El rescate de Edu (o cómo vivir en tu piel estar al otro lado de la ayuda) - Ahora

• Edu Siquier fue voluntario de Cruz Roja durante tres años. Acostumbrado a ser él quien ofrecía la ayuda, el pasado 5 de febrero se cambiaron los papeles tras ser rescatado en el mar por el equipo de Salvamento Marítimo de Cruz Roja en Santa Pola. Un suceso que, por suerte, recuerda agradecido.

Todo ocurrió un miércoles 5 de febrero, estaba amaneciendo y el mar se encontraba en calma en Playa Lisa (Santa Pola). Para Eduardo era un día de pesca como otro cualquiera hasta que algo sintió en su kayak. “Algo debió ocurrir en la embarcación, que al poco de darme cuenta se estaba empezando a hundir. Me percaté de que no iba a poder con mis propios medios y rápidamente alcancé el móvil, llamé al 112 y mantuve el teléfono en alto para que pudieran contactar conmigo”, recuerda abrumado. 

Eran las 8:35 de la mañana cuando Juan López, técnico de Salvamento Marítimo de Cruz Roja en Santa Pola, y su equipo reciben el aviso de que un hombre había llamado a emergencias comunicando que se le estaba hundiendo el kayak en el que se encontraba. Al recibir la alerta, el técnico moviliza al personal voluntario de Salvamento Marítimo de Cruz Roja, que se encontraba de guardia, y ponen en marcha el rescate. “Nuestro papel es cooperar con Salvamento Marítimo y por lo tanto, asistir bajo su control a las emergencias”, apunta Juan López.    

Aunque para Edu la espera fue eterna, en menos de un suspiro, concretamente a las 8:45, diez minutos después del aviso, Cruz Roja ya estaba en ruta. “Nos tuvimos que vestir en el barco, ya que en invierno una persona no puede aguantar mucho tiempo en el agua con una temperatura de alrededor de 13ºC. Debíamos llegar cuanto antes y eso hicimos. Por suerte, su kayak contaba con unos estabilizadores blancos que se veían a lo lejos, esos estabilizadores le salvaron y lo mantuvieron a media altura, sino se hubiera hundido”, detalla el técnico.

La reacción de Eduardo al ver aparecer al equipo de rescate fue inexplicable. “Yo llamé al 112, jamás hubiera imaginado que vendría a por mí Cruz Roja. Me vi arriba de su embarcación, recogieron también el kayak, me dieron mantas térmicas e incluso un joven se quitó su ropa de abrigo y me la puso por encima. No perdieron detalle, sentí un trato fuera de lo común”, relata todavía asombrado Eduardo.

Edu fue rescatado en estado de hipotermia leve y con un susto enorme en el cuerpo. “Al llegar a puerto le proporcionamos ropa seca, bebida caliente y le ayudamos con todos los trámites posteriores. En ese momento, nos confesó que él había sido voluntario de Cruz Roja durante muchos años y que para él este rescate había significado mucho más que un rescate. Fue como verse al otro lado de la ayuda”, cuenta Juan López. 

Un rescate es una sensación agridulce. Estar alerta desde el primer aviso hasta la llegada a puerto y el acompañamiento posterior es la labor diaria de profesionales como el técnico Juan López y el personal voluntario cualificado de la Organización que asistieron al rescate de Eduardo. “En este rescate sentimos muchas emociones, desde la llamada, la movilización de nuestro barco en un tiempo record con los nervios a flor de piel, hasta el momento en el que lo vimos y comprobamos que estaba bien. Cuando la historia termina así es muy reconfortante. A pesar de esto, las noticias no siempre son buenas, por eso trabajamos cada día para ser mejores, más rápidos y más efectivos”, detalla el técnico. 

Nunca sabes cuando vas a necesitar la ayuda

Nunca sabes cuando vas a necesitar la ayuda. Eduardo fue voluntario de Cruz Roja, concretamente de personas mayores y personas con discapacidad durante tres años, se encargó de estar por y para los demás sin pensar que en algún momento Cruz Roja le tendería a él la mano para salvarle. “Todavía lo recuerdo y revivo la situación. Cruz Roja no mira a quién y es importante que se sepa que cualquier día te puede tocar a ti. Yo me encontraba en el mar en una situación entre seguir o no seguir. Y gracias a su labor y a sus medios, sigo aquí”, cierra emocionado.