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Arancha Martínez: Que “llegue” el dinero ya no será suficiente
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QUE “LLEGUE” EL DINERO YA NO SERÁ SUFICIENTE
Arancha Martínez
QUE “LLEGUE” EL DINERO YA NO SERÁ SUFICIENTE
Impacto social ya no es algo que hace únicamente el Tercer Sector. Nunca lo ha sido, pero nos habíamos apropiado de estos conceptos hasta que nació el Cuarto Sector, las empresas sociales y lo que incluso podríamos ya denominar como la emergente industria del impacto, en la que ya no importa la forma jurídica ni el producto o servicio. Impacto social y medioambiental es transversal a todo. Y es que cualquier entidad siempre ha generado impacto, a veces positivo, a veces negativo. Simplemente no se medía. Pero esto está cambiando.

La pandemia, la guerra de Ucrania y la cada vez más evidente (incluso para los negacionistas) crisis climática han acelerado exponencialmente la preocupación por nuestro futuro y con ella los mensajes publicitarios de empresas y organizaciones de todo tipo que se llenan de palabras como eco, social, justo, sostenible o verde. Las ONGs, que llevamos toda la vida generando impacto social positivo nos encontramos con que para poder continuar con nuestra misión tenemos que diferenciarnos, no sólo de otras ONGs, sino ahora también de organizaciones con ánimo de lucro que están encontrando modelos nuevos para solucionar problemas sociales.  

En este nuevo tablero, muy bienvenido y necesario, las ONGs tendremos que mover ficha si queremos tener un rol social tan relevante como hasta ahora. Somos necesarias, seguramente más que nunca. Seguiremos llegando donde ni la administración pública ni los mercados llegan. Pero en la era de datos en la que vivimos, ya no sólo hay que decir que somos necesarias, hay que demostrarlo; demostrarlo con datos: datos fiables. Porque si existen herramientas tecnológicas para hacerlo, cada vez será más exigible utilizarlas. Y porque las nuevas generaciones, acostumbradas a experiencias cada vez más digitales donde el acceso a la información se hace en tiempo real, van a demandar nuevas maneras de relacionarse con las entidades a las que donan. O quien sabe, quizás dejen de donar para contribuir de nuevas maneras que ahora mismo ni nos imaginamos. 

Hace 5 años que empecé a investigar y experimentar con tecnologías para contribuir a hacer la solidaridad más eficiente y transparente. Y el blockchain llamó especialmente mi atención. Una tecnología que permite digitalizar y trazar en todo momento dónde está el dinero tiene todo el sentido del mundo en un sector basado en la confianza. Sin embargo, tras 5 años de experimentación con más de 150 entidades público, privadas, con y sin ánimo de lucro de todos los tamaños, he descubierto que la trazabilidad financiera es sólo uno de los potenciales casos de uso en los que esta tecnología permitirá al sector incrementar la confianza en la sociedad.  

Y ni siquiera creo que sea lo más relevante que nos va a traer. Que un donante pueda conocer que su dinero ha llegado ya no va a ser suficiente. Quizás esta preocupación tenía sentido cuando el dinero se le daba a un misionero que lo llevaba en su maleta a un país lejano que nunca habíamos visitado y que por tanto teníamos que imaginarnos, para entregarlo en contextos muy abstractos para nosotros.  

Hoy es difícil que el dinero se pierda o no llegue a su destino. Podemos ver cómo se entregan los bienes con una simple foto enviada por mail. Y, no nos engañemos, la preocupación de que no llegue no es la razón principal por la que las personas jóvenes no donan más. Y tampoco me creo que sean menos solidarios que los mayores. La filantropía está cambiando. Es necesario repensarla, incluso regularla de nuevo porque, ¿es acaso menos filántropo quien dona su tiempo que el que dona su dinero? ¿No estamos de acuerdo que lo que más vale es nuestro tiempo? Hoy los jóvenes se comprometen de otras maneras y demandan experiencias muy diferentes a las que demandaban nuestros padres a las entidades sociales. Y estos cambios se están acelerando y no nos podemos quedar atrás. Es imprescindible una reflexión muy profunda de la filantropía y desarrollar herramientas adaptadas para impulsarla. 

Con lo cual, aunque efectivamente el blockchain pueda jugar un papel clave en reducir la malversación de fondos (algo muy residual hoy en día en el sector), creo que el valor real tiene mucho más que ver con la capacidad que tiene de transformar cómo valoramos e interactuamos con otros tipos de contribuciones clave en el sector (incluso con otros sectores), como puede ser el tiempo o la influencia social, entre otros. Y, por supuesto, la capacidad de trazar digitalmente y comunicar con mucho más rigor a todos los grupos de interés el impacto social generado por sus contribuciones. Es decir, no sólo garantizar que su contribución ha llegado, sino garantizar que esa ayuda ha contribuido a cambiar y mejorar algo en la sociedad. Porque puede llegar todo el dinero del mundo a un sitio y no mejorar nada, ¿o no?  

En mi opinión debemos ir mucho más allá de certificar las donaciones. Hay que certificar el impacto. Y el impacto no sólo lo genera el dinero ni mucho menos. Esa es la transformación que anticipo que vivirá nuestro sector en los próximos años. Anticipo, por último, que el blockchain jugará un papel clave y que poco tendrá que ver con las criptodonaciones o las subastas solidarias de NFTs que hemos visto en estos últimos años.   

 

* Las opiniones de los colaboradores y colaboradoras que se publican en AHORA corresponden únicamente a sus autores y podrían no coincidir con los valores y principios de Cruz Roja, que fomenta la participación, el debate y la libertad de expresión para contribuir a crear una sociedad plural e informada.

Arancha Martínez
Arancha Martínez
Arancha Martínez es una emprendedora social con 13 años de experiencia en el ámbito de la cooperación internacional y la innovación social. Su principal propósito es contribuir a acabar con la pobreza y la desigualdad a través de la innovación y a través de lo que define como "solidaridad eficiente". Ha liderado la creación de ChildPPa, un software que permite a ONGs identificar y registrar a menores en situación de calle para protegerles de manera más efectiva gracias a una gestión eficiente y segura de datos. Actualmente lidera Comgo, el primer ecosistema digital de impacto desarrollado en blockchain para incrementar la transparencia y el rigor en la medición y comunicación de impacto. También tiene en su haber un prestigioso Premio de Tecnología Humanitaria de Cruz Roja en la categoría de ‘Impacto’. Imagen de Fondo

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