sociales (48,6%). La gran mayoría reconoce que vive con cierto descontrol y dependencia ese uso de las redes sociales: el 70,8% reconoce no ser consciente de todo el tiempo que pasa en ellas y el 64,3% quiere ver esas redes sociales en todo momento. 

El impacto de ese uso excesivo es evidente en varios aspectos de la vida diaria: por todo ese tiempo invertido en Internet y las redes, tienen la sensación de que desatienden otras actividades importantes, como dormir (42,5%) y estudiar (40,5%), y, en menor medida hacer deporte (30,1%), leer (29,5%) y estar con amigos y amigas (22,6%). 

Además, la mayoría de jóvenes reconoce que, en el último año, alguna vez ha sentido saturación o hartazgo por el uso de internet o redes sociales hasta el punto de necesitar “desconectarse”: un 30,1% con bastante o mucha frecuencia y un 35,4% a veces. Prácticamente un tercio de la muestra no ha sentido tal cosa casi nunca o nunca. 

 

¿Qué está en juego? 

El desafío que plantea el mundo digital no radica únicamente en identificar sus beneficios y riesgos, sino en cómo estos se integran en las dinámicas diarias de la juventud. La tecnología ya no es solo una herramienta, sino una extensión de su identidad y de su forma de relacionarse con el mundo. Desde la búsqueda de apoyo emocional hasta el entretenimiento, su presencia impacta todos los aspectos de su vida. 

 

Este ecosistema digital plantea dilemas importantes

 

Sin embargo, este ecosistema digital plantea dilemas importantes. Por un lado, encontramos oportunidades únicas para aprender, crear y conectar. Por otro, la dependencia tecnológica y los hábitos poco saludables generan un desgaste mental y físico que afecta desde la calidad del sueño hasta el rendimiento académico. Estas tensiones exigen una reflexión profunda sobre el equilibrio necesario entre el tiempo en entornos digitales y analógicos. 

 

Prevención y acompañamiento: claves para un uso equilibrado 

El reto de abordar el uso compulsivo de dispositivos o redes sociales requiere un enfoque que ponga en el centro la gestión consciente del uso tecnológico. Para lograrlo, es fundamental que todos los agentes sociales asuman su papel en la construcción de un entorno digital más seguro y equilibrado, objetivo al que nos comprometemos desde Fad Juventud. 

Las plataformas digitales tienen un rol clave en este proceso. Es necesario que promuevan herramientas de control parental efectivas, aseguren que los contenidos accesibles sean apropiados para adolescentes y jóvenes, y ofrezcan recursos educativos sobre cómo navegar de manera segura y responsable. También es crucial que cumplan con normativas claras sobre privacidad y seguridad, fomentando prácticas responsables en su diseño y funcionamiento. 

El ámbito legislativo tiene la responsabilidad de reforzar las leyes de protección a menores y supervisar su cumplimiento. Esto incluye exigir mayor transparencia a las plataformas sobre cómo operan sus algoritmos y recopilan datos. Las familias también desempeñan un papel esencial. Establecer límites claros sobre el uso de dispositivos, mantener un diálogo constante con adolescentes sobre riesgos y beneficios, y ser modelos de comportamiento equilibrado en el uso de la tecnología, son medidas imprescindibles. Por su parte, las y los educadores tienen la oportunidad de integrar la alfabetización digital en el aula, formando a las nuevas generaciones en competencias críticas y éticas. 

Creadores de contenido y figuras influyentes tienen la capacidad de modelar comportamientos positivos, generando contenido responsable y promoviendo prácticas digitales seguras. Finalmente, adolescentes y jóvenes deben formar parte activa de este proceso. Aprender a gestionar su tiempo en línea, apoyarse mutuamente en prácticas seguras y adquirir conocimiento sobre sus derechos y responsabilidades digitales son pasos clave para afrontar los desafíos de un mundo hiperconectado. 

Un uso seguro, respetuoso y saludable del entorno digital no puede recaer en un solo actor: requiere un esfuerzo colectivo y comprometido. Solo con la colaboración de todos estos actores podremos maximizar los beneficios de la tecnología mientras minimizamos sus riesgos. 

 

Reimaginando nuestra relación con la tecnología 

El desafío del uso adecuado de la tecnología no es solo limitar el tiempo frente a las pantallas, sino replantear nuestra interacción con ellas. Para ello, debemos apostar por un uso consciente y equilibrado, en el que las pantallas sean herramientas para el desarrollo personal, y no barreras para la convivencia y el bienestar

Fomentar un buen uso que contribuya al bienestar de la juventud, en lugar de provocar brechas, desarrollar herramientas para reducir los efectos nocivos de los riesgos, requiere un compromiso real, más allá del alarmismo. No funcionarán medidas aisladas, es necesario un cambio que priorice la educación digital y la prevención, con una clara apuesta por la protección desde un diseño ético y responsable. 

Este desafío no admite demoras: la tecnología debe convertirse en un puente hacia el desarrollo personal y colectivo, no en un obstáculo que socave el bienestar de las generaciones futuras. Solo actuando de manera conjunta, podremos transformar esta realidad en una oportunidad para avanzar hacia un equilibrio digital verdaderamente sostenible. 

Beatriz Martín Padura
Beatriz Martín Padura
Beatriz Martín Padura es directora general de la Fundación Fad Juventud desde 2018. La Fundación Fad Juventud se dedica a mejorar el bienestar y la calidad de vida de adolescentes y jóvenes y está centrada en la investigación sociológica de la juventud, en campañas de sensibilización y en programas de prevención (consumos, adicciones, violencias y otros riesgos psicosociales); formación para la ciudadanía digital y el empleo; y desarrollo de competencias de vida, tanto en España como en América Latina. Martín Padura también participa en el comité de expertos para un internet seguro y saludable, y es miembro del comité asesor del Centro de adicciones del CEU. Ha colaborado en docencia y como coautora de varios ensayos. Imagen de Fondo

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