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Cuando los negocios encuentran un legado

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CUANDO LOS NEGOCIOS ENCUENTRAN UN LEGADO

Cuando los negocios encuentran un legado
Detrás de cada empresa familiar que cierra se pierde una historia y años de esfuerzo. Cruz Roja ofrece a personas con menos oportunidades la posibilidad de asumir estos negocios, brindándoles las herramientas para continuar esos sueños.

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parte 1 relevo generacional

El relevo generacional se ha convertido en uno de los grandes desafíos para miles de empresas, especialmente las familiares. Muchos negocios que durante décadas fueron pilares económicos y sociales en sus comunidades hoy se enfrentan a una realidad preocupante: no hay quien los continúe. La falta de una sucesión garantizada (por falta de interés o preparación) junto con las cambiantes dinámicas del mercado, ha provocado la desaparición de numerosos establecimientos, con la consiguiente pérdida de empleos, patrimonio y cultura empresarial. 

Ante esta situación, Cruz Roja ha encontrado una valiosa oportunidad para impulsar el emprendimiento y la inclusión laboral. A través de iniciativas como el Proyecto Impulsa Autoempleo y Microcréditos, la Organización apoya a personas que, por su contexto de vulnerabilidad social o financiera, buscan hacerse cargo de negocios ya consolidados en lugar de comenzar desde cero. Con acompañamiento, formación y refuerzo de competencias profesionales, Cruz Roja facilita que nuevas generaciones de personas emprendedoras den continuidad a empresas con historia, demostrando que, a veces, solo se necesita un pequeño empujón para ponerse al frente de un negocio. 

parte 2 relevo generacional

Una oportunidad de emprender en la costura

Después de trabajar 18 años como docente en Venezuela, Yoxy del Valle llegó a Valladolid con la intención de dedicarse plenamente a la costura. Desde pequeña había aprendido con su familia los entresijos de este mundo, siempre compaginándolo con su trabajo en la educación, y en 2021, recién instalada en España, consideró que era buena idea apostar por ello, en parte debido al proceso tan tedioso que entrañaba convalidar todos sus títulos. 

Solicitó asilo político, y “como no soy una persona que se queda quieta”, explica esta mujer de 57 años, contactó con Cruz Roja para ver si había alguna capacitación, formación o curso que pudiera hacer. A los cinco meses y medio le concedieron la residencia por razones humanitarias y el permiso de trabajo. Yoxy empezó entonces a trabajar, aunque pronto manifestó su deseo de montar su propio negocio. Desde la Organización le ofrecieron un curso de gestión empresarial y, al terminarlo, recibió una noticia inesperada. 

“Me dijeron que había un taller de costura que iban a traspasar, que si me podía interesar a mí. Fui a hablar con la señora, emocionada”, explica. Aunque Yoxy no tenía capacidad económica suficiente en ese momento, contó con la ayuda de Cruz Roja, que le permitió dar el paso. Han pasado dos años desde entonces, y Yoxy no podría estar más satisfecha con todo lo conseguido en Cosetodo Flor: “En Venezuela confeccionaba y aquí, sobre todo, hago arreglos, por lo que también he tenido que ir aprendiendo cuestiones que no sabía, siempre desarrollando mi creatividad. El negocio también ha ido evolucionando”, afirma, contenta.  

parte 3 relevo generacional

Una pasión que se lleva en los genes

Verónica Luque siempre ha estado vinculada con el mundo de la fotografía. Cuando era adolescente, visitaba con asiduidad el negocio de su padre, enfocado, precisamente, a este sector. “Y no por obligación, siempre es lo que realmente me ha gustado”, admite esta cordobesa de 30 años, que reconoce que a veces por aquel entonces ya se ponía detrás de la cámara. Cuando llegó el confinamiento, Ángel, su padre, decidió cerrar el establecimiento. Cinco años después, Verónica lo ha reformado entero y, con la inestimable ayuda de su progenitor y Cruz Roja, se ha puesto al frente haciendo que el legado familiar perdure. 

El establecimiento sigue llevando su nombre, pero formalmente lo he heredado yo”, comenta. Y así se aprecia en cada rincón, incluso en los nuevos servicios. “Ahora hacemos fotos para niños, por ejemplo; las típicas con una tartita cuando cumplen un año…”, expone. Por el momento, le está yendo muy bien, tanto que la agenda de diciembre ya está completa. Un éxito que Verónica achaca, en parte, a los cursos que ha recibido, como el de marketing digital que ha realizado gracias a Cruz Roja. 

“Estuve trabajando varios años en una cadena de comida rápida, también porque había hecho una formación de Cruz Roja, y siempre han estado ahí. Cuando me di de alta de autónoma, antes de verano, fui directa a hablar con ellos. Cruz Roja me ha ayudado muchísimo”, dice Verónica. De hecho, si se lanzó a por su sueño, fue porque supo que la Organización la acompañaría en el proceso. “Siempre lo han hecho”, apostilla. 

parte 4 relevo generacional

De trabajadoras a dueñas del negocio

Cuando Daniela del Valle y Magdy González se enteraron de que el taller de costura donde trabajaban iba a cambiar de manos tomaron una decisión: hacer una oferta para quedárselo. “Ya habíamos trabajado aquí dos años, y cuando la dueña nos comentó que estaba evaluando traspasar el negocio, vimos la oportunidad clara”, explica Daniela.  

Ella, de 32 años, es graduada de moda y patronaje; Magdy, de 34, estudió diseño gráfico. “Nos complementamos muy bien”, cuenta Daniela, que explica que, además de compañeras de trabajo, son amigas. Con los ahorros que tenían acudieron a Cruz Roja para que les guiaran en el proceso. “Nos pusieron los pies en la tierra, que está bien. Nos dijeron que soñáramos, pero también nos enseñaron los trámites legales, nos dieron apoyo en la parte económica para hacer la solicitud al banco… Gracias a todo ello pudimos pagar la solicitud del traspaso e invertir en materiales”, añade. 

El negocio, llamado Innova Costuras y dedicado a la fabricación de trajes de electroestimulación hechos en neopreno para rehabilitación muscular, no ha dejado de crecer desde enero, momento en que tomaron las riendas. “Tenemos un cliente que, de hecho, está haciendo pedidos de mayor cantidad. El volumen ha crecido tanto que hemos tenido que buscar costureras para tratar de sacar el trabajo, entregarlo a tiempo y no perder la cordura”, bromea Daniela.   

De la mano de Cruz Roja, eso sí, todo ha resultado más sencillo y asumible. “Van chequeando nuestros avances y siguen en contacto para ver qué tal estamos. También nos ofrecen cursos y formación para que estemos al día de lo que hay actualmente”, concluye.  

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