José Antonio Madrigal, 49 años junto a Cruz Roja - Ahora
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- Con 14 años empezó su camino como voluntario de Cruz Roja. Hoy en día, 49 años después, no entiende la vida sin la Organización. Su historia es sinónimo de compromiso en estado puro.
José Antonio Madrigal está de vacaciones, pero cuando contactamos con él para que nos cuente su historia de voluntariado con Cruz Roja, nos dice que acaba de regresar con la ambulancia de los encierros de un pueblo cercano a Aranda de Duero (Burgos), donde se unió a la Organización hace ya 49 años. Y es que, afirma con rotundidad, “si estás, estás”. Él es la prueba de ello.
Su receta para llevar casi 50 años como voluntario en Cruz Roja es sencilla: “Estar rodeado de buena gente”. Gracias a ello, dice, “vas al fin del mundo y haces lo que sea”. Y en estos años se ha encontrado con muchas de esas personas que dejan huella. Nombres no le faltan: “El presidente, un auténtico símbolo de Aranda de Duero, José Agustín Escudero; Jesús Adrián; el capitán que teníamos en la Cruz Roja militar, don Antonio, muy respetado. Aprendimos muchos valores en aquellos años”, echa la vista atrás. Y es que, aunque José Antonio entró como parte de la banda de Cruz Roja en Aranda de Duero, ha hecho de todo en la Organización. “Me quedo con todo”, reconoce. Y no tiene miedo a ningún cometido. Viene de unos encierros, pero nos cuenta que después ponen rumbo al Sonorama, donde van a recoger material. “La logística hay que hacerla; y estaremos todo el día recogiendo entre mesas, sillas, carteles…”, cuenta.
"Me quedo con todo"
“Yo trabajo fuera y a diario no puedo, pero llega el fin de semana, y te llaman, o te dicen ‘hay que hacer esto’, y ¿para qué estamos si no?”, expresa José Antonio Madrigal. “Es que, si no, no estaríamos en esta casa. Yo soy de Cruz Roja. Es así”, añade. Compatibilizar el voluntariado con la vida personal es más llevadero cuando más miembros de la familia se suman a él. “Mi hija también está en Cruz Roja. El legado. Eso hace que también se lleve muy bien”, apunta.
Respecto al reconocimiento que le ha otorgado la Organización por su compromiso, José Antonio se muestra “contento”, aunque reconoce le pilló totalmente por sorpresa. “Ves que se lo dan a gente, pero no esperas que te lo den a ti. A mí me gusta estar aquí, servir a las personas. Les pregunté ‘pero ¿estáis seguros de que me lo queréis dar?’” [ríe]. “La verdad es que es una alegría que te llevas”, concluye.
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